DECIMO
QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B. Cantares capítulo 2 versículos
8-13. Salmo 45: 1-2, 7-10. Santiago capítulo 1 versículos 17-27. Marcos capítulo
7 versículos 1-8,14-15, 21-23.
La
escena descrita por el libro de Cantares, se asemeja a la poesía griega y egipcia
particularmente sobre el lamento del novio pero aquí se convierte en una invitación a la
novia, estamos recreando una imagen de la primavera donde la vida florece y el
amor se manifiesta. La vida espiritual es un permanente “buen clima” sin importar las condiciones de nuestro entorno y las relaciones
que trabamos con el mundo. Es vivir teniendo presente la realidad trascendente
de nuestras vidas.
El Cantar nos permite apreciar
un viaje místico hacia las profundidades de la relación
espiritual entre Cristo y los bautizados, en el pasado muy actual de los PP. de la Iglesia esta relación
descrita bellamente la refirieron al estado espiritual del alma frente a su
Señor y también a la misma Iglesia con relación al Resucitado. Un noviazgo ya no puesto a prueba como en
el desierto sino alimentado por el mutuo amor. La relación de índole espiritual
muestra su crecimiento paulatino solo en la medida en la que el creyente
entrelaza su realidad con el mensaje revelado y alimenta con él todas las
facetas de su vida. La espiritualidad actual reclama de escenarios para vivir nuestra
Fe y la congregación es uno de los más importantes.
El cristianismo nos está invitando
a afirmar relaciones redimidas en el contexto de nuestra cotidianidad siendo así
luz para quienes pueden observar nuestro testimonio de vida. El amor relacional
es la condición nueva del bautizado. Una categoría de vida fértil para plantar
todo tipo de relaciones que no temen dar la cara o ver la luz del sol.
El
Salmo 45, continúa en la
misma dirección que el libro de Cantares citado en la primera lectura. Es una
bella metáfora de la relación espiritual entre Cristo y su Iglesia, a partir
del versículo 7 sin duda se refiere directamente al Mesías y su condición de
Dios. Todo lo mejor es para Dios y eso incluye desde luego nuestros
sentimientos y celebraciones. Aquí el
amor se convierte en una profesión de Fe. En
un encuentro de realidades iluminadas y bendecidas por la presencia del Dios
Amor que nos da ejemplo de la profunda significación del amor en nuestras
vidas.
El
Apóstol Santiago en su carta evoca algunas imágenes que
nos podrían hacer pensar en el estilo de Juan, se refiere a un orden cósmico presente en la creación
de Dios, en las luminarias o en los astros celestes, los cuales con todo su
poder y brillo solo hablan de quien los creó y adornó de tal forma. La santidad
y el bien brotan solo del Trono de Dios, parece decirnos el Apóstol en su
referencia a todo lo bueno que viene de lo alto.
La
Palabra de Dios se
guarda celosamente en el depósito eclesial pero el bautizado debe actualizarla
con su vivencia comprometida, no solo es un recurso litúrgico sino que lo más
importante sería decir que se convierte en el fundamento de nuestra relación con
el Dios revelado. La Palabra da vida en abundancia,
y todo creyente está en la obligación en sentido positivo de vivirla y
compartirla materializándola en sus comportamientos y actuaciones donde se manifiesta
el énfasis salvífico predicado por la
Iglesia… La realidad del creyente se mueve entre el mensaje salvífico y las
exigencias del mundo, pues la palabra es luz que guía nuestro proceder y conciencia,
estando por sobre cualquier consideración
humana. Como Episcopales damos culto al
Dios vivo pero tal acción necesita de nuestra parte para que sea coincidente
con un estilo de vida concreta que sea reflejo de los valores cristianos y por
ende que nuestra vida se convierta también en culto. El
crecimiento espiritual debe ser constante en nosotros de lo contrario solo
aprenderemos cosas y practicaremos cosas mecánicas pero de vida y espíritu poco.
El Apóstol Santiago dimensiona en su experiencia personal una
autentica creencia que anima la vida y toda su cotidianidad haciendo del
bautizado algo diferente al mundo porque Dios es un Dios diferente.
Las manifestaciones
solidarias son importantes como sensibilidad ante el mensaje y cambio de
mentalidad frente al otro y su realidad. Nuestra
Fe debe ser movida por la Caridad hacia el otro dándole lugar en nuestros
triunfos y fracasos, en nuestras alegrías y tristezas, esto es una forma
solidaria de expresar amor.
El
Evangelio de Marcos, nos recuerda muy a su estilo y por boca
del Señor que las tradiciones de limpieza corporal no nacieron en la Ley
Mosaica sino que los rabinos las incorporaron como parte de la Ley. Estos
rituales eran de suma importancia para ellos en sus expresiones tanto
comunitarias como personales de Fe. La dificultad radica no en si en los ritos
sino en el valor por sobre la condición humana que le dieron a tales acciones
que son más de corte higiénico que ritual. Lo
positivo de estas exageraciones del momento constituyó a Israel en el pueblo
más sano y limpio de la antigüedad.
Marcos ve el peligro de
las tendencias vacías entre los creyentes y como estas prácticas deshumanizaban
el encuentro con el otro y su circunstancia. Haciendo simplemente un contacto
ritualista y no objetivo de la condición de la persona. De lo anterior llega a
nosotros la supra valoración del otro tal y como lo enseñará el Señor en el
denominado Mandamiento Nuevo. Es pues, una condición amorosa que reclama al
otro como activo y vital en nuestra propia vida y su cotidianidad. Para Jesús simplemente no tiene sentido una
norma que esté en contra del encuentro
con el otro y su vida.
Ellos tomaron la ofrenda
denominada Korban, que solo se hacía
a Dios pero está la consideración de la necesidad
antes que el rito del cual solo ellos disfrutaban, el amor como expresión solidaria
es la razón por la cual Cristo nos redimió en la Cruz. La realidad de nuestro
tiempo demanda un acto de conciencia para darle al otro el lugar que le es
propio en nuestra vida. La salvación es un acto solidario de Dios
con la humanidad, no un mérito de nuestra parte. Jesús acude al estilo de parábola Masal…
Este tipo de parábola puede
ser aplicado a toda clase de persona y situación normalmente en verso. No
podemos dejar a un lado al profeta Isaías que es citado básicamente en el
contexto de la relación judía con el Dios revelado. Una relación basada en normas y leyes y poco amor.
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