CRISTO… EL SEMBRADOR
POR ANTONOMASIA DE SU PALABRA Y VIDA.
La Liturgia de la Palabra para este Domingo inicia su
instrucción con una relación bien conocida que tendrá como protagonista a los
Hijos de Isaac, hablamos de Jacob y Esaú (Gn 25: 19-34). La Primogenitura es
fundamental en una Sociedad y Cultura de características Agrícolas y sujetas al
Tiempo como Clima y determinador de la Prosperidad y vida de sus Habitantes…
Los derechos del Hermano mayor era la manera de asegurar la descendencia del
Clan como garantizar un Líder que afrontara el Porvenir de los suyos, sin duda,
es copia del modelo Social de los Pueblos vecinos a la futura Nación Judía y la
necesidad de luchar por asegurarse un Espacio e Identidad como tal, estos
Hermanos son figura de una Nación y más tarde de Pueblos (23).
En este “Estadio Social” la herencia es determinante para
cualquier asentamiento Humano, puesto que el vínculo Relacional unificador es
la Sangre y la Propiedad material, en el Futuro próximo se introducirá de forma
radical un factor o elemento nuevo, estamos hablando de la Identidad Religiosa
y su gran capacidad para unir en orden a una misma causa (31) el engaño es
propio de la Moral Imperfecta. Los
PP. Reflexionaron al respecto en orden a la relación Naturaleza y Propiedad
Privada miremos la definición que nos entrega Ambrosio Obispo de Milán: La Propiedad Comunitaria es propia de la
Naturaleza y la Privada es propia del abuso de esta por parte de la Humanidad.
Pasamos al Apóstol Pablo (Rm 8: 1-11) quien nos introduce en
la Justificación perfecta que solo
obra Cristo y que a su vez nos indica una forma de actuar bajo el dominio del
Amor (2)… Lo imposible para la Ley es ahora una realidad Liberadora de Cristo
Resucitado; nuestra mentalidad es renovada por la definitiva presencia del Espíritu
Santo (11) que hace “Digerible” el Mensaje como lo veremos en el Evangelio (Mt
13: 1-9; 18-23) La Metáfora del Sembrador reconoce a Cristo como el gran
mediador y portador de la Palabra de vida (Semilla) y a su Espíritu como el
medio mismo de la Siembra y Fruto de la Palabra. La visión Mateana, tiene como
justificación la Medida del Amor y la
Disponibilidad al mismo. La Semilla no esta lejos de la Planta de la que
procede, en este punto en particular, reconocemos la incidencia esencial de la
Hypostasis (Planta – Fruto) o mejor aun indicada por los PP. Griegos Karpos para designar al Fruto unido o
procedente de la Planta, al Evangelio y nosotros procedentes del Amor de Dios
en la Persona de su Hijo y bajo la Inspiración de su Espíritu… Esta fórmula de
Fe nos ubica en una relación necesaria para el cristiano y vital en orden a la
Gracia de Cristo.
San Pablo no es ajeno a esta cuestión al punto de
relacionarnos directamente con la misma y trascendente Apatheia o Impasibilidad de nuestro Salvador de la cual somos Fruto
y razón de su entrada en la Historia de la Humanidad y en Uno entran todos y
todos en Uno, San Agustín lo refiere al modelo de Adán, superado y Redimido por
Cristo modelo de vida y Eternidad, es pues, Cristo la medida de Dios y nosotros
la medida de su Gracia.
La Predicación del Evangelio de Cristo, el darlo a conocer y
vivir, es signo por Antonomasia de la Salvación que brota del Corazón mismo de
Dios y que se Dona plenamente en su Hijo…
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