SEXTO DOMINGO
DESPUÉS DE LA EPIFANÍA. Eclesiástico capítulo 15 versículos 15-20. Salmo 119:
1-8. 1 corintios capítulos 3 versículos 1-9- Mateo capítulo 5 versículos 21-37.
21.«Habéis oído que se
dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo
ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo
ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la
gehenna de fuego. 23. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas
entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, 24. deja tu ofrenda allí,
delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves
y presentas tu ofrenda. 25. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras
vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el
juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26. Yo te aseguro: no saldrás de allí
hasta que no hayas pagado el último céntimo. 27. «Habéis oído que se dijo: No
cometerás adulterio. 28. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer
deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29. Si, pues, tu ojo
derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que
se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la
gehenna. 30. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala
de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu
cuerpo vaya a la gehenna. 31. «También se dijo: El que repudie a su mujer, que
le dé acta de divorcio. 32. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer,
excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una
repudiada, comete adulterio. 33. «Habéis oído también que se dijo a los
antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34.
Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono
de Dios, 35. ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por
Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey. 36. Ni tampoco jures por tu
cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37.
Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa
de aquí viene del Maligno. (www.bibliacatolica.com.br › La Biblia de Jerusalén
› Mateo).
Los versículos iniciales (21-22) que introducen este relato son bien interesantes desde el punto de vista de las tradiciones judías. La impiedad religiosa era castigada drásticamente y las alusiones iniciales sin duda hacen eco de esta condición y sus implicancias a la hora de señalarlas en algún creyente. Existían también tribunales regionales pero el más importante era el Gran Sanedrín, recordemos que Jesús fue presentado y “condenado” por este tribunal que tenía potestad para señalar el castigo máximo de la pena de muerte, que por razones de ocupación extranjera era ahora ejercido por los romanos. El Texto citado ara este domingo hace énfasis en la condición de los creyentes y como la verdad debe animar todas las facetas de la vida y obra de los bautizados. Nuestra palabra es en sí un “documento veraz” y su cumplimiento habla bien de nosotros. Tener palabra y ajustarla a la verdad es un compromiso de vida para todos y cada uno de los cristianos. La verdad es un componente intrínseco que se manifiesta con el Evangelio y sus contenidos. Para Mateo decir la verdad era la equivalencia de un juramento elevado a Dios. Esto último nos recuerda cuando en Occidente vemos un juicio los testigos son invitados a declarar con su mano derecha sobre la Biblia indicando con ello el valor de sus palabras y conformidad con la verdad.
El uso de la palabra es
sagrado y por ende el bautizado debe ser auténtico y darles valor a sus propias
declaraciones, debemos pues, configurarnos según el valor de la palabra tanto
la nuestra como aquella que brota de Dios y nos puede salvar, esta Iglesia
aceptó la declaración de “suficiencia” de la Palabra de Dios donde encontramos
todo lo necesario para la salvación. Nada puede evitar que caminemos en
búsqueda constante de la Gracia y con ella nuestra salvación, la vivencia de
los cristianos demanda consagración y veracidad como un estilo de vida agradable
a Dios. Los obstáculos se presentan siempre, pero nada hay que no sea superado
con enfoque y determinación y estas cualidades son fruto vivo de la Gracia en
nosotros y nuestra resolución de vivir y actuar como creyentes… Las dificultades son parte de la existencia y
no estamos solos ante ellas, pero ellas ayudan a que nuestro espectro de
tolerancia o aceptación de la frustración sea manejado convenientemente ya que
en la vida no es posible tenerlo todo y vivirlo todo, eso último es parte de
nuestra humana contingencia. Vivamos pues de cara al mundo, pero con el
espíritu clamando por un Reino que no será nunca agotado en la presentación de
este mundo y sus relaciones.
Las costumbres judías
como el divorcio son sublimadas e iluminadas por una concepción sagrada de los
actos y vivencias de los creyentes. El repudio no es una opción cuando el amor
es el motor que mueve las relaciones de los cristianos. Estamos pues, llamados
a vivir un orden superior que no se gasta en el mundo, sino que obra bajo la guía
de Dios mismo por medio de los dones gratuitos a la comunidad de los creyentes
o bautizados. Aquí la Iglesia es en potencia vista por el creyente que opta
radicalmente por el Evangelio de su Señor. Las dificultades nos pueden
convertir en seres humanos difíciles que saben cuidar y valorar sus triunfos.
También es muy cierto que el enemigo de los creyentes se viste con los encantos
de su entorno y aquí muchos creyentes se transforman en lobos rapaces cuando de
dinero y poder se trata, sin importar que se encuentren en los mismos
escenarios eclesiales o en otros. Sin una autentica conversión no será posible
vivir íntegramente para Cristo y su Iglesia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario