jueves, 24 de marzo de 2022

CUARTO DOMINGO EN CUARESMA...

 

CUARTO DOMINGO EN CUARESMA. Josué capítulo 5 versículos 9-12. Salmo 32.   2 Corintios capítulo 5 versículos 16-21. Lucas capítulo 15 versículos 1-3, 11b-32.

 

El Texto de Josué, es particularmente diciente del momento tanto social como religioso que afrontaba el pueblo de Israel, los signos que vemos en la lectura son propios de la llegada a una tierra cuya economía era eminentemente agrícola de allí el alimento que ellos consumieron pero que convirtieron en signo de su creencia religiosa, le anexaron como era de esperarse la circuncisión. Los panes ázimos (sin levadura) y las espigas se convirtieron en signo vivo de que su paso por el desierto había terminado. Tal cambio de escenario motivó el acoplamiento a una tierra cuyas costumbres eran distintas a las de Israel, las nuevas relaciones que se incorporaron a lo cotidiano fueron paulatinamente convirtiendo estas acciones en fuerza de ley.  El cambio de dinámica en el pueblo es parte de los ritmos de la espiritualidad y momento anímico que aun hoy sufrimos los bautizados. Las dificultades y el cambo de actividades nos piden cada día más fuerza y demandan preparación para asumirlas, de lo anterior aseguramos que la formación en los bautizados es parte de esa gran necesidad de conocer y vivir nuestra espiritualidad y su dinámica. Josué guiando a su pueblo y aprovechando los recueros aprendidos de Moisés para instalarse en una tierra ya ocupada por otro pueblo, los conflictos étnicos no han cesado en el presente y al parecer nunca pasaran de moda, de igual forma se desvirtúan los valores y las condiciones de vida digna según aparecen modelos nuevos o foráneos en nuestro entorno familiar y congregacional.

El Salmo 32, acude a una fórmula de reflexión en orden a nuestra vivencia espiritual y toma de conciencia, el pecado lastima nuestras relaciones y debilita la convivencia, y su daño se siente o experimenta también a nivel físico pudiendo así somatizar dolencias y postraciones. Aquí en un estilo didáctico se muestra el impacto del pecado, pero también y es lo más positivo de dejarnos guiar por el Dios vivo y revelado: “Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu consejero." (Versículo 8). La promesa amorosa de Dios nos asiste siempre. Bajo esta primicia nuestra actitud debe cambiar para dar paso a una autentica experiencia de Amor y trascendencia. Dios nos educa literalmente y lo hace con mano misericordiosa mientras que la vida y su intríngulis posee más dureza para mostrarnos el camino y su infalible “régimen de consecuencias”, aprendamos por amor y no por dolor hermanos.

El Apóstol Pablo en su Segunda Carta a los Corintios, nos habla de la “re-creación” es decir, de la obra de Dios redimida en su Adorado Hijo. El conocimiento real del creyente se fundamenta en el Cristo revelado como su Señor y Salvador, las experiencias anteriores son parte de nuestro personal proceso de conversión. La dinámica que se instaura en Cristo es total y totalizante y se vincula a todo aquello que podemos y debemos hacer. Pablo tiene muy presente que la manifestación de Dios en el tiempo, en la historia y en la carne fue su Voluntad salvífica. Pablo eleva la reconciliación a ministerio mostrando la importancia de la convivencia y como esta actitud se convierte en estilo de vida que reivindica el supremo valor de las relaciones entre iguales bautizados hijos de un mismo Padre Dios. La reconciliación se extiende por nuestra mano a todas las formas de vida que habitan nuestro planeta, la contaminación y el desprecio por la vida son materialización dialéctica del pecado en nuestra sociedad.

El nuevo modelo de vida es Cristo y el creyente debe configurar su vida a las enseñanzas del Evangelio de Cristo. Solo así el ser embajadores se transforma en testimonio siempre actual y lo más importante autentico. La Causa Eficiente de la Creación es Cristo y por su medio el Padre Dios creó todo cuanto existe, esta relación original es la fundamentación de su condición salvífica y redentora en la Creación. Cristo es el centro de la nueva obra amorosa del Padre Dios.  El ejemplo de Cristo obediente al Padre es modelo de obediencia para el bautizado que siguiendo a su Señor acude a los Pies del Padre Dios implorando su misericordia y amorosa respuesta.

El texto Lucano, nos ofrece una parábola quizá la más conocida de su evangelio y tiene que ver con el “hijo pródigo” que gracias a su inexperiencia en la vida decide caminar solo en el mundo y exponerse a las consecuencias de una sociedad contaminada por el pecado y rechazo a todo lo que suene recto y digno. Nos hace pensar en la actitud de Dios frente a nosotros y nuestros pecados y como nos acoge, aunque nuestras acciones puedan decir lo contrario a este amoroso gesto. La fidelidad toma matices distintos en las personas y en sus condiciones de vida y reflexión. Aquel hermano mayor es el reflejo de la sociedad de los escribas y fariseos, testarudos y duros de corazón apegados a la ley de Moisés, pero cambiada por sus propias inspiraciones. A esta actitud como habíamos dicho antes se antepone el amor de Dios (como un Padre por sus hijos) que reconoce de qué estamos hechos y aun así nos ama. Muchas veces el bautizado se jacta de ser coherente y justo, de ser poseedor infalible de la verdad en política, religión, ciencia, y demás manifestaciones culturales, y en su intento por poseer la única verdad demostrable, aquí su opinión, termina dañando a otras personas y subestimando sus aportes. La realidad nos dice que el pecado se viste incluso de cosas necesarias, pero cuando se sale de control altera el orden y lesiona la convivencia donde se siente su poderosa influencia.

Como Episcopales estamos ante la posibilidad de construir y concertar o simplemente convertirnos en absolutistas como respuesta a quienes piensan distinto a nosotros. Dios da la oportunidad de madurar y cambiar de manera de pensar y recuperar con ello lo que es justo y bondadoso ante el otro.  El hermano mayor no practicó la Compasión ni siquiera con su propio hermano, esto último, nos recuerda la relación entre Abel y su hermano Caín. Relaciones que se edifican ausentes de Dios son por definición problemáticas y privadas de   valores evangélicos. Amar como lo hace un Padre nos está indicando el supremo valor de la misericordia de Dios en nuestras vidas, aquí vemos como su amor nos justifica, aun por sobre nuestros pecados. El hijo pródigo pudo recocer sus faltas y limitaciones y acudió donde podía encontrar consuelo a sus limitaciones y pecados. El amor todo lo puede parafraseando a Pablo. Si no somos criaturas nuevas entonces el pecado se aposentará sobre nosotros y nos limitará al punto de impedir nuestro crecimiento en la Fe como estaba sucediendo con el llamado hijo prodigo.

 

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