jueves, 12 de agosto de 2021

DÉCIMO SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

DÉCIMO SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B. 1 Reyes capítulo 2 versículos 10-12 y 3:3-14. Salmo 111. Efesios capítulo 5 versículos 15-20.  Juan capítulo 6 versículos 51-58.

 

El libro 1 de Reyes nos relata que David reinó en su país por espacio de cuarenta años, siete años en Hebrón y en Jerusalén treinta y tres años, este reinado fue prolijo en la construcción de una mentalidad monoteísta. También aparece en escena el descendiente de David nos referimos a Salomón, los relatos que muestran a Dios iluminando a este personaje son construcciones gramaticales propias de su época (figuras y relatos arcaicos) sobre las formas de comunicación sobresale el “sueño” recordemos hermanos que antes del advenimiento de las escuelas proféticas en Israel, el sueño era la forma preferida por la Divinidad para comunicarse de manera natural con los seres humanos. Las palabras de Salomón encierran el ideal de todo gobernante, es decir, que no se gobierne el Estado para sacar provecho sino en función del pueblo que son las mayorías, nuestros gobernantes son escogidos para gobernar en justicia y sabiduría no para ser ladrones y corruptos que es lo mismo. Es pues una alusión a la interpretación de la autoridad, el gobernante bendecido y que hace la Voluntad de Dios en quien descansa todo poder en el cielo y la tierra.

No perdamos de vista que Salomón es poseedor de una moral imperfecta como es común en estas épocas por lo que sus prácticas no siempre serán justas o ajustadas a la verdad revelada, esta imperfección será superada con el advenimiento del Mesías y su “Mandamiento Nuevo”. Salomón es un gobernante lleno de sabiduría y esta es sin duda fruto de su Fe en Dios. Salomón no escatima recursos para gobernar en justicia y su premio es la riqueza que paradójicamente hoy en nuestras naciones es el objetivo de los gobernantes y no la justicia. La realidad vivida por Salomón contrasta totalmente con la postura que asumirán otros gobernantes, incluyendo su propia casa real. La justicia seguirá expresándose también en las categorías culticas ya que los sacrificios en los “lugares altos” particularmente a Baal y Astarté mostraran la necesidad de trabajar la identidad religiosa de Israel. Estos procesos de inculturación son nocivos para el creyente que copia modelos externos muchas veces contrarios a su realidad de Fe. No es raro hoy que millones de bautizados incurran en prácticas de brujería, nigromancia, adivinaciones, y muchas más, como emulando los antiguos sacrificios de los que tomó en su momento parte el rey Salomón. El retomar el camino de la auténtica Fe es la posibilidad de todos los bautizados como en su momento fue la opción de este personaje. Cristo es la fuente de toda sabiduría y fundamento salvífico para el bautizado y quien incurre en prácticas como las descritas no es un auténtico creyente. Esta suplantando a Dios en su vida con banalidades y apegos mundanos y las ambiciones de esta realidad material.

El Salmo 111, posee una estructura poética y narra las manifestaciones de Dios con su pueblo en el desierto, es la remembranza de Dios cuidando a los suyos, pero con el ingrediente agradecido del creyente que sabe perfectamente a quien debe darle gracias. Basta para esta afirmación mirar el versículo 5 “Ha dado alimento a quienes le temen, se acuerda por siempre de su alianza” es la misericordia de Dios que acoge las necesidades de los suyos, el judío recordará con este Salmo el milagro del Maná  y las codornices, que son expresiones del amor de Dios ante la necesidad de los suyos, es un cuidado amoroso siempre presente en Dios por el pueblo escogido y ahora por cada uno de los hijos de la Madre Iglesia, me refiero al vínculo espiritual entre Dios y los bautizados. La realidad que asumimos desde la Fe es clara, “Dios es nuestro más grande Proveedor”.

El apóstol Pablo nos ofrece muy probablemente un trozo de algún canto o meditación primitiva en Efesios capítulo 5 versículos 15-20, con una serie de enseñanzas importantes para la cotidianidad de los bautizados, las alusiones al tiempo presente sin duda son producto de la necesidad de los creyentes por vivir distinto a cómo viven los demás que no desean practicar los compromisos de su Fe. Pablo sabe que en Éfeso las cosas no marchan muy bien y que está sucediendo con ellos lo que experimentaron en congregaciones como la de Corinto donde el entorno era hostil por la praxis de enseñanzas del paganismo y el culto cívico que dominaba la estela religiosa de aquellas ciudades. La prudencia es el arma del creyente para evitar caer en los embrujos del tiempo presente, de una vida material que solo respira superficialidad y frivolidad. Pues es el escenario del bautizado y aquí es donde debe luchar por transformar su medio y darle también la esperanza de la salvación.

Vivamos nuestra Fe bautismal, ella es portadora de la luz de la Gracia que en todo momento guía nuestro proceder y da sentido salvífico a todo lo que obramos y oramos. La invitación es práctica y define el derrotero de la espiritualidad comunitaria que debe reinar en la congregación. Miremos sus palabras: “Recitad entre vosotros Salmos, himnos y cánticos inspirados, cantad y salmodiad en vuestro corazón, dando gracias continuamente a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo” (versículos 19-20). Teniendo presente el sentido comunitario que estrecha los vínculos de toda relación fraterna y más aún, de la que se gesta en cada una de nuestras congregaciones. Pablo nos invita también a nosotros como bautizados a permanecer en actitud de oración siempre, a vivir la esperanza de los hijos de Dios, que saben que en este mundo la Iglesia es signo salvífico y que ella toma forma en la Fe que el bautizado vive intensa y santamente en el mundo materializando sus relaciones con los demás a la luz del Evangelio de Cristo.

La propuesta Joanica para este domingo (décimo tercero después de Pentecostés) asume el discurso eucarístico del Señor en el contexto de la identidad Escrituristica al referirlo como en las palabras de la institución sacramental (1 Corintios capítulo 11 versículo 24-25) la celebración de la Eucaristía nos ubica en el ser revelado que en Juan se convierte en alimento imperecedero y trascendente.  Cristo mismo plantea una relación en lectura post-pascual, es decir, en generar un vínculo que supera el tiempo y se instala en la más profunda convicción de los bautizados. Cristo es el “Pan Vivo”, es la fuente viva de la Gracia que contiene todo deleite para los creyentes y artífice de nuestra relación madura desde la Fe y en vocación salvífica.  Hic est panis vivi bajadod omne delectamentum in se caelum”, su traducción al español nos dice: “Este es el pan vivo bajado del cielo que en si contiene todo deleite”. Solo Cristo se ofreció por la humanidad y solo su Sangre fue contada por el Padre Dios como sacrificio agradable y absolutamente reparador de toda relación lastimada por el pecado. Es también una manera de ver lo sobrenatural en el plano de nuestra vida cotidiana y todo lo que implica de cara al mundo y sus distintos escenarios necesitados como nunca de esperanza y testimonio vivo.

 

Hermanos, siguiendo las enseñanzas de los santos PP. de la Iglesia, diremos que la Eucaristía o como la denominamos muchas veces (la Misa), nos comunica literalmente la vida de Dios por medio de su Adorado Hijo nuestro Señor y Salvador Jesucristo, no es un rito vacío, o solo simbólico, es absolutamente mistagógico, que nos enseña que lo celebrado, se convierte en realidad no percibida del mundo espiritual. Si recibimos la vida de Dios es precisamente para ser distintos al mundo y vivir los valores del Evangelio y no como quienes carecen de esperanza –parafraseando a Pablo-. Las palabras del Señor, no siempre son comprendidas en la justa dimensión, porque es obra del Espíritu Santo que nosotros las podamos entender y vivir.  No hay otra fuente de vida más que el Señor en la Eucaristía, y no es posible en nuestra visión episcopal pensar en una relación plena y resucitada sin el concurso de la Eucaristía.

 

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