DÉCIMO SEGUNDO DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Año B. 1 Reyes capítulo 2 versículos 10-12 y 3:3-14.
Salmo 111. Efesios capítulo 5 versículos 15-20.
Juan capítulo 6 versículos 51-58.
El libro 1 de Reyes nos
relata que David reinó en su país por espacio de cuarenta años, siete años en
Hebrón y en Jerusalén treinta y tres años, este reinado fue prolijo en la
construcción de una mentalidad monoteísta. También aparece en escena el
descendiente de David nos referimos a Salomón, los relatos que muestran a Dios
iluminando a este personaje son construcciones gramaticales propias de su época
(figuras y relatos arcaicos) sobre las formas de comunicación sobresale el
“sueño” recordemos hermanos que antes del advenimiento de las escuelas
proféticas en Israel, el sueño era la forma preferida por la Divinidad para
comunicarse de manera natural con los seres humanos. Las palabras de Salomón
encierran el ideal de todo gobernante, es decir, que no se gobierne el Estado
para sacar provecho sino en función del pueblo que son las mayorías, nuestros
gobernantes son escogidos para gobernar en justicia y sabiduría no para ser ladrones
y corruptos que es lo mismo. Es pues una alusión a la interpretación de la
autoridad, el gobernante bendecido y que hace la Voluntad de Dios en quien
descansa todo poder en el cielo y la tierra.
No perdamos de vista que
Salomón es poseedor de una moral imperfecta como es común en estas épocas por
lo que sus prácticas no siempre serán justas o ajustadas a la verdad revelada,
esta imperfección será superada con el advenimiento del Mesías y su “Mandamiento
Nuevo”. Salomón es un gobernante lleno de sabiduría y esta es sin duda fruto de
su Fe en Dios. Salomón no escatima recursos para gobernar en justicia y su
premio es la riqueza que paradójicamente hoy en nuestras naciones es el
objetivo de los gobernantes y no la justicia. La realidad vivida por Salomón
contrasta totalmente con la postura que asumirán otros gobernantes, incluyendo
su propia casa real. La justicia seguirá expresándose también en las categorías
culticas ya que los sacrificios en los “lugares altos” particularmente a Baal y
Astarté mostraran la necesidad de trabajar la identidad religiosa de Israel.
Estos procesos de inculturación son nocivos para el creyente que copia modelos
externos muchas veces contrarios a su realidad de Fe. No es raro hoy que
millones de bautizados incurran en prácticas de brujería, nigromancia,
adivinaciones, y muchas más, como emulando los antiguos sacrificios de los que
tomó en su momento parte el rey Salomón. El retomar el camino de la auténtica
Fe es la posibilidad de todos los bautizados como en su momento fue la opción
de este personaje. Cristo es la fuente de toda sabiduría y fundamento salvífico
para el bautizado y quien incurre en prácticas como las descritas no es un
auténtico creyente. Esta suplantando a Dios en su vida con banalidades y apegos
mundanos y las ambiciones de esta realidad material.
El Salmo 111, posee una
estructura poética y narra las manifestaciones de Dios con su pueblo en el
desierto, es la remembranza de Dios cuidando a los suyos, pero con el
ingrediente agradecido del creyente que sabe perfectamente a quien debe darle
gracias. Basta para esta afirmación mirar el versículo 5 “Ha dado alimento a
quienes le temen, se acuerda por siempre de su alianza” es la misericordia
de Dios que acoge las necesidades de los suyos, el judío recordará con este
Salmo el milagro del Maná y las
codornices, que son expresiones del amor de Dios ante la necesidad de los
suyos, es un cuidado amoroso siempre presente en Dios por el pueblo escogido y
ahora por cada uno de los hijos de la Madre Iglesia, me refiero al vínculo
espiritual entre Dios y los bautizados. La realidad que asumimos desde la Fe es
clara, “Dios es nuestro más grande Proveedor”.
El apóstol Pablo nos
ofrece muy probablemente un trozo de algún canto o meditación primitiva en
Efesios capítulo 5 versículos 15-20, con una serie de enseñanzas importantes
para la cotidianidad de los bautizados, las alusiones al tiempo presente sin
duda son producto de la necesidad de los creyentes por vivir distinto a cómo viven
los demás que no desean practicar los compromisos de su Fe. Pablo sabe que en
Éfeso las cosas no marchan muy bien y que está sucediendo con ellos lo que
experimentaron en congregaciones como la de Corinto donde el entorno era hostil
por la praxis de enseñanzas del paganismo y el culto cívico que dominaba la
estela religiosa de aquellas ciudades. La prudencia es el arma del creyente
para evitar caer en los embrujos del tiempo presente, de una vida material que
solo respira superficialidad y frivolidad. Pues es el escenario del bautizado y
aquí es donde debe luchar por transformar su medio y darle también la esperanza
de la salvación.
Vivamos nuestra Fe bautismal,
ella es portadora de la luz de la Gracia que en todo momento guía nuestro
proceder y da sentido salvífico a todo lo que obramos y oramos. La invitación
es práctica y define el derrotero de la espiritualidad comunitaria que debe
reinar en la congregación. Miremos sus palabras: “Recitad entre vosotros
Salmos, himnos y cánticos inspirados, cantad y salmodiad en vuestro corazón,
dando gracias continuamente a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo”
(versículos 19-20). Teniendo presente el sentido comunitario que estrecha los
vínculos de toda relación fraterna y más aún, de la que se gesta en cada una de
nuestras congregaciones. Pablo nos invita también a nosotros como bautizados a
permanecer en actitud de oración siempre, a vivir la esperanza de los hijos de
Dios, que saben que en este mundo la Iglesia es signo salvífico y que ella toma
forma en la Fe que el bautizado vive intensa y santamente en el mundo
materializando sus relaciones con los demás a la luz del Evangelio de Cristo.
La propuesta Joanica para
este domingo (décimo tercero después de Pentecostés) asume el discurso eucarístico
del Señor en el contexto de la identidad Escrituristica al referirlo como en
las palabras de la institución sacramental (1 Corintios capítulo 11 versículo
24-25) la celebración de la Eucaristía nos ubica en el ser revelado que en Juan
se convierte en alimento imperecedero y trascendente. Cristo mismo plantea una relación en lectura
post-pascual, es decir, en generar un vínculo que supera el tiempo y se instala
en la más profunda convicción de los bautizados. Cristo es el “Pan Vivo”, es la
fuente viva de la Gracia que contiene todo deleite para los creyentes y
artífice de nuestra relación madura desde la Fe y en vocación salvífica. “Hic est panis vivi bajadod omne
delectamentum in se caelum”, su traducción al español nos dice: “Este es
el pan vivo bajado del cielo que en si contiene todo deleite”. Solo Cristo
se ofreció por la humanidad y solo su Sangre fue contada por el Padre Dios como
sacrificio agradable y absolutamente reparador de toda relación lastimada por
el pecado. Es también una manera de ver lo sobrenatural en el plano de nuestra
vida cotidiana y todo lo que implica de cara al mundo y sus distintos
escenarios necesitados como nunca de esperanza y testimonio vivo.
Hermanos, siguiendo las
enseñanzas de los santos PP. de la Iglesia, diremos que la Eucaristía o como la
denominamos muchas veces (la Misa), nos comunica literalmente la vida de Dios
por medio de su Adorado Hijo nuestro Señor y Salvador Jesucristo, no es un rito
vacío, o solo simbólico, es absolutamente mistagógico, que nos enseña que lo
celebrado, se convierte en realidad no percibida del mundo espiritual. Si
recibimos la vida de Dios es precisamente para ser distintos al mundo y vivir
los valores del Evangelio y no como quienes carecen de esperanza –parafraseando
a Pablo-. Las palabras del Señor, no siempre son comprendidas en la justa
dimensión, porque es obra del Espíritu Santo que nosotros las podamos entender
y vivir. No hay otra fuente de vida más
que el Señor en la Eucaristía, y no es posible en nuestra visión episcopal
pensar en una relación plena y resucitada sin el concurso de la Eucaristía.
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