miércoles, 6 de mayo de 2020

ESPIRITUALIDAD Y RELIGIOSIDAD POST-PANDÉMICA. SOLILOQUIOS.


ESPIRITUALIDAD Y RELIGIOSIDAD POS- PANDÉMICA.


MEDITACIONES. SOLILOQUIOS…


Las manifestaciones de frustración por no poder salir libremente de nuestros hogares deben impulsarnos a valorar la libertad y condenar las cadenas que arbitrariamente hemos extendido sobre otras criaturas en zoológicos, aqua-parques, jaulas en casa, y otras formas de desprecio por la libertad esencial de otros seres vivos. La gran paradoja la encontramos precisamente en el Coronavirus que es totalmente amigo de la naturaleza y logró más por ella que todos los movimientos ecologistas de los últimos 100 años.

La pandemia Covid-19 (coronavirus) se presentó en el mundo generándose el primer brote en la China (en la ciudad de Wuhan, donde viven 11 millones de personas) tan densamente poblada como Bogotá en Sur América. Pues en esta localidad asiática se inició el contagio que favorecido por la gran conectividad entre los pueblos llegó prácticamente a todos los rincones del mundo. En cuanto a la realidad medica que este virus desencadena en el ser humano, todos conocemos que ataca a personas que sufren dolencias de enfermedades de carácter crónico y en las mismas podemos señalar a quienes padecen problemas respiratorios, es importante aclarar que la naturaleza de este ensayo no es investigativa sino reflexiva en orden a nuestra postura teológica y su cosmovisión, como quiera que estamos superando en algunas latitudes su etapa de contagio y lucha más crítica. Es importante afirmar que los imaginarios corresponden a la condición real de los Ethos culturales que muchas personas viven, no existe al menos en Latino América una dinámica pedagógica que afirme campañas de prevención tanto de este virus como de otras crisis de la salud publica en el pasado. Todavía se lucha contra el “dengue” con campañas sintomatológicas y no con un empeño que forme el carácter del grueso de la población. Ante tal panorama es el papel esencial de la Iglesia el llegar con un mensaje cargado de esperanza que muestre vivo y activo a Dios en la psique de los bautizados. En la problemática debemos rescatar los valores inspirados en la humanidad y contenidos en el Evangelio del resucitado, la cuarentena llegó en cuaresma y culminará en pascua. Aquí están las señales del cambio de mentalidad como pretendemos afirmar a lo largo del presente ensayo…

Un virus no es un organismo, es una molécula o compuesto químico que puede resistir prácticamente todos los ambientes de la tierra. Afirmar técnicamente su naturaleza molecular y química es función de la ciencia y no de la teología. La realidad que genera expone una serie de interrogantes de tipo ético y moral sobre la manipulación sintética de estos compuestos por parte de la ciencia que en algunas naciones no posee tope alguno. Los límites del valor de la vida son transgredidos cada rato y momento por los intereses económicos y militares de las potencias que todos conocemos. La tierra como el Oikos o “casa de todos” se convirtió por parte de estos elementos antiéticos en blanco de sus experimentos. En una mirada al pasado siglo XX recordamos la “guerra fría” y como las potencias y especialmente los EE-UU, destruyeron islas enteras en el pacífico probando sus armas. Se estable una dicotomía destructiva entre el ser humano administrador amable y temeroso de la obra de Dios y el depredador civilizado que lleva el daño fuera de su casa. La guerra del presente se libra en el uso de la tecnología y la realidad “ciber configurada” y aparece un elemento nuevo y antiguo a la vez, nos referimos a las armas biológicas. El pecado se convierte en dominio destructivo y se adorna con eufemismos como “adelantos científicos” la pandemia cual jinete apocalíptico nos mostró como un componente químico diez millones de veces más pequeño de lo que el ojo humano puede percibir literalmente confinó a cerca de ocho mil millones de personas en sus hogares. Aquí las más de diez mil cabezas (ojivas) nucleares rusas y estadounidenses se muestran impotentes, o los grandes poderes económicos de los alemanes, británicos y japoneses se muestran vulnerables, y qué decir del gigante asiático, nos referimos a la China. La Gracia aparece como la restauradora de estas relaciones vitales dañadas por la humanidad y como si fuera poco resulta ahora que el virus es benévolo, con los más indefensos, las otras formas de vida que comparten su existencia con nosotros, la naturaleza, esto nos indica el valor de la vida y como ella es escuchada también cuando clara a su Creador. 
“La Creación en efecto fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió en la Esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa Libertad de los Hijos de Dios… Pues sabemos que la Creación entera gime hasta el presente y sufre de dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu… Nosotros mismos gemimos en nuestro interior…”   (Romanos capítulo 8 versiculos 20-22).

La imagen que ilustra las palabras de Pablo son determinantes para nosotros y especialmente en estos tiempos y ante la crisis mundial que estamos atravesando. Hemos contaminado tan profundamente a la creación que esta por sí sola no puede emerger y necesita de la Gracia para ser restituida. Una marca del pecado humano sobre ella es precisamente la calidad de las aguas, el aire, y la tierra. Cada día están siendo exterminadas especies, y otras son sometidas a la caza, no se trata de una política para sostener vida humana sino un sangriento y cruel deporte que hace que la adrenalina corra por las venas de los victimarios. Debemos necesariamente puntualizar que la naturaleza no es un valor esencial recreativo de la especie dominante, nos referimos a la humanidad. No podemos edificar relaciones vitales sobre el exterminio y desprecio por la vida en otras formas distintas a la nuestra. La creación es obra llamada a la perfección por parte de su Creador y no puede ser convertida en una mera fuente de recursos por parte de nuestro estilo moderno de vida. Miremos la forma como lo pone de relieve el Texto del Genesis “Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” … Capitulo 1 versiculo 31.

 Precisamente la perfección de la obra de Dios posee en si misma un balance necesario que al ser alterado produce consecuencias para la vida. El Oikos creado por Dios no brotó de la materia por capricho, sino que corresponde al plan de Dios para compartir con nosotros algo de su mente creadora. Algo pensado en amor y sustentado por amor. Somos desde esta perspectiva parte de un plan y no desarrolladores del mismo. Pensar de la manera como lo venimos haciendo no es saludable y tal forma de obrar de nuestra parte solo puede distanciarnos de la obra de Dios. El ser obra de Dios tanto ella como nosotros, debe pues, llevarnos a vivir en comunión esencial de vida y no de empleo arbitrario de cuantos recursos existen. El pecado como oscuridad o ausencia de Gracia debilita la vida y la convierte en esclava de los bienes y valores mudables. Debemos pensar que el Creador puede estar siendo desplazado por nosotros de su obra. Desde luego que nuestra ausente percepción de la obra en paz y armonía contradice la Gracia misma derramada sobre ella. La postura ontológica de nuestra parte no puede ignorar las propiedades de la naturaleza. La vida se sustenta gracias a un principio de relación que se establece entre las formas de vida y ello implica que los eslabones no pueden ser alterados. El Apóstol Pablo al parecer desea trasladar el drama humano fruto del pecado al orden de la naturaleza.  Este movimiento se enfoca directamente en los dolores que un parto produce y sabemos que el dar a luz es un proceso traumático por la anterior perdida de los dones preternaturales. El libro del Genesis generosamente describe tanto la obra creadora de Dios como las relaciones vitales entre los seres vivos por categorías. La obra de Dios refleja su perfección y la trascendencia que nos ofrece. Los imaginarios populares sitúan a Dios lejano e inalcanzable, pero por sobre cualquier categoría es importante saber que la Vestigia o Huella de Dios transita desde la revelación y antes en la creación del universo. La perfección de la vida en todas sus formas son una referencia directa de su Hacedor. Si el creyente no comprende su papel en la obra de la creación sus acciones podrían dejarle fuera del plan de Dios Creador. Estamos enfocados en la trascendencia, pero esta inicia con la absoluta comprensión que debemos tener de la realidad material y los eventos que conocemos de ella como sus manifestaciones. El fenómeno de la vida hace de cada uno de nosotros instrumentos conscientes de la creación de Dios. Nuestra religiosidad popular debe dar paso a una comunión perfecta con la creación ya que la Gracia llega a esta por medio de la humanidad que adora a su Creador. Una postura cultica universal que se convierte en vinculante tanto de la realidad de nuestra Fe como de toda la obra creadora. La pandemia conocida por todos debe ser el inicio superado de un estadio de madurez y comunión efectiva con la naturaleza que hoy disfruta del aplacamiento de nuestros ímpetus dominadores. Nuestra oración debe dar paso a una plegaria universal que no haga eco de afirmaciones pasadas sobre nuestra autoridad sobre la creación de Dios. El Oikos dibuja para nosotros una realidad plasmada en los eventos naturales que todos conocemos.

Una vez superemos la pandemia debemos iniciar una concepción cultica más madura frente a la vida en todas sus formas. La ausencia de la Gracia puede desencadenar nuevas crisis ante nuestro continuado desprecio por la obra de Dios. La pandemia es un grito de “basta a la obra artificial del ser humano” que reclama como suyo un mundo que él no creó. Una hermandad universal fue visibilizada desde el Humanismo y ahora tenemos la oportunidad de desmontar la realidad que nos llevó a ser víctimas del virus por todos comentado. El Cristo-centrismo esta hoy reclamando su sitial en la conciencia de los bautizados, la pandemia muestra la vulnerabilidad de nuestra especie y también afirma la necesidad de Dios en nuestro caminar. En lo personal creo que estamos llamados a dar un salto a nuestra concepción ontológica de la vida humana y en general de la naturaleza. Nuestro presupuesto gnoseológico debe abarcar la autonomía con la cual la vida puebla el mundo que conocemos. “LA REALIDAD MATERIAL QUE LLAMAMOS ESPECIES VIVAS Y ALGUNAS FORMACIONES INERTES COMO LOS MINERALES SON TAMBIÉN CONSECUENCIA DE LA CAUSA EFICIENTE SOBRE ELLA, NOS REFERIMOS AL DIOS CREADOR” … Nuestra ontología hacia la vida y la creación en general debe propender por una reinterpretación de las causas por las cuales estamos en el planeta. Somos una especie in-terminada y evolucionada constantemente. La Gracia se presenta como ese eslabón vital de la vida en sus formas y categorías acogidas por nuestra inteligencia y por ende composición de la realidad que podemos percibir. La racionalidad de nuestros criterios no necesariamente contenga la verdad total que hemos reclamado sobre la tierra y los planetas que gracias a la ciencia hemos visitado. Nuestra ontología reclama un presupuesto de su racionalidad absolutamente distinto a la hora de asumir nuestro papel en la vida como especie racional y consciente de su propio estado y lugar en la vida. Sino trabajamos por alcanzar una madurez intelectiva frente a la creación de Dios entonces continuaremos reclamando el derecho de matar y consumir sin medida alguna. Hace rato que debemos ampliar el espectro de nuestra formula de “confesión de pecados L.O.C. Página 282 y ss” para incluir nuestras relaciones con la vida en otras formas o especies no-humanas. El cristiano-episcopal debe reconocer que los procesos de la vida que se fundamentan en su ser también son por analogía los mismos que sostienen la vida en otras especies, esto último, es como indicar acertadamente que la vida no es exclusividad de la concepción racional que tenemos nosotros como especie e individuos. No es un discurso anti-cristiano el suponer o mejor aún afirmar la existencia de Derechos en otros seres vivos, el dolor es el mismo tanto en la racionalidad de la vida humana como en otras especies, no es posible que sigamos pensando que entramos al templo en paz luego de destruir vidas por capricho o intereses exclusivamente sociales. Un ejemplo de esta última cuestión puede ser “talar árboles para dar paso a parqueos para vehículos y luego ver a sus dueños apeñuscados donde un árbol les da su sombra”.

 El concepto comunidad lo hemos convertido en un contenido cultico con el correr de los siglos, pero en esta discusión también podemos afirmar que comunidad es la reunión de seres vivos tanto humanos como no-humanos, entonces tanto unos como otros poseen derechos. La vida es en sí un derecho otorgado por el Creador. Aquel discurso utilitarista que algunos argumentan a su favor del libro del Genesis, es importante interpretarlo en el contexto de una sociedad agrícola antediluviana incapaz de ver en otras especies cualidades propias de su existencia individual. La dimensión cultica hoy debe abarcar también la restauración de las relaciones de la humanidad con la naturaleza, de esta forma, podremos generar escenarios para la vida racional en armonía y comunión con las especies que pueblan la creación. El llamar a “Dios Padre de todos” implica con ello la afirmación categórica de su valor como Creador y también del origen común a las especies de la obra creadora. Así como agradecemos a Dios por el “pan de cada día” otros seres vivos hacen lo propio con su existencia que ya de por si se convierte en un himno a su Hacedor. Miremos el Salmo 147 de nuestra Salmodia (versión Biblia de Jerusalén).

"1. Alabad a Yahveh, que es bueno salmodiar, a nuestro Dios, que es dulce la alabanza. 2.Edifica Yahveh a Jerusalén, congrega a los deportados de Israel; 3. él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas. 4. Él cuenta el número de estrellas, y llama a cada una por su nombre; 5. grande es nuestro Señor, y de gran fuerza, no tiene medida su saber. 6.Yahveh sostiene a los humildes, hasta la tierra abate a los impíos. 7. Cantad a Yahveh en acción de gracias, salmodiad a la cítara para nuestro Dios: 8. El que cubre de nubes los cielos, el que lluvia a la tierra prepara, el que hace germinar en los montes la hierba, y las plantas para usos del hombre, 9. el que dispensa al ganado su sustento, a las crías del cuervo cuando chillan. 10. No le agrada el brío del caballo, ni se complace en los músculos del hombre. 11. Se complace Yahveh en los que le temen, en los que esperan en su amor. 12. ¡Celebra a Yahveh, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! 13. Que él ha reforzado los cerrojos de tus puertas, ha bendecido en ti a tus hijos; 14. pone paz en tu término, te sacia con la flor del trigo. 15. Él envía a la tierra su mensaje, a toda prisa corre su palabra; 16. como lana distribuye la nieve, esparce la escarcha cual ceniza. 17. Arroja su hielo como migas de pan, a su frío ¿quién puede resistir? 18. Envía su palabra y hace derretirse, sopla su viento y corren las aguas. 19. El revela a Jacob su palabra, sus preceptos y sus juicios a Israel: 20. no hizo tal con ninguna nación, ni una sola sus juicios conoció."
Salmos, 147 - https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/salmos/147/

La relación del Creador es siempre providente y por ende contingente hacia nosotros y los demás seres vivos, es un Dios proveedor que no hace distinción alguna entre las especies que creó. Tal visión llega a nosotros en la tradición de los Escritos del (A.T). Cuando hablamos de una relación vital y necesaria estamos señalando con ello, la profundidad relación entre el Creador t la criatura. Una asimilación ontológica que nos permite ver su profundidad y necesidad. Esta asimilación n o es otra que el reconocimiento de la vida y sus características únicas, sus atributos y notas esenciales, esa postura la encontramos en personajes como Francisco de Asís y su capacidad para relacionarse con otras formas vivas no-humanas. Estamos retomando la conciencia ecológica que no es una cuestión nueva como suponen muchos dejándose llevar de la novedad de sus conceptos. La conciencia ecológica está presente en la liturgia de la Iglesia como signo de la comunión vital entre los seres vivos y su origen por analogía. Nuestra oracion es totalizante en la medida en la que asumimos como propias otras preocupaciones y no descartamos el valor intrínseco de la naturaleza y su poderosa voz en nosotros. Actualizando un axioma de los nominalistas podremos afirmar: “Un solo ser vivo en la naturaleza vale más que todos los universales” si pretendemos jerarquizarlos es factible que encontremos que la presencia de los seres vivos es tan valiosa como la de cualquier persona humana en la dirección tacita de su origen y por ende en la argumentación de sus Derechos.

La postura ontológica de nuestra Comunión puede verse influenciada por la praxis del Derecho y las categorías de la redención en las que podemos equiparar no solo la humanidad sino la misma naturaleza”.

Nuestra espiritualidad debe dar espacio a la reflexión de esta relación con los seres vivos cuyas necesidades se convierten en oracion que sabe escuchar muy bien su Creador como nos lo enseña el Salmo que citamos (147). La postura espiritualizada de nuestra oración y cultica coherente con la vida y sus procesos, nos invita a dar gracias a Dios por cada nuevo día y su noche, dejando entrever con ello el conocimiento de la relación estética de las leyes naturales y las causalidades que gobiernan nuestro entorno. La praxis a la que hacemos referencia nos invita a ordenar la forma como entramos en contacto con la lógica de los contenidos de la vida, es decir, de las leyes y la naturaleza que la sustentan y expresan en su absoluta contingencia. Los “logos” citados por el gran Origenes los traducimos como las fuerzas vitales que hacen presencia en las leyes y los seres vivos y a su vez obedecen al Logos de Dios o su Verbo adorado. Claramente hablamos de una espiritualidad lógica y en contenidos demostrables. La post-pandemia que afrontaremos en unas semanas no se irá de los imaginarios de la Massa Humana y esperamos que la mayoría de las personas comprendan que urge un cambio de actitud en los presupuestos de la racionalidad frente a la naturaleza y la manera como estamos priorizando conceptos artificiales sobre el bienestar natural de la vida en todas sus formas. Una espiritualidad que no estará solo sino asistida por el conglomerado de los eres creados por el Dios amoroso. Una toma de conciencia sobre los estilos y formas de vida nada amigables con el planeta. Las manifestaciones de frustración por no poder salir libremente de nuestros hogares deben impulsarnos a valorar la libertad y condenar las cadenas que arbitrariamente hemos extendido sobre otras criaturas en zoológicos, aqua-parques, jaulas en casa, y otras formas de desprecio por la libertad esencial de otros seres vivos. La gran paradoja la encontramos precisamente en el Coronavirus que es totalmente amigo de la naturaleza y logró más por ella que todos los movimientos ecologistas de los últimos 100 años. Este fenómeno solo puede indicar que el balance en las relaciones con nuestro entorno está en saldo rojo.

Nuestra espiritualidad debe reconstruir nuestra visión contaminada de la naturaleza y liberarla a ella y a nosotros de una enferma dependencia materialista. No es factible continuar de la manera como estamos actuando, la crisis que produjo el virus Covid 19 es un contundente indicador de la situación de pecado en el proceder de la humanidad frente a la vida no-humana. La revaloración de nuestras relaciones debe impulsar una nueva visión metafísica de esta comunión necesaria y vital.

La destrucción no es una opción, la conservación es el camino. Una manifestación cósmica del resucitado llevando su paz a los discípulos debe ser también un don recibido por cada bautizado y su praxis nos asegura un equilibrio y armonía que genere la denominada Ataraxia en nuestras relaciones primordiales con el otro que en su naturaleza es igual a nosotros y con las demás formas vivas e inertes de la creación. La paz no solo es un movimiento del alma en su componente intelectico para reconocerla y vivirla, es también un orden que afecta positivamente todas las manifestaciones y hábitos de la persona empoderada de su deber frente a la creación amorosa de Dios. Ahora actualizando el Evangelio podríamos afirmar que su actualización es desde la perspectiva intelectiva de nuestra postura creyente, y tal paso metafísico nos permite ver en la vida una poderosa presencia de su Creador, esto último sin caer en el animismo, panteísmo o deísmo. Si pretendemos ahondar en esta postura entonces si es posible ver un cierto deísmo cristianizado y desprovisto de su ser radicalmente metafísica para no elaborar doctrina alguna que no esté contenida en el Credo como síntesis de las enseñanzas de la Iglesia. Argumentando desde nuestra postura el enfoque no debe salirse de la directriz establecida sobre la inmanencia de Dios en su obra, pero solo a Voluntad suya y no por presupuesto intelectivo de nuestra parte y su buscamos eufemismos técnicos entonces hablamos de su presencia habitual en el bautizado por medio de la Gracia como un atributo de su amor y no una extensión de su Ser de Dios. Así podemos evitar consideración alguna contraria a la Tradición de nuestra Iglesia en su ser católico por antonomasia. Nuestra oración en su componente tripartito se enfoca necesariamente al Padre Dios en cuyo amor nos lo revela su adorado Hijo y al que, de Entrambos procedente, nos referimos al Dios Espíritu Santo (Agustín de Hipona). La Gracia como luz amorosa de Dios ilumina todo el ser intelectivo de la humanidad y nuestra perfección corresponde a la proximidad esencial con aquella bella luz convertida en Gracia… La superación de nuestro propio ser en su realidad material nos permite crecer de manera integral, buscando tres dimensiones que se fusionan vitalmente:

·         Nuestra voluntad de vivir y creer en nosotros mismos.

·         Creer también en los demás.

·         Nuestra centralidad en el Dios amoroso.

Estos elementos los invertimos en la integralidad de nuestro ser, para poder lograr una espiritualidad que nos conecte con el entorno y con lo que en síntesis somos y vivimos. Nuestra postura anglicana esta abierta al mundo y esa apertura nos hace gravitar también en orden al otro y su circunstancia como quiera que no estamos solos y juntos formamos parcerías que edifican un Reino. El Reino al que hacemos mención surge delo más profundo del ser redimido y se proyecta sobre el horizonte mismo de la relación con Dios. Es una condición redimida que nos hace tomar conciencia sobre el otro y su realidad y entender que en la mayoría de los casos nosotros hacemos parte de dicha realidad. El engranaje de tales acciones hace que compartamos el modo y medio de la redención y por ende la analogía de la Gracia. En esta perspectiva actuamos movidos por la Inhabitación de Dios en nosotros por medio de los dones y frutos de su Espíritu. Una presencia siempre actual y parafraseando al Hiponense: “Belleza siempre antigua y siempre nueva”. La actualidad de la Gracia nos permite orar cada día como si fuera el primero y en la toma de conciencia de su eterno acontecer. Es interesante como el primer día de la semana las mujeres fueron al sepulcro, esta alusión cargada de misticismo nos permite ver una figura de la actualización permanente de la oración y como siempre es hoy en la meditación y contemplación de la Palabra de Dios. Orar sin desfallecer es un signo inequívoco de que estamos caminando por la senda correcta. El bautizado Episcopal debe tener presente que su vida espiritual inicia en la oración y culmina en la oración espiritualizando todo lo que vive en la praxis de su Fe. Este vivir evoca la vida sacramental tan definitiva en nuestro crecimiento espiritual. Nuestra espiritualidad en tiempos como los actuales debe tener literalmente los pies sobre la tierra para no entrar en concepciones fatalistas fuera de tiempo y realidad.

La espiritualidad madura entra en un estadio de aceptación y vivencia de la realidad amparada solo en la Gracia de sus ejercicios diarios como la oración, meditación, contemplación, vida sacramental, de esta manera teniendo en orden la praxis de nuestra Fe es posible crecer en la vida del espíritu y enriquecer las demás relaciones que hemos fincado en el mundo con nuestros hermanos. La vida sobrenatural hace que caminemos en el mundo sin ser del mundo y cumplir las palabras del Señor contenidas en el capítulo 17 de Juan.

Reconocer los signos que nos indican que estamos caminando en la dirección de la vida sobrenatural es vital para afirmar nuestro llamado a la trascendencia propia de los creyentes bautizados en el “toque” de esta Comunión de Iglesias, la cuestión estriba en la suficiente presencia de la Gracia en nuestras vidas para producir los cambios y sus transformaciones para reconocer y dimensionar una nueva forma de ser y existir. El Episcopal vive su llamado a la santidad como todo ser redimido y empoderado de tal acontecimiento definitivo en su vida. Los signos de los nuevos tiempos solo son visibles auténticamente si hay en nosotros vida espiritual de lo contrario no podremos verlos o percibirlos, recordemos hermanos algunos pasajes evangélicos donde la gente estando cerca del Señor nunca le reconocieron y este fenómeno fue producto de la pobre vida espiritual de ellos.  Solo para recordar el más celebre de todos estos encuentros, me refiero, al suscitado entre el Señor resucitado y el apóstol Tomás. La prueba de su resurrección no es una comparación de rasgos una vez resucitó sino la profundidad de la praxis amorosa y de Fe de sus amigos y cercanos. El cuerpo en si no implica la evidencia plena y totalizante ya que como se afirma correctamente los sentidos pueden ser engañados. Creer sin ver es el argumento central de la espiritualidad de todo bautizado. Nuestras oraciones son parte de un todo en el ámbito eclesial y se unen maravillosamente estableciendo una analogía amorosa e íntima con el Dios revelado. Los tiempos post-pandémicos son distintos y esa caracterización es fruto de los eventos que nos muestran la fragilidad de la existencia humana. La oración renovada se debe centrar en el misterio de la vida que se impone por medio de la resurrección produciéndose tal fenómeno en la psique de los bautizados y su visión de ver el mundo y todos estos acontecimientos. El mundo como encuentro de realidades posee una característica típica y nosotros somos en definición concreta de la Gracia presente una condición renovada o actualizada para emplear un término moderno.  Esto último deja en evidencia la inmanencia de nuestro ser enfrentando una condición metafísica renovada y hoy si se quiere un tanto distinta.

La espiritualidad Episcopal enfrenta estos nuevos tiempos con el reto de afirmar su categoría trascendente y conservar su valor en momentos de cambio y relativismo. Somos una Comunión Eclesial con valores   ue superan la praxis conocida en el cristianismo y esos valores nos permiten llevar al plano racional los fundamentos de nuestro cristianismo.  La realidad percibida bajo el signo de los tiempos presentes es una amalgama de sucesos que pueden ser vistos desde perspectivas distintas y antagónicas. Nuestro presupuesto de conocimiento esta enfocado en una realidad conocida y trascendida por la Fe en principio, y la razón como expresión de esta en el mundo y los sentidos. Una ventada axiológica que se abre ante nosotros para despejar las dudas de los tiempos que nos ha tocado vivir. El Evangelio es el mismo y también acontece igual con los Medios de Gracia, pero nosotros cambiamos conforme somos transformados por la Inhabitación categórica de nuestro Dios. A este Dios amoroso todo Loor y adoración de nuestra parte, unidos en la Madre de los bautizados rendimos tributo perenne…  

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