martes, 5 de febrero de 2019

QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA...


QUINTO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Isaías capítulo 6 versículos 1-8 (9-13) Salmo  138. 1 Corintios capítulo 15 versículos 1-11. Lucas capítulo 5 versículos 1-11.



Muy seguramente el profeta está en el año 740 a. C, y describe una visión pavorosa llena de temor por la Gloria de Dios que este creyente presencia. La evolución doctrinal y cultural dará nombre a estos seres que conocemos como Serafines, la finalidad de este tipo de relatos abiertamente pasa por afincar la similitud de Adoración y Alabanza que se debe tributar al Dios revelado y de paso establecer una relación esencial entre la liturgia del pueblo o terrena y la celestial, para nosotros como creyentes es definitivamente vital reconocer el valor de nuestra liturgia y participar de ella cada domingo,  aquí Isaías, observa una manifestación de Dios en su Poder y Gloria y se atreve a describirla hasta donde su intelecto lo permite. Recordemos que estas figuras están ligadas a las que son descritas en el Éxodo y que hacen referencia al Arca de la Alianza,  estos seres los encontramos descritos en el Libro del profeta Ezequiel. La Santidad de Dios es uno de los temas más relevantes en el mensaje Isainiano.

En nuestra praxis de Fe si hablamos de la Santidad de Dios estamos obligados como bautizados a vivir apartados de toda acción contraria a su Voluntad, la injusticia es por ende contraria a la Voluntad del Dios revelado. Isaías reflexiona intuitivamente sobre el Culto ofrecido a Yahveh  y lo hace pensando en la posibilidad de contemplar su manifestación y esto último le produce estupor, dado el grado elevadísimo que este hombre de Fe le da a la Santidad de Dios. Isaías como los bautizados hoy, se constituye en mensajero de la Palabra Divina.  Isaías nos invita a sumir con absoluta madurez y seriedad la necesidad de la conversión para dar cabida integra a la Palabra de Dios.

El Señor nos está llamando y desea enviarnos al mundo, resuenan las palabras de Isaías ante el llamado: Heme aquí, envíame a mí. Las brasas que tocan su boca provienen del Altar y era usado para consumir el incienso y lo sacrificado a Dios, es un paralelo con la liturgia judía. El fuego es signo de la Palabra de Dios… El fuego purifica a los bautizados, es el fuego uno de los dones que el Espíritu derrama sobre el bautizado cuando este le busca con sincero corazón. Estas visiones Isainianas son un aliciente para los creyentes y sobre todo para nosotros, no es la oración una expresión de radical individualidad o un pasaje para “manipular” la sacralidad de las Personas Divinas en nuestras vidas.  Nuestras formas y expresiones de oración y espiritualidad deben perentoriamente guardar el respeto y Adoración radical a las Divinas Personas y no instrumentalizar su presencia en nosotros como parte de un rito.  Isaías en particular en este pasaje de su Libro nos lo hace saber, el envío  Divino está matizado por asombro, reverencia,  y santo temor.

El Salmo 138, es  un himno de acción de gracias, solo quien ama tendrá siempre razones de peso para estar agradecido y dar gracias. El amor aparece como el motor de toda alabanza y acción de gracias, del justo reconocimiento del amor de Dios obrando en nosotros. Todos absolutamente todos den gracias a Dios, todo el mundo de los creyentes no pueden ni podemos pasar un solo día sin agradecer a Dios su infinita bondad y misericordia. Los versículos finales (7 y 8) parecen darnos con claridad la intencionalidad de este Salmo y su impacto en la vida de un creyente  cuando este se pone en manos de Dios al inicio de su jornada…

Para comprender mejor el contenido de este pasaje de Pablo a los Corintios que nos propone la liturgia de la Palabra para este domingo,  tengamos presente,   algunos de los cristianos en Corinto no creían en la Resurrección por su origen griego, otros la asumían desde la madurez de su pensamiento religioso que inicia en el judaísmo.  La fórmula Kerigmatica que emplea el Apóstol parte de la primicia pascual de la Muerte y Resurrección del Señor y se instala como doctrina gracias al contenido de su Fe.  Aquí encontramos una formula tipo germen de los sucesivos credos acuñados por los Santos PP. de la Iglesia en los concilios que se generaron en la Iglesia hasta la fórmula del credo “Nicenocosntantinopolitano” de nuestra liturgia.  

Pablo insiste en la formación de sus hermanos en la Fe y el valor de esta fórmula de profesión de Fe es vital en la construcción inmediata y futura de la doctrina de la Madre Iglesia. Los demás señalamientos son parte de tradiciones solo conocidas por sus apuntes como los contenidos en el  versículo (6),  sin duda a textos y testimonios perdidos.

Pablo es Apóstol por mandato y escogencia de Cristo y de la misma manera por el santo Bautismo fuimos escogidos y hechos discípulos de Cristo.  El Bautismo es el iniciador de nuestro discipulado. Un discipulado vivo y dinámico del que cada creyente se hace responsable compartiendo su tiempo generosamente con la Iglesia en su vida congregacional. Pablo está seguro de su responsabilidad como discípulo de Cristo madurando su opción por el Señor. Es un ejemplo vivo de lo que implica seguir a Cristo  y vivir sus enseñanzas (Evangelio)  en el ámbito eclesial.

Lucas en su evangelio,  nos muestra una construcción maravillosa del relato del llamamiento vocacional de los cuatro primeros discípulos del Señor. Jesús se inserta en la realidad de ellos y hace de su cotidianidad un recurso para comunicar eficientemente su Palabra. Pedro intuitivamente o sin darse cuenta expresa una primicia fundamental de nuestros ministerios y es  su origen y por quien los realizamos, miremos sus palabras: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu Palabra, echaré las redes” (versículo 5).  Reconoce así que su vida y compromiso es fruto del amor de Dios y no una simple elección personal. En el nombre y obra de Cristo la Iglesia sale a anunciar su Evangelio y los bautizados desde la realidad que viven hacen de cada acción un verdadero ejercicio evangelizador.

La actitud de Pedro fue recompensada al punto de ser premiados con una gran pesca o abundancia. La “mano” de Dios es generosa con quienes desean verdaderamente seguir su mensaje y hacer de su Palabra alimento de  sus relaciones y cotidianidad. Lucas describe con lujo de detalles estas primeras manifestaciones del Señor y la respuesta de quienes Él llama. La santidad no es un don exclusivo de alguien en particular, es la perenne invitación de Dios a cada uno de nosotros.

Pescadores de hombres, gente que deja todo, y ese todo debemos entenderlo como renuncia a todo aquello que nos puede apartar del amor de Dios. Se produce un cambio de conciencia y mentalidad para enfrentar la vida y su intríngulis. Es el llamado a todos los bautizados a ser distintos porque nuestro Dios lo es.



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