lunes, 11 de febrero de 2019

LOS UJIERES EN LA CONGREGACIÓN.


DESEMPEÑO  DE  LOS  MINISTERIOS  CONGREGACIONALES.



UJIERES.


Las iglesias contemporáneas implementaron particularmente con el auge de las comunidades evangélicas el servicio de los Ujieres en sus congregaciones. Ellas y ellos son los facilitadores de quienes llegan a nuestras celebraciones tanto eucarísticas como de otra índole (Oración, estudios bíblicos, visitas, entre otros) entre sus funciones más sobresalientes encontramos:


El mayor motivo que tiene un Ujier para servir es el Amor por sus hermanos y la Iglesia… Texto guía para nuestra reflexión personal y congregacional sobre el servicio (2 Corintios capítulo 12 versículo 15).


·         Estar presente  al menos 30 minutos antes de la Eucaristía.
·         Sus vestimentas pueden ser convenidas por la congregación (de no haber uniformidad, al menos usar ropas apropiadas para la naturaleza de la celebración).
·         Disponer de buenos modales y afabilidad para acoger y hacer sentir como en casa a la comunidad y a los visitantes.
·         Si hay afluencia notoria de feligreses ellos deben ubicarse en cuantas puertas de acceso existan en el lugar.
·         Si la congregación y el número de visitantes no es elevado o puede ser manejado por un solo ujier entonces no será necesario más de uno de ellos.
·         La edad inicial es de 16 años en adelante para fungir como ujier.
·         Entregar el Boletín, L.O.C e himnario, a cada feligrés.
·         Ubicar convenientemente especialmente a nuestros visitantes eventuales.
·         Informar  a los visitantes y habituales  la ubicación de las salidas de emergencia, baterías sanitarias y demás servicios con los que cuente la misión.
·         Entre sus funciones encontramos el motivar  el orden de aproximación a la comunión permaneciendo de pie frente a las bancas y de manera aleatoria desplazarse indicando con este gesto dicho orden.
·         Relacionar sus datos según el modelo que se sigue en la congregación y luego reportar tal información a los  encargados  o clérigo a cargo.
·         Al finalizar la celebración indicar a los visitantes el lugar de encuentro (compartir fraterno)  y acompañarles brindando información práctica sobre la Iglesia y la congregación en la que los visitantes se encuentran (es útil contar con un breve tratado o folleto que contenga esta información).    
·         Como parte de su Ministerio de Acogida,  deberá abstenerse de hacer comentarios de índole, político, religioso,  moral, o simplemente referencias al vestir y demás situaciones de nuestros visitantes y feligresía en general.
·         Los recursos entregados a los visitantes (L.O.C, himnario) los tomará y los ubicará en su lugar habitual.
·         Para el buen desempeño de este ministerio  es recomendable que el ujier o los ujieres no asuman otra función como por ejemplo la ofrenda económica y demás ofrecida en la celebración. Esto último requiere de otros servidores para su ejecución.
·         Antes de designar un Ujier es conveniente enterarnos de su situación médica ya que permanecerá de pie durante gran parte de la celebración.
·         El silencio es una ofrenda de amor invaluable durante la celebración, evitando entablar conversación a destiempo o durante la liturgia. Esto último rompe con la concepción de sacralidad  de lo celebrado.
·         Se recomienda a los ujieres evitar comentarios con los demás feligreses sobre quienes llegan a tiempo o pasado los horarios de la celebración en mención.
·         La discreción es un recurso invaluable en el servicio cristiano.
·         La amabilidad hace amena la experiencia de propios y visitantes, convirtiéndose el Ujier en misionero y vanguardia de la congregación.
·         Por último es importante no perder de vista que el servicio de nuestros  ujieres se enmarca en la dinámica de los ministerios de  servicio congregacionales.


La ausencia de ujieres en una congregación es signo de la poca expansión espontanea de esta, y por ende una debilidad en su  ministerio de acogida. La presencia de los ujieres es signo de vida y dinamismo congregacional y de la propia identidad que ha definido o está definiendo la congregación que se quiere tener.  Una iglesia participativa, propositiva y en crecimiento no puede darse el lujo de prescindir de los ujieres y su servicio…  


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