PENTECOSTÉS
ANGLICANO.
RECURSO PARA UNA
CATEQUESIS.
Nuestro Pentecostés anglicano es la reflexión permanente y el discernimiento del Espíritu Santo en nosotros como Institución eclesial. Es la presencia de la gracia que redirecciona nuestro ser eclesial, y que objetiva nuestra esencia misionera. Nuestras congregaciones son en síntesis, receptáculos vivos de los dones y frutos del pentecostés. |
Resumen.
Las escenas descritas en
el texto de Hechos de los Apóstoles nos permiten ver de manera elocuente la
forma vital como la Iglesia primitiva interpreta e ilustra esta realidad de fe.
Si bien el fenómeno es recreado idiomáticamente según su época, la realidad que
busca apuntalar es perceptible por todos nosotros aun en nuestra época. La
cuestión que determina su impacto en las comunidades arcaicas es sin duda el
hecho de la misión que es absolutamente consecuente con el fenómeno. Las
cacofonías que son descritas en distintas lenguas suponen como bien sabemos en
una expresión de la universalidad del acontecimiento que hoy en el vientre
anglicano se enriquece también en las distintas latitudes e idiomas donde
nuestra Comunión hace presencia. Es pues, un fenómeno cuya razón de ser la
Iglesia la expresa en su naturaleza misionera y evangelizadora, no tiene
sentido creer que se trata solo de una celebración puntual, es todo lo opuesto,
es el inicio de una economía salvífica de la mano con el ministerio eclesial. Según
lo expresado, Pentecostés es actual en cada una de nuestras congregaciones como
parte de un todo misionero. Las implicancias de tal acontecimiento las
relatamos cada domingo en la celebración de Cristo resucitado, recordemos
hermanos, que la Resurrección es un acontecimiento de connotaciones ontológicas
de la presencia vivificadora del Espíritu de Dios. Es la celebración de la
esencia misma de la revelación en categorías supra trascendentales.
Pentecostés, nos anima en la búsqueda de nuestro ideal ministerial porque en su
fenomenología se contempla activa la ministerialidad de la Iglesia. La
naturaleza redimida es llamada a vivir con amor esta manifestación
misericordiosa de Dios en su Espíritu…
ENTRONQUE EN LA
CELEBRACIÓN DE PENTECOSTÉS.
La dinámica de nuestro Pentecostés
no se separa del Pentecostés descrito por Hechos de los Apóstoles, la
universalidad se acopla a la particularidad en las congregaciones donde la
relación apostólica se conserva tanto en su liturgia como en su doctrina, la
unidad identitativa supervive a los tiempos. Aquí los tiempos se determinan por
el grado de madurez de las iglesias históricas que conservan la integridad de
la cosmovisión de esta celebración. La historicidad se expresa en términos cuyo
idioma es común a estas, la tradición eclesial es clara y no depende de las
emociones de los bautizados sino de su relación plena con la Iglesia donde viven
con amor y expectativa esta realidad espiritual y ministerial que se explicita
en cada uno de los bautizados. Hoy como hace 2000 años Pentecostés es vivo y
actual y su énfasis transforma una condición propicia para un paradigma nuevo
donde el Espíritu Santo asume una nueva dimensión salvífica a partir de la
Resurrección del Señor. Es pues, determinante comprender que en Pentecostés se
asume y pone de relieve una concepción cercana de la gracia en cabeza de Dios Espíritu
Santo, visto desde aquí, la Resurrección es el inicio de la salvación en términos
eclesiales como tal.
Pentecostés aglutina la
obra redentora del Señor, lo hace en la perspectiva de la gracia y el como
proceder a su influjo. Los nuevos y definitivos eones son marcados por la
gracia que en Pentecostés fenomenológicamente es derramada sobre los futuros y
actuales creyentes, todos en persona de Cristo resucitado.
PENTECOSTÉS EN DINÁMICA
PASTORAL.
Las iglesias que, en
unidad de su ser institucional, litúrgico, doctrinal, cultural, entre otros,
celebran Pentecostés poseen en este rito un recurso pastoral invaluable para acompañar
y motivar la eclesialidad en los hábitos y costumbres de los bautizados, este
aspecto es relevante porque busca acelerar los procesos de evangelización y
reevangelización, los mismos que se constituyeron en la esencia operativa de la
Iglesia en sus congregaciones y demás estamentos unidos a su ser. Pentecostés,
como inicio salvífico institucional tiene todo que compartir y transmitir, tiene
la posibilidad siempre actual de ser instrumentalizada en la gracia y sus operaciones
en los bautizados y futuros creyentes. Nuestro Pentecostés es la reflexión permanente
y el discernimiento del Espíritu Santo en nosotros como Institución eclesial. Nuestros
distintos ministerios laicales y congregacionales son explicitación activa de Pentecostés
universal en la particularidad de nuestra misión. Mujeres, niños, hombres, la
Naturaleza, son los ejes antropizados en los que se manifiesta Pentecostés
congregacional, el fruto de nuestras reflexiones en el ámbito de la obra
congregacional se puede señalar y delimitar en la praxis de los sacramentos y
los ritos sacramentales. Somos desde esta perspectiva agentes activos del perenne
Pentecostés. Nuestras congregaciones son en síntesis receptáculos vivos de los
dones y frutos del pentecostés.
PENTECOSTÉS
REVELADOR DE LA VIDA TRINITARIA.
En la teoría trinitaria
psicológica de Agustín de Hipona, el Espíritu es concebido por analogía con el
amor de la voluntad. Ahora bien, el amor puede considerarse, bajo diversos
aspectos, o bien como anterior, o bien como posterior al conocimiento. Es
anterior en cuanto que es como el motor del dinamismo que impulsa al acto del
conocimiento, uniendo la memoria al pensamiento y haciendo pasar de la una al
otro. Es posterior en cuanto que su objeto ha de ser iluminado por la luz de la
inteligencia. Esta ambigua postura del amor se refleja en una controversia del
siglo XIII: Un maestro parisino enseña que el Espíritu, como lazo de unión
entre el Padre y el Hijo, sólo procede del Padre y es lógicamente anterior al
Hijo: es como intermediario en la generación del Hijo por el Padre, y por eso
le asigna el segundo lugar en el orden de origen. Los teólogos de París en
aquella ocasión no hicieron más que reafirmar el Filioque, diciendo que "incluso
como vínculo de amor, el Espíritu procede de los dos”. Pasando a Tomás de
Aquino, la cuestión se expresa de la manera siguiente: cuando se dice que en
Dios el Espíritu es amor, ¿de qué amor se trata? ¿De la amistad entre Padre e
Hijo, como pensaba Agustín, o bien del amor con que Dios ama su propia bondad,
como pensaba Anselmo? Fray Dondaine, Antoine (1898-1987 clérigo Dominico) que
ha estudiado la cuestión, dice que en sus primeras obras Tomás piensa más bien
en el amor mutuo de amistad entre Padre e Hijo: pero que en sus obras de
madurez supone que el Espíritu es Dios en cuanto amado, lo cual presupone a
Dios en cuanto conocido y expresado por su Verbo. Esta última concepción
acentúa el hecho de que el Espíritu es tercera persona procedente de las otras
dos, pero señala el paso de una concepción trinitaria más personalista -amor
mutuo- a otra más ontológica -amor de sí- … El término amistad que
emplea Agustín lo usa para manifestar el grado de perfección en las relaciones
de la persona humana, es inexacto aplicarlo a las Personas Divinas. No hablamos
de un estado emocional sino de su esencia divina.
El amor descrito en la
Trinidad de Dios, no es otra cosa que la conciencia de ser plena y totalmente
amor y disponer libremente de esta realidad. El poseer esencialmente solo es
atributo de Dios Trinidad y como tal puede ser Uno y Trino como expresión de esa
única y total posesión de si mismo. La definición ontológica al respecto, es la
aseveración de la voluntad de Dios expresada en categorías cognoscibles por la
humanidad. Cristo mismo, no abandonó la Cruz porque estaba y está en absoluta posesión
del amor, si este amor dependiera de la condición estrictamente humana de su
naturaleza humana, muy seguramente lo habría pensado más de una vez. Aquí es
fácil ver como la predeterminación del ser amable por antonomasia toma control
de la realidad expresada por la condición de su juicio misericordioso hacia la
humanidad. El Hiponense en su postura ontológica nos deja ver como Dios en su
Espíritu informa la plenitud de su amor, aquí entra la expresión de Tomás de
Aquino “ Dios no puede dar otra cosa
que Dios mismo” en clara referencia al Espíritu Santo o en la formula
Agustiniana, de “Entrambos procedente” El dar en plenitud solo es
posible en Dios y para Dios, ya que en referencia a nosotros nuestra propia
imperfección es un obstáculo llevado a nivel de esencia, esta condición hace
inviable hablar de plenitud en la condición humana, por lo anterior, la gracia
aparece como rescatando la humanidad de su propia imperfección. Retornemos al
texto de Hechos de los Apóstoles: En la Biblia de Jerusalén, el capítulo
2 de Hechos describe el acontecimiento de Pentecostés de la siguiente manera:
"Al llegar el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Y de repente vino del
cielo un estruendo, como de un viento violento, que llenó toda la casa donde
estaban sentados. Y se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se
repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos quedaron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les
concedía hablar. Estaban en Jerusalén algunos judíos piadosos, procedentes de
todas las naciones bajo el cielo. Al oírse aquel estruendo, se reunió la
multitud, y quedó confundida porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
Estaban asombrados y muy perplejos, y decían: «¿Acaso todos estos que hablan no
son galileos? Pues, ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en
nuestra propia lengua? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia,
Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y Libia, Cirene,
peregrinos romanos; judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos
hablar en nuestras propias lenguas de las grandes cosas de Dios”. Y se
maravillaban y no sabían qué decir."
En el contexto descrito
por el relato de Hechos, encontramos una relación histórica entre las
celebraciones judía y cristina, esta relación es fruto de la necesidad de tomar
un referente que exprese en categorías históricas la celebración cristina. Las
primicias como su nombre lo indica, es lo primero cosechado y destinado, es lo
mejor de la cosecha.
La Fiesta de las Cosechas
y Pentecostés son dos celebraciones relacionadas, aunque no
idénticas. Para los judíos, Shavuot (la Fiesta de las Cosechas) es
una festividad agrícola que conmemora la entrega de la Ley en el Monte Sinaí y
la cosecha de las primicias. Para los cristianos, Pentecostés conmemora la
venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, cumpliendo la promesa de Jesús y
marcando el nacimiento de la Iglesia. Este nacimiento obedece a la
recopilación de las tradiciones en las que el cristianismo hace3 el necesario
ensamble dialectico para presentarse como una opción sin abandonar el contexto
judío propio de los apóstoles y el propio Jesús. Los eventos descritos más allá
de cualquier consideración estructuran una respuesta de fe que empieza a
generarse desde la percepción misma de la resurrección del Señor. Es una
vivencia interpretativa de la realidad absolutamente nueva en la Iglesia
primitiva. La Santísima Trinidad y para usar una figura que puede sonar
profana, diríamos que es un símil o procesión de las personas divinas fuera de
su Ser Trinidad. Aquí no asemos referencia a las relaciones trinitarias sino a
nuestra percepción Ad-extra de este fenómeno de Pentecostés.
Éxodo
23:16-20»
La fiesta de la cosecha la celebrarás cuando recojas las primicias de tus
siembras.» La fiesta de recolección de fin de año la celebrarás cuando
recojas tus cosechas.» Tres veces al año todo varón se presentará ante mí, su
Señor y Dios.» No mezcles con levadura la sangre del sacrificio que me
ofrezcas.» No guardes para la mañana siguiente la grasa que me ofreces en las
fiestas.» Llevarás a la casa del Señor tu Dios lo mejor de tus primicias.» No
cocerás ningún cabrito en la leche de su madre. Señor» Date cuenta, Israel,
que yo envío mi ángel delante de ti para que te proteja en el camino y te
lleve al lugar que te he preparado. |
El Pentecostés
Judío (Shavuot)
- Es una fiesta de la cosecha que se
celebra cincuenta días después de la Pascua judía.
- También se conoce como la Fiesta de
las Semanas o la Fiesta de las Primicias.
- En la antigüedad, los judíos
peregrinaban a Jerusalén para celebrar esta festividad, llevando ofrendas
de trigo y sacrificios de animales.
- Conmemora la entrega de la Ley a
Moisés en el Monte Sinaí y la alianza de Dios con su pueblo.
- Se celebra con la lectura de la Torá,
el estudio de las Escrituras y la oración.
- Tradicionalmente se come comida
láctea, especialmente quesos y productos lácteos.
- En 2025, Shavuot comienza al
atardecer del domingo 1 de junio y termina al atardecer del martes 3 de
junio. En Israel, Shavuot se celebra solo durante un día, el 6 de
Siván (2 de junio de 2025).