QUINTO DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Genesis capitulo 22 versiculos 1-14. Salmo 13. Romanos
capitulo 6 versiculos 12-23. Mateo capitulo 10 versiculos 40-42.
“40. Quien a vosotros
recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha
enviado. 41. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta
recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo
recibirá. 42. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a
uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su
recompensa.” (Texto Biblia de Jerusalen).
El texto Mateano nos
presenta a consideración una formula perentoria de acogida y reciprocidad ante
el Evangelio como mensaje de gran poder transformador. Mateo describe de esta
manera la estructura de la Iglesia que hay en su mente y que debe ganar un
espacio en el escenario de realidades que él vivió en su momento, una fórmula
de índole legal contenida en la autoridad y mandato del (versiculo 40)y luego
la fidelidad de quienes a pesar de las persecuciones y dificultades no
abandonan la Iglesia y su praxis de fe, y luego encontramos la expresión “pequeños”
como asociada a la debilidad humana pero que al estar unida a Dios por la
gracia se convierte en una poderosa fuerza testimonial del amor de Dios en el
ser humano y la creación construyendo así un mundo mejor de connotaciones casi idílicas.
Una respuesta coherente que se instala en la
conciencia del creyente que desde el acto de su bautismo ve como la gracia transforma
su ser hasta alcanzar una expresión del amor de Dios en forma y modo
testimonial para quienes viven en su entorno. Mateo esta claramente motivado
por llevar el mensaje a sus compatriotas muy a pesar de ser este un signo de contradicción
pero que está llamado a inaugurar nuevos tiempos y nuevas realidades salvíficas
cambiando el modelo existente por la forma del Dios amoroso y personal. Recibir
el mensaje del Señor debe llenarnos de alegría y compromiso y por ende de
esperanza contenida en cada palabra salvífica que la obra misionera de la
Iglesia trae a nuestras vidas. El tiempo presente es difícil de abordar, pero
no imposible desde la perspectiva de la oración comprometida que debe animar y
sostener toda obra evangelizadora. Sin oración no hay posibilidad de alcanzar
dicha meta. La congregación es determinante en la oración para sostener todo esfuerzo
por crecer y alcanzar a impactar positivamente más vidas y realidades bajo el
influjo de la gracia presente en la Palabra de Dios y la vida eclesial.
La realidad espiritual
del bautizado es compleja y más cuando se vive en un mundo movido por intereses
no tan santos y cuyos estándares de éxito son absolutamente contradictorios con
el valor de la Biblia y la congregación. Esto ultimo nos habla de la necesidad
de transformar las estructuras sociales desde lo más íntimo de cada creyente,
un cambio totalmente movido por la presencia amorosa de Dios mediante la
predicación y liturgia de la Iglesia y todo ello alimentado por la Palabra de
Dios. La Iglesia esta pues llamada a ser ese motor de cambio de realidades inundadas
de pecado y frustración hasta llegar a un orden absolutamente redimido aun en
sus estructuras sociales. Sacudamos el
polvo de nuestros pies, esto es, la corrupción que topamos en nuestro andar, el
pecado que aparece en las actividades humanas sin importar su magnitud o
complejidad, sacudirnos los pies ante la injusticia y no darle parte en nuestra
vida, brindemos lo mejor de nosotros a quienes
entran en contacto nuestro y seamos como ese oasis en medio de un mundo
materialista e idealista de valores relativos en si y para si… un mundo donde
la recompensa es tan superficial como sus estructuras mismas. Digamos delante
de Dios que nuestro accionar es movido por su gracia y que nuestra generosidad
brille delante de Dios y los hombres.