miércoles, 14 de diciembre de 2022

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO. EL FIAT DE LA NIÑA MARÍA.

 

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO. Isaías capítulo 7 versículos 10-16. Salmo 80: 1-7, 16-18. Romanos capítulo 1 versículos 1-7. Mateo capítulo 1 versículos 18-25.

18. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. 19. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. 20. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. 21. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: 23. Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros. 24. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. 25. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús. https://www.bibliacatolica.com.br ›  › Mateo › Capítulo 1

El Texto Mateano nos presenta un relato bien interesante sobre la concepción del Señor.  Y recalca algo vital para el futuro de las ideas textuales del Evangelio. Esta definición apunta a la concepción Divina del embarazo de la Virgen Madre y como la Tercera Persona de la Santísima Trinidad interviene en el proceso, la generación de vida en el orden biológico-natural sigue su curso. Aquí rescatamos el “desposorio” de la tradición judía, aunque el matrimonio no había sido consumado se consideraba ya al esposo el marido y lo mismo a la esposa. Los compromisos apuntaban a la ratificación del acuerdo de carácter legal entre las familias de los novios. El no hacer público un repudio implicaba desde el contenido de la Ley Mosaica un “sin precedentes” que habla muy bien del carácter espiritual de este hombre. El señalamiento de “hijo de David” corresponde más a la misión futura del niño que a un interés de tipo nacionalista cómo es posible pensar, aunque el propio José era descendiente del Rey David. Ser parte de esta genealogía implicaba una visión amplia sobre su futuro mesianismo para la psique de los judíos, pero tal mesianismo rompió los esquemas esperados.

La consideraron de la generación por obra del Espíritu Santo supone un concepto amplio de redención todavía en potencia o visualizado en las escuelas proféticas de Israel. Un mesianismo que supera la concepción nacionalista para asumir una relación intrínseca con la humanidad y por ende de carácter universal. Esta postura sin duda se afirmó de manera propia una vez los acontecimientos que todos conocemos. Podríamos decir que se hace una lectura ante y pospascual de la obra salvífica iniciada en el Vientre de la Niña Maria. Aquí queda super claro cuál es el aporte de José al estatus del niño Jesús, y como precisamente su presencia le incluye formalmente en la genealogía esperada para darle autenticidad a su presencia en el contexto de una sociedad cerrada y predominante en el derecho de tribu y sangre. José es parte de la norma y su actuar es propio de un hombre bueno que sabe amar y acatar el mandato de Dios sin que con ello implique absoluta comprensión, es parte de un proceso de discernimiento desde la perspectiva de la Fe convertida en historia.

El Texto Mateano encaja perfectamente con el acontecer profético de Israel y prueba de ello es el Texto Isainiano citado a propósito de las escenas que nos describe el evangelista. El “Dios con nosotros” Por tanto el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y parirá hijo, y llamará su nombre Emmanuel (Reina Valera edición de 1909, Isaías capítulo 7 versículo 14). La tradición se valida por si misma en la relación textual y el acontecer de la profecía en Israel, es una cita a propósito de lo descrito por Mateo. Lo demás que se muestra nos permite ver cómo la conciencia religiosa del evangelista se entronca con la proyección de la obra redentora desde su inclusión en la historia. Mateo como buen judío es pera confirmar el advenimiento mesiánico desde su tradición profética lo que sin duda dará bases y fundamento legal a la misma. Entender el misterio no es la prioridad para el relato y la forma como gramaticalmente fue confeccionado, es una aseveración de Fe tanto para su autor como para los lectores. Hay una comunidad judía interesada en conocer sobre Jesús y también griegos que desean ver cómo es posible tal embarazo. Recordemos que lo más parecido es en la cultura clásica la forma de proceder de Zeus quien se hace pasar por el esposo de una mujer bella para tener intimidad con ella, y de tal intimidad nace un “semi-dios” por esta razón Mateo insiste en la obra del Espíritu Santo como Causa Eficiente del embarazo o Encarnación del Verbo de Dios. No hay una razón seminal o biológica que convierta al niño en un ser humano con algunos dones divinos como en las mitologías vecinas, sino una verdadera entrada de Dios en la historia de la humanidad.

El nombre posee sus connotaciones para la cultura religiosa de Israel, y también al ser un nombre popular evoca una tradición creíble y solicitada por los judíos. El Texto Isainiano describirá algunas peculiaridades en el niño que son propias de los Nazareos o consagrados a Yahveh, esto sin duda afirmará en los imaginarios judíos la forma de su obra y misión.  La realidad de la obra del Mesías iniciará construyendo una relación espiritual profunda de la cual los esposos de Nazaret se constituyen en modelo de absoluta credibilidad.  No se trata de una relación social o cultural tan solamente sino de la aceptación radical de la redención en la forma como esta llega a nuestras vidas. José y María son fruto de una profunda entrega y dedicación a la obra salvífica dando de su parte un SI o FIAT radical y fuertemente enraizado con su psique y praxis de Fe mesiánica.

El Texto Paulino a la comunidad en Roma, Este primer capítulo inicia describiendo cuál será el contenido de toda la Epístola o Carta, la intención del apóstol con referencia a una necesidad que previamente debió conocer. El llamarse siervo sin duda lo pone en la categoría de enviado como lo eran los profetas de Israel. Para Pablo es claro que la resurrección del Señor es una acción de Dios con la participación de su Espíritu que como en la Encarnación que veíamos anteriormente hace del Espíritu Santo la “Causa Eficiente de la resurrección” Lo mismo acontecerá con los bautizados, no se trata de una gracia que actúa por sí misma sino de la relación vital entre Cristo y los creyentes de todas las épocas. Es el Kyrios o Hijo de Dios así constituido por su Padre Dios y ligado poderosamente con la resurrección que ratifica en la visión Paulina su condición. Hoy como hace tanto tiempo los creyentes tenemos el deber de vivir y configurar la existencia según este contenido y hacer creíble con la vida y sus acciones que verdaderamente Cristo está transformando nuestro ser en un Ser glorioso como el suyo. Este cambio de condición solo será posible bajo el contundente influjo del amor y su praxis. No podemos vivir como si la Gracia no transformará la condición de nuestra realidad mortal llamada a un Reino pleno y totalizante en cada uno de nosotros los bautizados. Pablo se circunscribe a este orden redimido y anunciado por el papel protagónico de la Gracia en la vida de los bautizados. El paso a paso dependerá de la respuesta positiva que demos a la Gracia del “Dios con nosotros” como era señalado por el profeta Isaías.

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