PRIMER DOMINGO DE
ADVIENTO. Isaías capítulo 2 versículos 1-5. Salmo 122. Romanos capítulo 13 versículos 11-14. Mateo capítulo 24 versículos 36-44.
" 36. Mas de aquel
día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino
sólo el Padre. 37. Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del
hombre. 38. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían,
tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39. y no se
dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será
también la venida del Hijo del hombre. 40. Entonces, estarán dos en el campo:
uno es tomado, el otro dejado; 41. dos mujeres moliendo en el molino: una es
tomada, la otra dejada. 42. Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá
vuestro Señor. 43. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de
la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le
horadasen su casa. 44. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el
momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/mateo/24/
Damos inicio al tiempo de
Adviento y con esta celebración nos preparamos para el nacimiento espiritual
del Salvador de la Creación contaminada, ella, por nosotros y nuestro pecado
colectivo e individual. Adviento es
tiempo de esperanza porque llega nuestro Señor y Salvador, porque su amor se
despliega sobre todos y cada uno de los bautizados. La visión Mateana cita
textos de índole cósmica que sin duda nos recuerdan al género apocalíptico.
Recordemos que el “relámpago” es una figura literaria empleada para hablar del
Juicio divino. Los buitres que revelan la existencia de un cadáver en el
desierto, aquí representan los pecados que al ser denunciados dejan al descubierto
su accionar en medio de la humanidad y lo más importante en el corazón del ser
humano. Para continuar quiero hacer énfasis en el versículo 30,” Entonces
aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se golpearán el
pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del Hombre venir sobre las
nubes del cielo con gran poder y gloria” En este versículo en cuestión, los
Santos PP. de la Iglesia siempre vieron la figura de la Cruz como una
manifestación de índole espiritual en la vida de los creyentes. Citamos de
forma encriptada al profeta Daniel dando a entender que los signos y símbolos
del relato Mateano son muestra de coherencia con la tradición Escrituristica
aplicada al Señor. El reino del Mesías es un hecho constatable desde una praxis
autentica de nuestro cristianismo, desde luego, ya no tenemos más nacionalidad
que la del Reino de Dios y esto es aplicable sobre todo a nuestra manera de
actuar y ver el mundo.
Desde la perspectiva anterior todos nosotros estamos positivamente obligados a actuar movidos por el amor de Dios en su Adorado Hijo y ser así respuesta de Fe y valores evangélicos en el mundo y sus relaciones. Debemos pedir su Espíritu para discernir sobre la manera en la que actuamos y vivimos nuestra opción por un Reino y un Rey muy especial y distinto al mundo y sus “monarquías”. La connotación Mateana pretende animar en los lectores de su Evangelio la llama de la esperanza en el desenlace amoroso de las señales como indicadores más que físicas de este acontecimiento que revelará potencialmente el plan salvífico en concreto, a diferencia de la obra profética de pueblo de Israel.
Las señales son parte de
una elaborada literatura para poner de relieve el carácter sobrenatural de
tales revelaciones, no se trata de una idea concreta que se desarrolla de esta
forma descrita. Es importante tener presente que la evolución del pensamiento
en la Iglesia primitiva nos llevará a superar estas figuras y convertir el
discurso vivencial del amor en el eje fundamental de la revelación de Cristo.
Las señales auténticamente cristianas provienen del “Mandamiento Nuevo” y la
explicitación de un amor que rompe las fronteras hasta reconocer a todos
hermanos. La señal de los cristianos es sin duda alguna el amor y este al ser
vivido y asumido en todas las facetas de la vida del bautizado puede cambiar
radicalmente su mundo y la percepción de los demás en su propia vida. La vida
es sagrada y como tal su sacralidad es también tributo al Dios Creador y
amoroso Señor. La plenitud de la obra de Dios está siendo redimida con el
influjo del amor de la humanidad sobre la creación y que mejor señal que la
armonía con la vida en todas sus formas. Mateo en su contexto socio-cultural
describe la simbología apropiada para quienes recibirán su mensaje, estamos ante
una manifestación de ribetes cósmicos cuya función es dejar en firme el Día de
Yahveh temática tan común en las escuelas proféticas de Israel. Los nuevos
tiempos romperán toda relación con el pecado de los viejos tiempos. Una
renovación total que solo podrá darse bajo la soberana autoridad de Dios.
Recordemos que el mensaje
es siempre actual y toca las profundidades del alma de los creyentes y su
estado anímico para enfrentar las dificultades, siempre llenos de esperanza en
el amor de Cristo. Los mejores tiempos son aquellos vividos y por vivir bajo el
influjo de la Gracia. El profeta Isaías nos invita a caminar en pos de la paz
perfecta aquella que solo será posible en los tiempos escatológicos porque es
un atributo totalizante del Resucitado. Una Paz que será posible solo si
nosotros vivimos unidos al amor de Dios y expresamos en nosotros estos dones de
su Gracia. La violencia solo es producto del “hombre viejo” aquel que vive de
espaldas a la Gracia. Ser criaturas nuevas implica vivir y caminar en novedad de
vida y no acudir a la praxis de los disvalores o antivalores tan comunes en el
esquema del mundo y sus relaciones. No es efímero suponer tal condición cuando
Cristo es el centro y razón de ser de nuestras relaciones y tratos con el otro.
Pablo en su carta a la
comunidad que está en Roma, acude a uno de los conceptos clave de su enseñanza
moral, y nos referimos al empleo de la palabra “momento” que sin duda está
hablando en contexto del tiempo de Dios en nosotros, es decir, de estar hoy
viviendo tiempos particularmente proclives para afirmar nuestra relación con el
Dios revelado. El tiempo de actuar movidos por el amor y una manera nueva de
ser producto del Resucitado, aquí el tiempo es el “Kairós de Dios” La realidad
de Cristo Muerto y Resucitado se siente con todo su poder en medio de la
Iglesia que nunca renuncia a su condición de escogida y prefigurada desde
tiempos antiguos por el amor de Dios. Nuestros tiempos son sin duda los mismos
que los demás, pero la manera de vivir y confiar en Dios hace la diferencia.
Debemos pues formar nuestra Fe para acercarnos con absoluta seguridad al Dios
revelado.
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