XXIII DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Isaías capítulo 65 versículos 17-25. Cantico 9. 2
tesalonicenses capítulos 3 versículos 6-13. Lucas capítulo 21 versículos 5-19.
RUINAS DE
JERUSALÉN.
“5. Como dijeran algunos,
acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él
dijo: 6. Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que
no sea derruida. 7. Le preguntaron: Maestro, ¿Cuándo sucederá eso? Y ¿Cuál será
la señal de que todas estas cosas están para ocurrir? 8. Él dijo: Mirad, no os dejéis engañar.
Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y
"el tiempo está cerca". No les sigáis. 9. Cuando oigáis hablar de
guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero
estas cosas, pero el fin no es inmediato. 10. Entonces les dijo: Se levantará
nación contra nación y reino contra reino. 11.Habrá grandes terremotos, peste y
hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del
cielo. 12. Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán,
entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores
por mi nombre; 13. esto os sucederá para que deis testimonio. 14. Proponed,
pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, 15. porque yo os daré una
elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos
vuestros adversarios. 16. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y
amigos, y matarán a algunos de vosotros, 17. y seréis odiados de todos por
causa de mi nombre. 18. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.
19.Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.” (Lucas capítulo 21 versículos 5-19). www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-Jerusalén/lucas/21/...
El Texto Lucano a
diferencia de los demás evangelistas que citan este evento en la vida del Señor
y no lo mezcla con el fin del mundo. Es pues una visión distinta que centra
todo su interés en la respuesta e intencionalidad de Jesús, el tiempo en manos
de los bautizados debe confirmar la soberana Voluntad de Dios y no dejarse
seducir por los estereotipos del mundo y sus realidades efímeras. Lo edificado
por nuestras manos se queda en este orden transitorio. Solo lo que hemos afirmado
en Cristo permanecerá aun en el tiempo. La Gracia hace que nuestras vidas
rompan con lo efímero y busquen los bienes inmortales, esta es la condición
esencial de todo discípulo para seguir al Señor, buscar lo que es auténtico y
por ende lo que sobrevive aun con el correr de las horas y los días. Podemos
concluir que el tiempo no está cerca y que el Señor no retornará bajo los
conceptos en los que los desprevenidos lo están aguardando. Un retorno
espiritual en la profundidad. Los grandes imperios han construido a lo largo de
la historia todo tipo de obras, una superando a la otra con el caminar de los
siglos, pero la obra de la redención del Señor se hace en el tiempo sin ser
propiamente manifestación de este. La condición de la obra anunciada es sobrecogedora
y su contenido es imposible siquiera de ser entendido inicialmente por los
discípulos. Es comprensible si
entendemos que ellos acuden a los recursos que crean imágenes en su conciencia
y esto es totalmente nuevo para ellos.
Las señales de la caridad
y el amor fraternos son los faros que guían a los bautizados hacia puerto
seguro, hoy no se trata de ver la fatalidad o el cumplimiento de oscuras
profecías a las que los imaginarios populares les entregaron tanta fuerza en la
conciencia religiosa, se trata, de una vivencia marcada por la valía del otro y
su presencia como factor de crecimiento mutuo. La señal del amor cristiano es
el testimonio poderoso de esperar a un Dios amoroso desde lo más íntimo y
profundo de la vida de los bautizados en el mundo. La dinámica apocalíptica
pretendía centrar al creyente y exhortarle a estar atento, la preparación era
personal y dramática si podemos afirmarlo, hoy la Iglesia como comunidad de
amor busca que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y en ella
descubran a su autor y revelador, al Dios viviente. El poder de la Fe y el amor
de los bautizados es capaz de condicionar el mundo y sus relaciones.
Si el amor no es ley
entonces el engaño es factible, si el ministro ordenado no ama a la Iglesia más
que a la promoción de los suyos entonces solo será un testimonio del poder del
dinero en el medio donde debe imperar la santidad, es decir, la Iglesia. La
meta es amar a Dios por sobre todas las cosas, pero sino amamos al otro y a la
Iglesia de Cristo entonces el amor será difícil de concretarlo como praxis
extraordinaria de vida. El tiempo como vivencia del Evangelio está cerca de
realizarse en cada uno de los bautizados, en cada corazón dispuesto a vivir su
contenido de Gracia y por ende salvífico. El Evangelio es por si mismo
anunciante de una realidad redimida por Cristo. La esperanza emerge de las
ruinas tanto las personales como las congregacionales. El amor de Cristo es el
auténtico anunciante de la vida renovada y actualizada en el
cristiano-episcopal. La vivencia del mensaje de Cristo genera por su
autenticidad, contradicciones en el mundo acostumbrado a vivir conforme a sus
trivialidades. Un acontecer salvífico que es predicado por la Iglesia y una
realidad que al implantarse cuestiona lo que le rodea, es pues, el papel del
anuncio del Evangelio. Todo lo que existe puede dejar de existir, menos el amor
de Dios que ha germinado por el santo Bautismo en cada uno de nosotros.
“Perseverar en la Fe
cristina es un reto de vida y trascendencia en el presente, es una dinámica que
llegó por la Gracia para darle sentido a la praxis de nuestra Fe en el Dios
amoroso”.
En concordancia con el
Texto Lucano la cita bíblica de Pablo a los Tesalonicenses, nos enfoca en la
necesidad del testimonio y la fidelidad al mensaje, reconociendo que existe la
posibilidad de desvirtuar el mensaje y su integridad, tal proceder nos aparta
de Cristo y también del otro que muchas veces busca en nosotros referencia de
vida renovada y actualizada por los Medios de la Gracia que esta Iglesia
entrega en gratuidad a sus hijos bautizados. El testimonio es vital porque
estamos imitando al propio Cristo, nos está diciendo el apóstol Pablo. La
imitación del Señor implica para nosotros vivir conforme al modelo del hombre
redimido que enseña la Iglesia. Cada bautizado es modelo para el hermano o
hermana que se acerca a la congregación, pues este testimonio es evangelizador
como dinamizador de la vida congregacional. Pablo tiene muy claro que el
Evangelio llega por medio del testimonio dándole valor y cumplimiento en el
convencimiento de vida de los bautizados. El testimonio habla bien de los
creyentes de todo tiempo o época. El testimonio habla bien de los cristianos
que viven de cara a Cristo en el mundo. El pecado es ruina y el amor de Cristo
eternidad, la opción de vida y proceder es nuestra…
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