miércoles, 9 de noviembre de 2022

XXIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

XXIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Isaías capítulo 65 versículos 17-25. Cantico 9. 2 tesalonicenses capítulos 3 versículos 6-13. Lucas capítulo 21 versículos 5-19.

RUINAS DE JERUSALÉN.

“5. Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: 6. Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida. 7. Le preguntaron: Maestro, ¿Cuándo sucederá eso? Y ¿Cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?  8. Él dijo: Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis. 9. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato. 10. Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. 11.Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. 12. Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; 13. esto os sucederá para que deis testimonio. 14. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, 15. porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. 16. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, 17. y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. 18. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. 19.Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.” (Lucas capítulo 21 versículos 5-19). www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-Jerusalén/lucas/21/...

El Texto Lucano a diferencia de los demás evangelistas que citan este evento en la vida del Señor y no lo mezcla con el fin del mundo. Es pues una visión distinta que centra todo su interés en la respuesta e intencionalidad de Jesús, el tiempo en manos de los bautizados debe confirmar la soberana Voluntad de Dios y no dejarse seducir por los estereotipos del mundo y sus realidades efímeras. Lo edificado por nuestras manos se queda en este orden transitorio. Solo lo que hemos afirmado en Cristo permanecerá aun en el tiempo. La Gracia hace que nuestras vidas rompan con lo efímero y busquen los bienes inmortales, esta es la condición esencial de todo discípulo para seguir al Señor, buscar lo que es auténtico y por ende lo que sobrevive aun con el correr de las horas y los días. Podemos concluir que el tiempo no está cerca y que el Señor no retornará bajo los conceptos en los que los desprevenidos lo están aguardando. Un retorno espiritual en la profundidad. Los grandes imperios han construido a lo largo de la historia todo tipo de obras, una superando a la otra con el caminar de los siglos, pero la obra de la redención del Señor se hace en el tiempo sin ser propiamente manifestación de este. La condición de la obra anunciada es sobrecogedora y su contenido es imposible siquiera de ser entendido inicialmente por los discípulos.  Es comprensible si entendemos que ellos acuden a los recursos que crean imágenes en su conciencia y esto es totalmente nuevo para ellos.

Las señales de la caridad y el amor fraternos son los faros que guían a los bautizados hacia puerto seguro, hoy no se trata de ver la fatalidad o el cumplimiento de oscuras profecías a las que los imaginarios populares les entregaron tanta fuerza en la conciencia religiosa, se trata, de una vivencia marcada por la valía del otro y su presencia como factor de crecimiento mutuo. La señal del amor cristiano es el testimonio poderoso de esperar a un Dios amoroso desde lo más íntimo y profundo de la vida de los bautizados en el mundo. La dinámica apocalíptica pretendía centrar al creyente y exhortarle a estar atento, la preparación era personal y dramática si podemos afirmarlo, hoy la Iglesia como comunidad de amor busca que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y en ella descubran a su autor y revelador, al Dios viviente. El poder de la Fe y el amor de los bautizados es capaz de condicionar el mundo y sus relaciones.

Si el amor no es ley entonces el engaño es factible, si el ministro ordenado no ama a la Iglesia más que a la promoción de los suyos entonces solo será un testimonio del poder del dinero en el medio donde debe imperar la santidad, es decir, la Iglesia. La meta es amar a Dios por sobre todas las cosas, pero sino amamos al otro y a la Iglesia de Cristo entonces el amor será difícil de concretarlo como praxis extraordinaria de vida. El tiempo como vivencia del Evangelio está cerca de realizarse en cada uno de los bautizados, en cada corazón dispuesto a vivir su contenido de Gracia y por ende salvífico. El Evangelio es por si mismo anunciante de una realidad redimida por Cristo. La esperanza emerge de las ruinas tanto las personales como las congregacionales. El amor de Cristo es el auténtico anunciante de la vida renovada y actualizada en el cristiano-episcopal. La vivencia del mensaje de Cristo genera por su autenticidad, contradicciones en el mundo acostumbrado a vivir conforme a sus trivialidades. Un acontecer salvífico que es predicado por la Iglesia y una realidad que al implantarse cuestiona lo que le rodea, es pues, el papel del anuncio del Evangelio. Todo lo que existe puede dejar de existir, menos el amor de Dios que ha germinado por el santo Bautismo en cada uno de nosotros.

“Perseverar en la Fe cristina es un reto de vida y trascendencia en el presente, es una dinámica que llegó por la Gracia para darle sentido a la praxis de nuestra Fe en el Dios amoroso”.

En concordancia con el Texto Lucano la cita bíblica de Pablo a los Tesalonicenses, nos enfoca en la necesidad del testimonio y la fidelidad al mensaje, reconociendo que existe la posibilidad de desvirtuar el mensaje y su integridad, tal proceder nos aparta de Cristo y también del otro que muchas veces busca en nosotros referencia de vida renovada y actualizada por los Medios de la Gracia que esta Iglesia entrega en gratuidad a sus hijos bautizados. El testimonio es vital porque estamos imitando al propio Cristo, nos está diciendo el apóstol Pablo. La imitación del Señor implica para nosotros vivir conforme al modelo del hombre redimido que enseña la Iglesia. Cada bautizado es modelo para el hermano o hermana que se acerca a la congregación, pues este testimonio es evangelizador como dinamizador de la vida congregacional. Pablo tiene muy claro que el Evangelio llega por medio del testimonio dándole valor y cumplimiento en el convencimiento de vida de los bautizados. El testimonio habla bien de los creyentes de todo tiempo o época. El testimonio habla bien de los cristianos que viven de cara a Cristo en el mundo. El pecado es ruina y el amor de Cristo eternidad, la opción de vida y proceder es nuestra…

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