BREVES REFLEXIONES
SOBRE EPISTEMOLOGÍA, ETHOS Y LIBERALISMO TEOLÓGICO.
INTRODUCCIÓN.
Las consecuencias de la
Ilustración y todos los movimientos que buscaron emancipar la libertad y
autodeterminación de la persona humana particularmente entre los siglos XVII y
XX generaron una aserie de posturas que se hicieron agudas especialmente en el
siglo XIX que como indicamos tomaron los elementos discursivos del Racionalismo
y moldearon la concepción de una nueva forma de ver la revelación, donde lo
fundamental, se constituía por la manera o forma particular, personal de ver la
praxis religiosa (en cuanto a los creyentes) la perdida de la cohesión
institucional sin duda genera crisis en los modelos eclesiales de turno y que
decir de nuestra realidad presente (1).
El Racionalismo, el Liberalismo practico (moral y religioso), el
Ateísmo, el Naturalismo (ingles), son algunas de las formas heredadas de la
Ilustración que el cristiano debe aprender a conciliar y armar con sus aportes
si es del caso, una postura eclesial que relacione tanto su ser bautizado como
su militancia en la Iglesia, la institucionalidad es vital en la concepción y
vivencia de una Fe tanto en familia como congregacional. La ciencia es
fundamental en la construcción e interpretación de la realidad creada por el
amor de Dios al que llamamos Creador. El Ethos del bautizado debe ser asumido
bajo la primicia de su incorporación al entorno o mundo circundante y no
desconocer su necesidad a la hora de interactuar y generar conciencia sobre la
vida en todas sus formas. Si bien la
creación sigue su ruta es también claro que nosotros en ella somos tanto los
responsables como los facultados para su preservación ya que se encuentra bajo
el signo de nuestro accionar moderno.
NUESTRA REFLEXIÓN
Y SU MÉTODO.
La dinámica que hemos
introducido parte de una variable independiente que presentamos a manera de
tesis y sentencia en la dialéctica de la reflexión. Es inamovible la expresión
de un método para conciliar el contenido de los conceptos enunciados en el título
de la presente discusión y su postura no varía en la naturaleza de la misma
sino en la exposición fruto de la incorporación de las ideas en el cuerpo
doctrinal de la meditación. La primicia de los enunciados es incorporada y
supra-culturizados bajo el concepto de su necesaria exposición. Lo
eminentemente dependiente de su retórica no afecta la concreción como tal de la
reflexión de índole personal que deseamos compartir con quienes lean este breve
contenido.
Variable
Independiente.
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Variable
dependiente.
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Inmanencia
de nuestros Ethos en la perspectiva cristiana, doctrinal y liberal.
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Su
impacto en el medio reflexivo de la Iglesia en su entorno doméstico.
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EL ETHOS
CRISTIANO.
La conveniencia cristiana
para los fines de la salvación gira en orden a la revelación y las
implicaciones tanto espirituales como doctrinales que conlleva. Configuramos el acontecer y su cotidianidad
desde la perspectiva del mensaje revelado, es decir, que todo bautizado está llamado
a elaborar los fundamentos de su existencia tanto social como cultural
partiendo del Evangelio. No es posible construir un andamiaje social sin tener
presente las relaciones y sus formalidades. El Ethos del creyente es una
cuidadosa elaboración que se fundamenta en su vivencia como cristiano y no
tanto en las expectativas que genera el mundo y su intríngulis. Regresando a sus antecedentes vemos como a
partir de la Ilustración (en la Ilustración diferenciamos tanto la alemana como
la inglesa y la francesa) o conocido este periodo de la historia como “siglo de
las luces” la cultura particularmente la europea se ve en la creciente
necesidad de argumentar los fundamentos de una antropología cuya centralidad no
solo era la persona humana sino también su concepción de la vida y la realidad
percibida. De esta manera se generaba una conciencia de realidad muy distinta a
la vivida hasta aquella época. La sombra del materialismo ya era parte de la
genesis de sus contenidos asunto que se revelará posteriormente.
La realidad argumentada
desde la Ilustración (siglo XVIII) centraba a la persona y su noción de sí
misma por sobre cualquier otra concepción. Algunos citaban al Racionalismo.
Solo por traer a colación a René Descartes (quien concilió sus definiciones con
la idea de la existencia de Dios, al ser humano en estos conceptos, Rex
extensa, Rex metafísica). También
encontramos figuras como: Immanuel Kant, Gottfried Wilhelm Leibniz, John Locke
y David Hume, entre otros autores. Pues sus distintos matices académicos
definieron el pensamiento racionalista de la época citada, lo que nos generó la
posibilidad de un racionalismo que aterriza en la psique y el entorno somático
incluso de los cristianos que ven la necesidad de conjugar tanto su Fe como la
praxis de los valores y conceptos derivados del Evangelio, tales argumentos
también fundamentaron otro tipo de critica que aún se mantiene en nuestro medio
social y cultural. Me refiero
concretamente al liberalismo religioso que se aposenta sobre la razón y escoge
como concubina al libre albedrio en un intento por justificar sus prácticas y
concepciones fuera de la norma y la doctrina de la Madre Iglesia. La
posibilidad de la experiencia como contenido no sujeto a doctrina alguna es un
logro de suprema importancia que ni siquiera durante el renacimiento fue posible
establecer, aquí la moralidad de la experiencia no es determinante como si lo
es en el medio doctrinal de la catolicidad. El estar desprovisto de tal visión
permitió a la ciencia caminar por linderos antes no imaginados. La concepción
de la experiencia como la última expresión de la conciencia humana es un
adelanto de la futura inmediatez de la ciencia en el ámbito de nuestro
presente. Una dialéctica absolutista hemos conocido en el siglo XX y ahora en nuestro
acontecer.
El movimiento de los liberales
en materia religiosa como económica marcó el surgimiento del capitalismo en su
forma más cruda y utilitaria posible. Hemos asistido a la configuración de una
sociedad que ya no pone grilletes en el pie y cuello de los ciudadanos pero que
los condena con sus “dulces” formas de dominio y aberrado estilo de explotación
donde la transmutación de los valores cristianos define un Ethos distinto al
construido a partir del Evangelio del Señor. La actualidad de la Gracia no está
en discusión para los bautizados sino la vivencia de los contenidos urbanos al
pie de la praxis de nuestra Fe cristiana. Los límites de la razón los establece
la reflexión que parte de la Fe de los cristianos inmersos en la realidad
mundo-inmanencia y que buscan la realidad mundo-trascendencia. Los términos se
relacionan vitalmente como exposición de contenidos de relevancia tal que la
praxis de los creyentes debe ser alimentada por la vida configurada según el
evangelio de Cristo.
El liberalismo religioso es la doctrina que
afirma que no hay ninguna verdad positiva en la religión, que un credo es tan
bueno como otro, y esta es la enseñanza que va ganando solidez y fuerza
diariamente. Es incongruente con cualquier reconocimiento de religión
alguna como verdadera. Enseña que todas deben ser toleradas, pues todas son
materia de opinión. La religión revelada no es una verdad, sino un sentimiento
o gusto; no es un hecho objetivo ni milagroso, y está en el derecho de cada
individuo hacerle decir tan sólo lo que impresiona a su fantasía. La devoción
no está necesariamente fundada en la Fe. Los hombres pueden ir a iglesias
protestantes y católicas, pueden aprovechar de ambas y no pertenecer a ninguna.
Pueden fraternizar juntos con pensamientos y sentimientos espirituales sin
tener ninguna doctrina en común, o sin ver la necesidad de tenerla. Si, pues,
la religión es una peculiaridad tan personal y una posesión tan privada,
debemos ignorarla necesariamente en las interrelaciones de los hombres entre
sí. Si alguien sostiene una nueva religión cada mañana, ¿a ti qué te importa?
Es tan impertinente pensar acerca de la religión de un hombre como acerca de
sus ingresos o el gobierno de su familia. La religión en ningún sentido es el
vínculo de la sociedad (2). Newman reflexionando sobre el liberalismo religioso
nos advierte sobre el indiferentismo en materia de doctrina como de
argumentación de la praxis o el modelo litúrgico que actúa e interactúa en la
congregación. La escogencia de la doctrina como argumento para construir un
andamiaje reflexivo es vital ya que si bien la Fe nos llega por Cristo es
también muy cierto que la razón da luz que ilumina nuestra Fe y la transforma
en cognoscible y aprehensible para el bautizado.
La concepción de una Fe
que solo depende de los individuos y se aleja de la congregación o el colectivo
está condenada a ser solo una postura personal que no implica con ello
“pensamiento independiente” porque al desconocer la Massa o colectivo se
desconoce también los principios que generan la colectividad en la Fe. Los
racionalistas y su crítica a la religión son claras y sobre todo en la postura
del rechazo a la institución como tal.
Un cristianismo que se precie de vivir apartado de la Iglesia
corresponde una postura más de inmadurez social y cultural que a una doctrina
exacerbada. El ateísmo, sin Dios y sin doctrina se ampara precisamente en los
procesos históricos que generaron la noción de religión, culto, adoración y
divinidad, pero en la actualidad la dinámica del ateísmo, desde luego no es
simplemente un planteamiento de libre albedrio como inicialmente se puede creer
es también y especialmente el rechazo a la injerencia de lo divino en la esfera
de lo humano, es el evitar sobre todo y aun a cualquier costo la inclusión de
un modelo de pensamiento que por sí solo rompe la inmanencia propia del ser
humano. El ateo vive su existencia bajo el signo de lo natural al rechazar lo
sobrenatural. Esta doctrina hace de la historia la causa eficiente de su
existencia al materializarla formalmente en la razón y el conocimiento de la experiencia,
la misma que se hace histórica y pierde la posibilidad de superar su propia
mismidad. Un sistema de pensamiento ateo
puede definirse como la ausencia de argumentos sobre la existencia que supera
la expresión de su propia metafísica. El pensamiento encuentra en la realidad
que percibimos mucho de su esencia. La contingencia de la vida y sus
manifestaciones nos obliga a suponer realmente la existencia de un mundo o
contenido trascendente invisible. Para interactuar con tal fundamento es vital
reconocer el acontecer de la vida y la obra del creyente y su esperanza en lo
que aun no vemos totalmente.
El ateísmo se enfrenta en
sí y para sí con la crisis de la vida vivida y gastada sin posibilidad alguna
de mantenerse y conservar las experiencias que durante su existencia el ateo
atesora y considera son importantes en su ser histórico y personal. La
conciencia que da rienda suelta a su sola y única naturaleza estará sola por la
eternidad al no encontrar el origen de donde salió: “Señor nos hiciste para ti
y nuestro corazón estará inquieto hasta descansar en ti” (3). La razón que nos
asiste es la misma que nos dará la posibilidad de reconocer al Señor como Él
mismo lo afirma “mis ovejas reconocen mi voz” (4). La vida que se gasta en los
demás y en su servicio trascenderá hasta la misma eternidad. La relación con el otro es un argumento que
supera cualquier acontecimiento y su fenomenología, es decir, supera la muerte
y su cautiverio puesto que el amor se convierte en el nexo con la trascendencia
y por ende con la eternidad. El cristianismo debe estar atento y reconocer las
diferencias entre pensamiento independiente y las corrientes que pretenden
solamente establecer su fenomenología por sobre la intuición de la Fe producto
de la Gracia. La condición de nuestra militancia eclesial posee una serie de
verdades destinadas a superar las taras de lo material y ser argumentadas desde
la misma y unica conciencia de los bautizados. No es fácil pensar en el
acontecer que supera la praxis materialista de su entorno perceptible
únicamente en el actuar de la persona. Un predicamento que se argumenta en cada
acción por un lado algunas de ellas bajo el signo de la Gracia y por otro
muchas de ellas victimas de la carencia de esta. La vida del creyente se
enfrenta con estas connotaciones que enfilan su accionar en la dimensionalidad
de la salvación o del simple paralelismo antropológico por excelencia.
SOBRE
ACTUALIDAD.
“Una crisis en perspectiva de nuestra Eticidad y Moralidad que desencadena el
fenómeno repetitivo del Mor-Moris que vivimos siempre bajo el signo de la
conciencia de cada uno de los creyentes. La Gracia actúa por sobre cualquier
postura del creyente, ella nos libera y fundamenta para la vida sobrenatural,
trascendente y por ende plena. Aquí se desliga la vida humana de la realidad
material que la sujeta al nacer y ser e inexorablemente al morir. Aquí la
Resurrección del Señor se convirtió en el fenómeno vivo por antonomasia”.
Pbro. Diego Sabogal.
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TEOLOGÍA LIBERAL.
El cristianismo en el
presente siglo atraviesa por una crisis que es continuación de los procesos
históricos anteriores, es decir, que no es solo ahora sino parte de la
concatenación histórica que supone la crisis de los modelos institucionales e
interpretativos de la doctrina de la Iglesia. A pesar de la crisis no es
posible considerar por un momento que estos otros argumentos sean necesarios en
la reafirmación del ser eclesial y su desenlace eclesiológico.
EPISTEMOLOGIA. “La crisis
interpretativa hace pensar en una nueva y determinante epistemología en el
ser eclesial, tal concepto no anula el estatuto vigente del Magisterio y
Tradición de la Iglesia mientras no implique “tocar” los contenidos
dogmáticos y su exposición. La Exégesis y la Hermenéutica seguirán siendo
definitivas en el ámbito y sentido “típico” de los contenidos
Escrituristicos”. Pbro. Diego Sabogal.
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Los que piensan en sí y para sí son
consecuencia del racionalismo que hace de la historia el origen y fundamento de
su propia fenomenología. Las prácticas individuales nunca podrán superar las
colectivas y el Dios personal se recrea gustoso en la alabanza que rinde la
Iglesia desde las primicias culticas del colectivo. No se trata de ofrecer un
culto personal solamente, ya que este signo de Fe y Gracia se potencia
superlativamente en el todo de la Iglesia y los bautizados. La razón de la
crítica puede corresponder a modelos individualistas que nunca primaran sobre
el todo eclesial. Esta Iglesia no reescribe las Escrituras y mucho menos
interpreta las Escrituras y su ser histórico basándose solamente en las
primicias del individualismo y sus intereses sesgados. La razón y la crítica se
fundamentan también en la esperanza que reconoce la posibilidad segura de un
mejor mañana. Las crisis se enmarcan en el discurso de lo vivido y sus
consecuencias, es decir, no existe posibilidad de una crisis que no haya
agotado la dialéctica de su propia fenomenología. Entramos en crisis espiritual
y la solución es directamente proporcional al daño diagnosticado como quiera
que este corresponde a la razón misma que lo generó. El liberalismo religioso
se siente con fuerza entre nosotros y ha mutado asumiendo otra identidad pero
que igualmente es nociva para la vida tanto eclesial como espiritual de los
cristianos. “Hemos relativizado todo
adornándolo con un dejo de antropocentrismo que reclama absolutamente todo para
el ser humano y nada para Dios y su Iglesia”. Estamos viviendo tiempos de un
profundo materialismo tácito que se respira en las prácticas de Fe de los
bautizados que buscan cada día identificarse más con los sentidos y sus
aprehensiones que con un verdadero acto intelectivo de la Fe. Estamos asumiendo
una doble identidad que no compagina bien en nuestra realidad cristiana y me
refiero a la agenda que gobierna las acciones y el tiempo del bautizado, ya no
celebramos en la Iglesia, sino que asistimos a ella cuando las demás
celebraciones lo permiten.
Orientando nuestra
reflexión cito a un autor alemán: Dietrich Bonhoffer (teólogo alemán del siglo
XX) sostenía que la “Comunión eclesial era Cristo actuando en medio de la
Congregación” también en su estructura de pensamiento era fácil asociar la
Gracia a todos los componentes de la vida congregacional como lo identificamos
en nuestro quehacer, este pensamiento no solo expresa positivamente la libertad
del creyente sino que lo introduce en una forma viva de libertad que no
abandona a la Iglesia para experimentar viva su Fe. Otra frase de este autor
nos refleja la concepción de su pensamiento: “La Gracia que no es fruto de
la Congregación reunida y en Adoración es una gracia barata” (5). Queda en
nuestro ámbito que las relaciones que se manifiestan desde la perspectiva de la
congregación están animadas por la presencia del Dios revelado que reconoce los
esfuerzos del colectivo en orden a la vida espiritual y sus implicaciones como
son la generación de actitud y calidad de vida espiritual, así como de crecimiento
en la Fe. No estamos en un acuerdo de “libre albedrio” nosotros los bautizados
necesitamos de la Iglesia y somos su Pleroma como ella en nosotros, y con
nosotros, lo es de Cristo Señor.
El Estatuto
Epistemológico de nuestra praxis teológica anglicana nunca podrá dejar fuera la
libertad y sus connotaciones históricas, recordemos que el anglicanismo se
opuso a la esclavitud de una manera más comprometida. El término “humanoide”
empleado para facilitar la perdida de humanidad en los negros traídos de África
es el mismo que la modernidad emplea para cambiar los fundamentos de la
alienación y enmarcarla en un “sin salida” como si fuera un eufemismo de “sin
futuro” como si la edificación del futuro fuera objeto de una reflexión
separada del ser persona redimida. El quehacer epistemológico en nuestra
teología es claro y determinante, somos sin duda alguna poseedora de una
reflexión reivindicadora de los Derechos del individuo y su interactuar en la
sociedad. Tal argumento se plantea libre de las sujeciones del modelo social en
el que los episcopales vivimos nuestro ser creyente, es decir, nuestro Acto de
Fe sin abandonar el mundo y su entorno (relaciones con los demás) la percepción
de un medio dinámico que reclama de nosotros mayores compromisos en la vivencia
de nuestra Fe tanto personal como colectiva descubriendo toda su fenomenología
en la reflexión cultica de nuestra Iglesia como histórica y medio de Gracia. No
olvidemos hermanos que para ser víctimas del medio socio-cultural el creyente
no necesita confesar su Fe solo ser parte de un sistema político que infringe
duros golpes a la moral y a la concepción de bienestar del ciudadano. Estamos
hablando concretamente del ejemplo que dan a cuantos los ven o reconocen
actuando.
LA CORRUPCION ES
LA NEGACIÓN TACITA DE LA PROVIDENCIA DE DIOS EN LA SOCIEDAD, EL ESTADO, Y LA
CULTURA… Tal definición está enmarcada en la
interpretación de un Dios cuyo amor es nuestra mayor contingencia ya que nos
mueve a realizar cuanto somos y por ende creemos. No obstante, el concepto de
una teología liberal puede demoler las instituciones eclesiales fácilmente, ya
que hace de la praxis cultica y su espiritualidad un asunto o cuestión con una
fenomenología clara y determinante como lo es la definición de una serie de
prácticas y concepciones como cosmovisiones que no dependen de la creación de
espacios en la vida eclesial sino lo contrario, de abandono a una antropología
emancipadora que busca verse libre de la institución eclesial. La mutación de
estas posturas trae consigo la perdida de interés y capacidad de reunir a los
bautizados en el Kairós de la liturgia que ante las exigencias del presente
siglo no tienen tiempo sino para dar gracias desde su casa o apartamento.
La pérdida de valores es también entendida
como una cierta manifestación de ateísmo que se refugia en los modelos sociales
y culturales cambiantes pero que intencionalmente relativiza el tiempo y la
vida espiritual, creando con ello una existencia material que no reconoce
principio espiritual alguno. Estas actitudes son propias de un mundo
sensualista que busca en el placer como expresión venérea su razón de ser, y,
por lo tanto, de los logros alcanzados.
PARALELISMOS Y
CONCEPTOS DE TEOLOGÍA LIBERAL.
***El liberalismo
teológico pasó por varias fases de desarrollo. Generalmente se resalta su
afinidad, y hasta su identificación, con las investigaciones críticas sobre la
historia de Jesús: en la base de estas investigaciones se encontraba el
espíritu liberal, confiado en la capacidad de la ciencia histórica de discernir
la verdad de las cosas y de ayudar a aclarar el sentido del mensaje de Jesús de
Nazaret. Se divulgó una especie de imagen histórico-liberal de la vida de
Jesús: se trata de presentar a Jesús como un predicador de valores morales
sublimes Y como el revelador de una forma de religión de tipo universal,
superior a las demás religiones, no vinculada a límites culturales, nacionales
o temporales. Jesús constituye el punto de referencia indispensable para esta
religión, que no contradice a la razón y que permite la paz y el desarrollo
moral y espiritual del hombre de manera armónica.
***Otro tema de la
teología liberal, sobre todo en sus versiones más recientes, es el
reconocimiento de la autonomía y del valor de las ciencias, así como la
aceptación de sus resultados Y de sus consecuencias respecto a la Fe cristiana.
Esto obliga a reconvertir el pensamiento teológico en algo comparable a los
discursos científicos. Esta será la preocupación de Harnack (1851-1930), según
el cual la historia y la crítica permiten a la teología ser una verdadera
ciencia y no sólo una predicación. Aunque el resultado de ello pueda ser un
tipo de discurso desencarnado y sin garra, la teología obtendrá de todas formas
el respeto de sus contemporáneos y sobre todo el reconocimiento de la comunidad
científica, de la que se ve amenazada de exclusión.
Investigación
teológica…
***Harnack y su
preocupación autentica sobre la utilización de las ciencias y disciplinas que pueden
ser tenidas por transversales en la investigación teológica permite concluir
que: La investigación teológica aterriza en la realidad del creyente, es decir,
de su Fe y cosmovisión para descubrir la realidad de Dios presente en su vida,
iniciamos descubriendo para ser “descubiertos por el amor de Dios”. También diremos que el objeto formal de esta
teología es la realidad revelada de Dios, aunque algunos llevándola al extremo
centraron todo en el hombre y su realidad antropológica. La Teología Liberal
que nosotros aceptamos como positiva emplea para su investigación el METODO
HISTORICO-CRITICO, que se apoya en un marco de competencias disciplinarias
que incluso asume la dialéctica de la TRANS-DISCIPLINARIEDAD superando o
potenciado los aportes de lo INTER-DISCIPLINARIO. Mirando la significación
de los términos empleados por el autor es fácil ver como el lenguaje también
puede ser agotado como la transmutación de sus ideas y asumir con ello una
postura ultra avanzada que supera las concepciones anteriores, aquí la interpretación
pretérita del fenómeno salvífico no procede. La capacidad de relacionar distintos
ámbitos de la investigación teológica. La intuición nos permite ver como la
ciencia se presenta en un cierto paralelismo de contenido que no riñe, sino que
esclarece la semántica Escrituristica porque el amor de Dios nos llega en su
adorado Hijo y en la revelación de su Palabra. Actual es el Verbo, aunque sea
la ultima Palabra de Dios a la humanidad. No conjugamos el Verbo, sino que lo
asumimos como revelación. El leguaje nos muestra el contenido salvífico aun del
fenómeno de la Cruz y la Resurrección del Señor, camino a Emaús el lenguaje nos
muestra la concreción del Resucitado como Salvador así percibido. La Iglesia contesta
inmediatamente con la vivencia de la Palabra y su rol en el ámbito vivo de sus
hijos los bautizados.
*** “No podemos definir
desde la óptica de nuestra verdad a Dios y su realidad, pero si lo percibimos
gracias a su revelación”.
Concluimos que la Verdad
es el objeto que nos une con Dios y por ende es fundamental asumirla, y
enseñarla, y vivirla. La Verdad que procede de Dios es la única que se constituye
a pesar de los devenires de la historia y sus apreciaciones mudables… (6). La
teología Liberal se constituye con todo lo que expresa en la manifestación que
se opone a la historia encadenada bajo el dogma intransigente de las iglesias,
no nos referimos al dogma como construcción de Fe sino al dogma como discurso
autoritario que es fácil encontrar en las iglesias cuyo objetivo es imponer su
verdad y no la verdad del Evangelio o de la revelación del Dios Trino y
Humanado como corresponde a nuestro tiempo. Lo positivo de su discurso radica
sin duda alguna en la emancipación del ser humano frente a los discursos
dogmáticos y la necesidad de que la persona humana construya también su
felicidad en un mundo cognoscible y cuya percepción reclama una dialéctica y un
paradigma distinto a como era en el siglo anterior. Estamos seguros de asistir
a tiempos en los que la razón se convierte en una disculpa para evitar los
compromisos de Fe al punto de racionalizar la relación y encuentro con el otro
en el ámbito congregacional. Este tipo de posturas contrasta con el Dios
revelado a la multitud en el Sinaí y también con el Cristo de la Fe cuyos
fundamentos relacionales le ubican en medio de sus discípulos al punto de
plantear un orden relacional de índole y naturaleza cósmica… Es el Cristo
Redentor que se manifiesta en la congregación y en la Iglesia como en medio de
una gran familia bajo los signos y símbolos del todo familiares: Comunidad,
congregación, Iglesia doméstica, liturgia, encuentro fraterno, celebración colectiva
de nuestra Fe, son solo algunos de los componentes de nuestra centralidad que
por decirlo de esta forma nos indican el valor y peso del colectivo y su
conciencia sobre la individualidad…
BIBLIOGRAFÍA.
·
Las notas del autor son recurrentes.
(1).
https://www.actuall.com/laicismo/cruzada-laicista-iu-y-europa-laica-exigen-ante-el-co
(2).
https://es.aleteia.org/2017/05/30/acercate-al-personalismo-del-gran-cardenal-newman/
(3).
cibernous.com/autores/agustindehipona/teoria/biografia.html
(4).
https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/10/
(5).
https://www.edesclee.com/.../dietrich-bonhoeffer-victima-y-vencedor-de-hitler-detail
(6). Bilb.: H, Zahrnt, A
Vueltas con Dios, Hechos y Dichos, Zaragoza 1972; E. Vilanova, Historia de la
teología cristiana, 111, Herder, Barcelona 1992.