SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Año B. 1 Samuel capítulo
3 versículos 1-10 (11-20) Salmo 139: 1-5,12-17. 1 Corintios capítulo
6 versículos 12-20. Juan capítulo 1 versículos 43-51.
El relato de
Samuel presenta las diferentes situaciones
de estos personajes y particularmente las disputas entre David y Saúl,
recordemos que el rey cedía su lugar por mandato de Dios a David no sin antes
propiciar los enfrentamientos conocidos en todo este proceso violento de
sucesión en el poder… El poder se afianza también con la inclusión de
herederos en potencia, de esta forma inicia Samuel afirmando la herencia de
David y los conflictos cargados de su rica simbología. El versículo (7) nos
presenta la acción de Abner quien toma como mujer a una concubina del rey Saúl,
esta manera de proceder tenía sobre todo incidencia política recordemos que el
rey había muerto y se presentaban luchas por el poder y tomar una mujer de su haren era signo claro de sus ambiciones ya que la mujer pasaba con las demás a
ser propiedad del nuevo rey. Ante la ausencia del rey las casas y clanes que
estos formaron (David y Saúl) entran en conflicto, la sucesión no será pacifica
como fue vislumbrada en un comienzo y el juego político se muestra determinante
para asegurar las mayorías y su respaldo que finalmente quedará en manos del
rey David. A partir de esta realidad socio-cultural se formalizará el reinado
de David y las promesas mesiánicas. Todo lo anterior es parte de la
historia humana que es redireccionada por la Gracia y Voluntad salvífica de
Dios para un cometido superior al palpado inicialmente. Las disputas
humanas no están por sobre el mandato de Dios y nuestra libertad se afirma en
su Voluntad.
El reinar sobre su
pueblo deberá recaer ante todo sobre un creyente que privilegie en su
accionar las enseñanzas y mandatos de Dios, en nuestro presente el gran
problema de nuestros gobernantes y políticos es el
poco interés y cultivo de los valores espirituales los que les
precipitan a vivir verdaderas guerras de poder y despojo de derechos de sus
gobernados. La justicia que se reconoce sierva del Dios vivo es
la única capaz de sembrar paz en la sociedad.
El Salmo 139 (Biblia de Jerusalen) nos conecta con la perspectiva de la primera lectura al sumar verdades a nuestras vidas y una de ellas es precisamente la presencia de Dios y de su Voluntad creadora. Solo Dios conoce y dispone el fin último de la persona humana, solo Dios conoce nuestras distintas realidades y las encausa para que se manifiesten en nosotros con todo su poder salvífico. No hay posibilidad alguna de estar fuera de la Voluntad de Dios y no hay nada que se adelante a sus designios, solo para tener presente que nada sucede sino es con su permiso. El salmista es una persona de una profunda experiencia de Dios y sabe dejar todo su acontecer en sus manos. La Providencia de Dios y la Predestinación se toman aquí de las manos para darnos a nosotros la posibilidad de percibir las distintas manifestaciones de Dios en todo lo que vivimos y ponerle el “condimento o toque” salvífico como corresponde a la vida y quehacer de los creyentes. Confiar en Dios es más que una construcción de nuestro lenguaje es la materia de la realización de nuestra Fe.
Pablo habla
sobre la sacralidad del cuerpo humano y a la disposición de vida que debe
experimentar el bautizado. Es interesante como el pensamiento moral del Apóstol
se resume en el versículo (12) miremos: Todo me es licito, más no todo me
conviene. Está hablando desde la perspectiva de la actualidad de nuestra
condición de bautizados y las renuncias como el Pacto que hemos hecho con Dios.
La realidad de nuestra Fe debe superar los estilos y sus convencionalismos
modernos. Debemos vivir de cara a la trascendencia teniendo presente esa
realidad y no haciendo de este mundo la finalidad de nuestra existencia. La
relación del cuerpo esta evidenciada como parte de la propuesta salvífica ya
que este puede ser un medio para hacer el bien o simplemente para rechazarlo.
En el pensamiento clásico
de los griegos, el cuerpo era tenido como una “cárcel” para el alma
lo que hacía de este un auténtico problema para la búsqueda de un bien superior
como lo era la Sabiduría (Platón). El cristianismo al rechazar las
pasiones y sus implicaciones para la vida del bautizado se apegó a esta
concepción equivocada hasta nuestros días, tal postura lleva a muchos a
satanizar el cuerpo y verlo como un enemigo de la salvación. Pablo
estable diferencias entre el mundo físico representado en el cuerpo y
el espiritual por el alma. Somos llamados a la trascendencia por lo tanto no
podemos llevar una existencia estrictamente sensualista y material, es
necesario sublimar nuestra condición física y sus requerimientos
naturales. Su realismo es tal que podemos pensar en un desprecio por
el cuerpo y lo que este expresa, pero en el fondo solo busca
establecer, comparativamente hablando, orden entre el
mundo físico y el espiritual, entre el alimento para el cuerpo y
las necesidades espirituales del alma. El bautizado en su absoluta
dignidad e integralidad le pertenece a Cristo y debemos vivir de esta manera,
lo que nos obliga a proteger la vida en todas sus formas y ser consecuentes con
ella. Por el Bautismo nuestro ser es de Cristo. Nuestra misión es su
misión.
La visión
Joanica, es determinante en la concepción de la
filiación de Jesús, los títulos empleados en esta escena son de total
connotación mesiánica en un ejercicio de Fe y conocimiento de la revelación
escrita. El conocimiento de la realidad humana es un don del Mesías y muestra
así su origen Divino, de esta forma es percibido en el relato. La libertad
tanto de la escogencia como de la revelación es asunto exclusivo del
Señor. La verdad contenida se manifiesta solo desde la perspectiva de Fe
de quienes le siguieron y antes le buscaron. El darse cuenta de tales
eventos salvíficos solo será un acontecimiento consecuente con lo esperado.
Jesús conoce la vida de la persona que llama y no para juzgarle sino para
potenciarlo y que de toda su capacidad. Juan está interesado en mostrarnos una
condición que exalta a Jesús como Hijo de Dios y es su conocimiento de cuanto
sucede con la vida del ser humano.
Cristo llama y lo hace con una voz que es escuchada interiormente por
nuestra vida e historia de salvación personal. El Hijo de Dios glorioso será la
última manifestación que sus discípulos verán después de la
Resurrección.
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