viernes, 15 de enero de 2021

SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA.

 

 SEGUNDO DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA. Año B. 1 Samuel capítulo 3 versículos 1-10 (11-20) Salmo 139: 1-5,12-17. 1 Corintios capítulo 6 versículos 12-20. Juan capítulo 1 versículos 43-51.

 

El relato de Samuel presenta las diferentes situaciones de estos personajes y particularmente las disputas entre David y Saúl, recordemos que el rey cedía su lugar por mandato de Dios a David no sin antes propiciar los enfrentamientos conocidos en todo este proceso violento de sucesión en el poder…  El poder se afianza también con la inclusión de herederos en potencia, de esta forma inicia Samuel afirmando la herencia de David y los conflictos cargados de su rica simbología. El versículo (7) nos presenta la acción de Abner quien toma como mujer a una concubina del rey Saúl, esta manera de proceder tenía sobre todo incidencia política recordemos que el rey había muerto y se presentaban luchas por el poder y tomar una mujer de su haren era signo claro de sus ambiciones ya que la mujer pasaba con las demás a ser propiedad del nuevo rey. Ante la ausencia del rey las casas y clanes que estos formaron (David y Saúl) entran en conflicto, la sucesión no será pacifica como fue vislumbrada en un comienzo y el juego político se muestra determinante para asegurar las mayorías y su respaldo que finalmente quedará en manos del rey David. A partir de esta realidad socio-cultural se formalizará el reinado de David y las promesas mesiánicas. Todo lo anterior es parte de la historia humana que es redireccionada por la Gracia y Voluntad salvífica de Dios para un cometido superior al palpado inicialmente. Las disputas humanas no están por sobre el mandato de Dios y nuestra libertad se afirma en su Voluntad.

El reinar sobre su pueblo deberá recaer ante todo sobre un creyente que privilegie en su accionar las enseñanzas y mandatos de Dios, en nuestro presente el gran problema de nuestros gobernantes y políticos es el poco interés y cultivo de los valores espirituales los que les precipitan a vivir verdaderas guerras de poder y despojo de derechos de sus gobernados. La justicia que se reconoce sierva del Dios vivo es la única capaz de sembrar paz en la sociedad.

El Salmo 139 (Biblia de Jerusalen) nos conecta con la perspectiva de la primera lectura al sumar verdades a nuestras vidas y una de ellas es precisamente la presencia de Dios y de su Voluntad creadora.  Solo Dios conoce y dispone el fin último de la persona humana, solo Dios conoce nuestras distintas realidades y las encausa para que se manifiesten en nosotros con todo su poder salvífico. No hay posibilidad alguna de estar fuera de la Voluntad de Dios y no hay nada que se adelante a sus designios, solo para tener presente que nada sucede sino es con su permiso. El salmista es una persona de una profunda experiencia de Dios y sabe dejar todo su acontecer en sus manos. La Providencia de Dios y la Predestinación se toman aquí de las manos para darnos a nosotros la posibilidad de percibir las distintas manifestaciones de Dios en todo lo que vivimos y ponerle el “condimento o toque” salvífico como corresponde a la vida y quehacer de los creyentes. Confiar en Dios es más que una construcción de nuestro lenguaje es la materia de la realización de nuestra Fe.

Pablo habla sobre la sacralidad del cuerpo humano y a la disposición de vida que debe experimentar el bautizado. Es interesante como el pensamiento moral del Apóstol se resume en el versículo (12) miremos: Todo me es licito, más no todo me conviene. Está hablando desde la perspectiva de la actualidad de nuestra condición de bautizados y las renuncias como el Pacto que hemos hecho con Dios. La realidad de nuestra Fe debe superar los estilos y sus convencionalismos modernos. Debemos vivir de cara a la trascendencia teniendo presente esa realidad y no haciendo de este mundo la finalidad de nuestra existencia. La relación del cuerpo esta evidenciada como parte de la propuesta salvífica ya que este puede ser un medio para hacer el bien o simplemente para rechazarlo.

En el pensamiento clásico de los griegos, el cuerpo era tenido como una “cárcel” para el alma lo que hacía de este un auténtico problema para la búsqueda de un bien superior como lo era la Sabiduría (Platón). El cristianismo al rechazar las pasiones y sus implicaciones para la vida del bautizado se apegó a esta concepción equivocada hasta nuestros días, tal postura lleva a muchos a satanizar el cuerpo y verlo como un enemigo de la salvación.  Pablo estable diferencias entre el mundo físico representado en el cuerpo y el espiritual por el alma. Somos llamados a la trascendencia por lo tanto no podemos llevar una existencia estrictamente sensualista y material, es necesario sublimar nuestra condición física y sus requerimientos naturales. Su realismo es tal que podemos pensar en un desprecio por el cuerpo y lo que este expresa, pero en el fondo solo busca establecer, comparativamente hablando, orden entre el mundo físico y el espiritual, entre el alimento para el cuerpo y las necesidades espirituales del alma. El bautizado en su absoluta dignidad e integralidad le pertenece a Cristo y debemos vivir de esta manera, lo que nos obliga a proteger la vida en todas sus formas y ser consecuentes con ella. Por el Bautismo nuestro ser es de Cristo. Nuestra misión es su misión.

La visión Joanica, es determinante en la concepción de la filiación de Jesús, los títulos empleados en esta escena son de total connotación mesiánica en un ejercicio de Fe y conocimiento de la revelación escrita. El conocimiento de la realidad humana es un don del Mesías y muestra así su origen Divino, de esta forma es percibido en el relato. La libertad tanto de la escogencia como de la revelación es asunto exclusivo del Señor.  La verdad contenida se manifiesta solo desde la perspectiva de Fe de quienes le siguieron y antes le buscaron. El darse cuenta de tales eventos salvíficos solo será un acontecimiento consecuente con lo esperado. Jesús conoce la vida de la persona que llama y no para juzgarle sino para potenciarlo y que de toda su capacidad. Juan está interesado en mostrarnos una condición que exalta a Jesús como Hijo de Dios y es su conocimiento de cuanto sucede con la vida del ser   humano.  Cristo llama y lo hace con una voz que es escuchada interiormente por nuestra vida e historia de salvación personal. El Hijo de Dios glorioso será la última manifestación que sus discípulos verán después de la Resurrección.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

CAMINAMOS MOVIDOS POR LA ESPERANZA EN CRISTO.

  CAMINAMOS MOVIDOS POR LA ESPERANZA EN CRISTO.   La realidad que mueve nuestra existencia se centra en la medida de la relación con el ...