martes, 17 de marzo de 2020

CUARTO DOMINGO EN CUARESMA...


CUARTO DOMINGO EN CUARESMA… Año A, Salmo 23, 1 Samuel capítulo 16 versículo 1 al 13, Carta a los Efesios capítulo 5 versículo 8 al 14, Evangelio de Juan capítulo 9 versículo 1 al 41.


Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. 2. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» 3. Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. 4. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. 5. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.» 6. Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego 7. y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo. 8. Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?» 9. Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece.» Pero él decía: «Soy yo.» 10. Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?» 11. El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: "Vete a Siloé y lávate." Yo fui, me lavé y vi.» 12. Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?» El respondió: «No lo sé.» 13. Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. 14. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.» 16. Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?» Y había disensión entre ellos. 17. Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?» El respondió: «Que es un profeta.» 18. No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista 19. y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?» 20. Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. 21. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo.» 22. Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. 23. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él.» 24. Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» 25. Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo.» 26. Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» 27. El replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?» 28. Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. 29. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es.» 30. El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. 31. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; más, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. 32. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. 33. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.» 34. Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?» Y le echaron fuera. 35. Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» 36. El respondió: «¿Y quién es, Señor, ¿para que crea en él?» 37. Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es. 38. El entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él. 39. Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos.» 40. Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «Es que también nosotros somos ciegos?» 41. Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: "Vemos" vuestro pecado permanece.» https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/9/

El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón versículo 7. Es la primicia que define el contenido de este pasaje bíblico. La Gracia del Espíritu Santo es quien escoge a los bautizados sin que tenga que mediar consideración distinta de nuestra parte.  Quienes pasaron delante de Samuel reunían según el criterio humano las características necesarias para ser ungidos, pero Dios no busca en nosotros modelos o paradigmas sino corazones dispuestos ya que es Él quien adelanta el trabajo. Somos consagrados a Dios por medio del Bautismo y no por nociones de nuestra habilidad o valía personal. El relato que hemos escuchado en la primera lectura sin duda hace parte de la tradición profética de Israel y es la manifestación de la Voluntad revelada de Dios por medio de un rito de consagración. Sabemos que David fue ungido también por los ancianos y que en su primera unción se guarda su contenido y significación por asuntos políticos en su nación. Lo que es de capital importancia resaltar es el hecho de la escogencia por parte de Dios y sus planes para con David que no difieren de nuestra escogencia por medio del pacto bautismal. No olvidemos que somos los ungidos de Dios y que nuestra vida debe ser siempre respuesta y afirmación de su escogencia y misión a lo que estamos destinados.

El apóstol Pablo en su Carta a los Efesios arriba citada, nos invita a poner en orden las preferencias y no perder de vista que el dinero mal encausado resta a Dios el culto debido por dárselo a las cosas materiales adquiridas como centralidad de nuestras vidas. Es pues la codicia capaz de dañar o envilecer la Imagen de Dios en nosotros y terminar por sublimar lo que es perecedero y que solo aporta felicidad pasajera.  Vivamos pues como hijos de la luz nos dice Pablo para que podamos así establecer la diferencia y proceder de forma ordenada y armoniosa.  Sacudamos nuestras vidas despertemos del letargo que implica existir solo delante de los hombres y perder de vista la presencia de Dios. Somos seres destinados a la trascendencia y no materia de muerte. Hagamos un “inventario” de nuestra vida y de las cosas que consideramos valiosas en ella no sea que estemos confundiendo el valor con la utilidad en términos egoístas de autosuficiencia. Solo la Luz de Cristo puede exponer nuestras obras y purificarlas, así como convertirlas en agradables para nuestro Dios. Refrenando los comportamientos del siglo procederemos como hijos de un mismo Padre y Señor. Es pues para Pablo el corazón del ser humano el lugar ideal, el templo de lo sobrenatural que rinde gloria a Dios.

El evangelio relata la “curación de un ciego de nacimiento” se presenta en el contexto de la vida pública del Salvador y para Juan es una oportunidad más para aseverar que la obra de Jesús solo terminará con su muerte puesto que la Voluntad del Padre Dios es proceder por medio de sus obras. Lo anterior es fundamentado por las palabras del Señor mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo versículo 5. Como en Pablo este evangelista acude siempre a la simbología de la luz para designar la obra de Dios y las tinieblas o ausencia de luz como obra del mundo sin trascendencia posible y limitado por el pecado y sus estructuras.  Quienes rodeaban a este hombre ya se habían acostumbrado a su presencia, pero solo Dios en su Hijo adorado le dignificó liberándole de sus ataduras. Solo Dios reconoce a sus hijos y hace todo para liberarles y sanarles. La piscina de Siloé es signo de las bendiciones mesiánicas y el agua contenida en ella es referida simbólicamente a la presencia del Espíritu Santo en el ministerio del redentor. Los ojos al sanar ponen de relieve la importancia de la conciencia y su buen juicio y desde luego buenas intenciones en la comprensión de la bondad de Dios que toca y limpia las impurezas de sus hijos.  Aquel hombre transcendió a su propia percepción de la vida y su realidad y entró en la dinámica de los bautizados cuando viven a plenitud su pacto bautismal. Jesús en el uso del “barro” y su saliva refleja   como el poder de Dios emplea lo cotidiano y lo instrumentaliza al punto de resignificarlo convirtiendo este rito de sanidad en figura potenciada del Bautismo. La soberbia y autosatisfacción hacen hoy en día que muchas personas confíen solo en sus conocimientos y en la Ciencia que interpreta la vida como estrictamente natural. Pero aquel hombre privado de la vista obedece al modelo cristiano de quienes confían en Dios y en su Sabiduría absoluta para enfrentar la vida y lo que ello puede implicar.  Es la luz de su Gracia la que permite al Creyente verle literalmente presente en su Palabra y en la Iglesia. El libro de Proverbios en el capítulo 15 versículo 29 dice: Dios se aleja de los malos, y escucha la plegaria de los justos. El retener el conocimiento de su identidad es consecuencia de las tinieblas del pecado que rodean la vida de sus detractores. Solo quien reconoce su   autoridad podrá verle sin tener que taparse los ojos como Moisés o el profeta Isaías y otros tantos. La luz de los ojos es el alma y el corazón. Hay ciegos que ven mejor que cualquiera de nosotros que solo percibimos cosas naturales y no trascendentes…

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