CUARESMA, SIGNO DE
AMOR CRISTIANO.
RESUMEN.
La celebración de la
Pascua (1) tiene en la Cuaresma (2) un importante recurso para su preparación
próxima, esta preparación en cabeza de los bautizados hace eco de la Gracia de
Dios en la vida de los creyentes. Nos remontamos en el tiempo de los santos
Padres pre-nicenos cuando esta praxis litúrgica llegó inicialmente solo para
clérigos y luego ante la riqueza que comportaba se adoptó en general. Es un
tiempo de autoevaluación y autoanálisis teniendo presente que el cristiano está
llamado a buscar la perfección que es la santidad (3). La Cuaresma como
tiempo litúrgico insiste en la necesidad de la búsqueda de la santidad mediante
la toma de conciencia del valor de esta en la praxis de los bautizados. Hoy
enfrenta muchos problemas al desarrollarse en un mundo sensualista donde el
hedonismo, el culto a la persona física, la frivolidad, dictan todos ellos una
serie de parámetros de comportamiento que alejan a los bautizados de una
autentica vida espiritual. La disciplina en la vida espiritual es uno de los
valores de este tiempo fuerte en nuestra litúrgica (4). Los frutos de una bien vivida Cuaresma
saltan a la vista en la madurez humana de los creyentes. En su concepción
renovada de un Dios revelado desde el amor como esencia de su accionar.
INTRODUCCIÓN.
Este año llega el Triduo
Pascual (5) particularmente temprano
pero con todo es una fecha que se hace vivencia en la espiritualidad de la
Madre Iglesia, que se prepara y prepara a sus hijos los bautizados en la
perspectiva de la renovación de nuestra Fe y experiencia con el Dios
vivo (6), hemos vivido Miércoles de Ceniza y dispuestos una vez más a renovar
el contenido espiritual de este rito (signo-símbolo) que en sintonía con la
Tradición de la Iglesia que desde el año 384 (7) consideró importante el
ayuno en su entorno y espiritualidad, es sin duda la finalidad explicita de la
Liturgia de la Palabra en este Día Santo (Joel capítulo 2 versiculos 1-2, 12-17 ; Isaías capítulo 58
versiculos 1-12; 2 Corintios capítulo y versiculos 5.20b-6:10; Salmo 103; Mateo capítulo 6 versiculos 1-6,16-21) y todo lo que implica
la observancia del Evangelio y su alta dosis de humanidad, de alteridad, en la centralidad
de una promesa que repercute grandemente en la persona humana en
todo lo que vivimos siempre en la dirección de la Gracia que magnífica todo
esfuerzo de nuestra parte, estamos seguros de la necesaria comunión entre el amor
y la humanidad, estamos seguros de recuperar literalmente humanidad cuando
caminamos en dicha dirección, es también un tiempo precioso para
reflexionar sobre la vivencia del mensaje de Cristo. Que otro sentido podrá
tener la penitencia en boca de Joel e Isaías que el reconocer nuestra
intoxicación espiritual que nos quiere apartar de Dios y su Voluntad, el
creernos autosuficientes y libres de reproche hace que nuestro corazón vuelto
sobre sí mismo desconozca su propia limitación, es este el momento oportuno
para sentir al Resucitado haciendo todo nuevo en nuestra existencia.
VIVENCIA DE LA
CUARESMA EN LA DINÁMICA DE NUESTRA ECLESIOLOGÍA.
El catolicismo no está
solo en este camino cuaresmal también Hnos de las Iglesias, Bautista,
Luteranas, Presbiterianas, Metodistas (8), observan este llamado a la penitencia
y conversión, al cambio de vida que se hace ingente en la propia madurez de
nuestra opción por Cristo, que como decisión de cada uno está en nuestras manos
y en la Gracia de Dios, hoy como desde el siglo IV la Madre Iglesia espera que
nosotros transitemos por la ruta de la reflexión y compromiso de vida tanto
física como de nuestro espíritu, Joel admite la presencia del Espíritu de Dios
que también ahora se convierte en la Causa Eficiente de nuestra conversión,
no estamos solos todos y cada uno de los bautizados acudimos al llamado
de esta necesaria renovación para aprovechar mejor su amor misericordioso, es
la posibilidad de la Gracia en nuestra historia y propósito de salvación,
rogamos a Dios en su amor infinito que nos sea propicio por amor de su Adorado
Hijo el Señor de la Iglesia… (9).
Isaías (58) nos
llama a un cambio de vida y actitud, este cambio debe ser sincero
para dejar a un lado los modelos “viejos” tanto de vida como de
acción y adoración que pudieran subsistir en nosotros y que nos recuerdan al hombre
viejo señalado por Pablo, este hombre viejo es reacio a permitir el
auténtico reconocimiento de las operaciones de la Gracia en nuestras vidas y
desconfía de la Iglesia como guía en este caminar, es pues una antítesis que se
opone a la Voluntad salvífica de Dios, estamos ante la naturaleza que se
resiste a la Gracia y busca hacer su destino aunque paradójicamente sea a
ciegas. La Cuaresma se presenta como oportunidad de renovación para nosotros,
es curioso como en tiempos del padre del Monacato San Antonio (10) (Tebaida egipcia)
sus anacoretas durante este periodo se dedicaban a la oración con mayor
intensidad, elaboraban “canastos” con las hojas de palma y en Pascua los
quemaban, el propósito era la penitencia y el aprovechamiento del tiempo al
máximo, inicialmente la Cuaresma solo era observada por las comunidades
religiosas y luego se extendió como practica saludable a los laicos y sus
parroquias o congregaciones. La Cuaresma es también sinónimo de Justicia (11)
y en esa orientación el bautizado debe revisar su vida en el hacer y en el
juzgar delante de sus hermanos y su asamblea o congregación, al profeta Isaías le
preocupa la ausencia de Justicia en la cotidianidad tanto del creyente como de
sus instituciones (civiles y de gobierno) la ausencia de la Justicia nos
provoca vivir dramáticamente en un estado de pérdida constante de felicidad y bienestar,
también es aliciente que motiva el creciente establecimiento de estructuras de
pecado y muerte “ En el día de ayuno ustedes hacen negocios y maltratan
a sus trabajadores luego agrega Si quieren que escuche sus
oraciones no ayunen de esa manera” (Isaías capítulo 58 versiculos 3-4) la sentencia es contundente, la Justicia
puede arropar nuestras oraciones o desvirtuarlas ante el Dios justiciero que
cuida de los suyos, es pues la Justicia Isainiana vivida bajo dos
vertientes la personal y la comunitaria donde la obra del creyente puede
retrasar el Reino de Dios o verlo en la perspectiva de su promesa salvífica.
La Cuaresma posee su
propia identidad litúrgica y nos entrega generosamente sus valores y
contenidos, aquí el ayuno, la oración, la meditación de la Palabra de Dios son
sin duda alguna uno de sus tópicos más relevantes. La Tradición vio
precisamente estos contados antes de universalizarla como praxis de
espiritualidad para los bautizados. Este mismo espíritu lo recogemos en el
L.O.C cuyos ritos disponen de una evidente noción de su trascendencia y por
ende de su valor mistagógico (12). Pocos tiempos litúrgicos, en su
retorno anual, habrán dejado tan profunda huella como la Cuaresma en el pueblo
cristiano. Este ha sido de verdad uno de los tiempos fuertes, resultado
de una larga historia multisecular de haber convocado a la milicia cristiana
para la puesta a punto de las armas de la luz (Conf. Romanos capítulo 13
versiculo 12), para luchar contra nuestro enemigo el diablo (conf. Efesios
capítulo 6 versiculos 11-17; 1 Pedro capítulo 5 versiculo 8).
En efecto, la Cuaresma
que nosotros celebramos es una síntesis de un triple itinerario ascético y
sacramental: la preparación de los catecúmenos al bautismo, la penitencia
pública y la preparación de toda la comunidad cristiana para la Pascua.
Denominador común de este triple itinerario interdependiente ha sido la cuarentena
de días que el Señor quiso cumplir, como dice Agustín, “para aleccionarnos
para la victoria”. El simbolismo bíblico de los cuarenta días, como período
de prueba y de tentación, de éxodo a través del desierto -el de Israel duró
cuarenta años-, pero también de Gracia y de acción divina en favor de su
pueblo, ha sido decisivo para configurar la fisonomía de la Cuaresma cristiana.
Moisés, Elías y, sobre todo, el propio Jesús, cuando a continuación del
bautismo es llevado por el Espíritu al desierto (conf. Lucas capítulo 4
versiculos 1-2), han consagrado este tiempo, al que la liturgia no duda en
llamar sacramento cuaresmal, es decir, período sagrado de salvación y
signo de la Gracia de Cristo por voluntad de la Iglesia. La Cuaresma es,
entonces, un verdadero rito sacramental puesto a disposición de toda la
comunidad cristiana para que reviva y renueve cada año el paso de la
muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad de los hijos
de Dios (conf. Romanos capítulo 8 versiculos 21) que un día se realizó en el
bautismo de cada uno (conf. Romanos capítulo 6 versiculos 3-11; Colosenses capítulo
2 versiculos 12). La experiencia del pueblo hebreo en el desierto es
consecuencia de la necesidad de madurar en la Fe y de esta forma su caminar o
peregrinar asume una calidad y condición de la vida sobrenatural que empieza a
crecer en ellos y en los creyentes de nuestras épocas.
EN SU HISTORIA.
Ya en el siglo IV este ayuno se extiende a otras dos semanas más,
dejando los domingos, en los que también estaba prohibido ayunar. Esta época es
la que conoce el mayor esplendor del catecumenado de adultos, cuya última
etapa, la inmediatamente anterior a la recepción de los sacramentos de la
iniciación cristiana, se desarrollaba en estas semanas anteriores a la Pascua.
También es entonces cuando mayor impulso recibe otra importantísima institución
pastoral de la Iglesia antigua: la penitencia pública de los grandes pecados,
con el rito de la reconciliación de los penitentes en la mañana del jueves
santo. Aunque este modo de obtener el perdón de los pecados duraba varios años,
lo mismo que el catecumenado, sin embargo, todos los años, al comenzar el
período de preparación para la Pascua y a su término, en la mañana del Jueves
Santo, se celebraban los ritos de entrada en el orden de los penitentes y el
rito de la reconciliación, respectivamente. Entre
una y otra celebración terminarán por transcurrir cuarenta días, sin duda por
influjo del ayuno del Señor en el desierto. A finales del siglo IV, Roma
ya tenía organizada así la Cuaresma, participando en ella no solamente los
catecúmenos y los penitentes, sino toda la comunidad. Por cierto, que el rito de
entrada en la penitencia pública es lo que ha dado lugar al miércoles de
Ceniza. La Cuaresma en la Iglesia Episcopal conserva el espíritu rescatado por
los Padres del Movimiento de Oxford, particularmente en lo
referente a la universalidad de su rito y consecuencias en la vida espiritual
de los bautizados. No se trata solo de un rito cuyo contenido se agota al final
de la celebración sino toda una gama de contenidos que aterrizan en la
confesión de nuestros pecados y la necesaria enmienda de vida. Aquí es
importante recalcar el valor intrínseco de la penitencia como factor que
contribuye a la sensibilización de los creyentes frente al mundo y su entorno
somático. En Oxford se recuperó la
necesidad de la penitencia ante el avanza de una sociedad absolutamente liberal
en sus contenidos y exigencias. La fuente primaria de estas motivaciones
son el evangelio y la tradición profética de Israel. En cuaresma el bautizado
dimensiona su responsabilidad personal ante el pecado que puede cometer y de
hecho cometió en el pasado. El presente aparece como el momento propicio para
romper con esta jettatura que esclaviza y aliena a los bautizadas. La
congregación como expresión de la Iglesia local o Diócesis pone de relieve la
importancia de la penitencia en su praxis mistagógica y en sus Usos y
Costumbres. Las formas de penitencia evolucionaron más su contenido inicial
es conservado celosamente por la Iglesia.
Nuestra penitencia es
racionalmente humana como debe ser ante el mundo y las relaciones que en su
ámbito se gestan y consolidan, el pecado como experiencia muy profunda del mal
debe dejar su espacio al influjo transformador de la Gracia. Es pues la opción
por Cristo la que alienta y alimenta nuestra Cuaresma, es la necesidad de
replantear nuestras vidas y acciones de cara a la realidad del Dios revelado. Aquí
los bautizados dimensionan la constante necesidad de la Metanoia en sus vidas.
Cambiar es solo posible cuando es el reflejo contundente del amor en nosotros
que nos hace amar y cesar estar más cerca de Cristo que del mundo o realidad
material donde vivimos. Pues estos estadios de madurez espiritual aprovechan al
máximo la Cuaresma y dejan una huella indeleble en la vida de los bautizados.
Sin amor la Cuaresma se convierte en una mera citación ritual. El amor puede y
de hecho trasforma al creyente bajo el modelo de Cristo. Estamos pues
condicionados por la praxis amorosa que nos libera y convierte la Cuaresma en
un tiempo reflexivo vital para continuar creciendo en Gracia. La huella de
la Cuaresma puede evidenciarse en el estilo de vida de los bautizados que la
viven con intensidad y compromiso.
La ceniza debe
superar en nosotros el compuesto químico y su signo para convertirse en
generador de conciencia que no se detenga ante los imaginarios de nuestro medio
eclesial, la Justicia no se puede alienar y mucho menos equiparar bajo
pretensiones personales por nobles que estas sean, la ceniza nos recuerda
nuestro origen y retorno ella no es una finalidad es un
instrumento propiciador de nuestra reflexión… buscamos agradar a Dios y ser
dignos herederos de su Reino, el ayuno que la Iglesia vive
constantemente (forma ininterrumpida) es la búsqueda de la Justicia en el anuncio
y testimonio del Resucitado, ya no le buscamos en el “sepulcro vacío” lo
hacemos hoy en el hermano y su intríngulis. (40) días de cara a la celebración
del misterio (mistagógico) del Santo Triduo Pascual (Pasión,
Muerte, Resurrección) del Salvador Jesucristo, de la Noche Santa en la que la
Madre de los bautizados le proclama resucitado y glorioso a los pies del Padre Dios,
es pues Cuaresma la antesala a la obra del Redentor en la Cruz, tiempo de conciencia
y amor sin medida. Para concluir esta reflexión quiero citar al Hiponense en su
“Sermón de Domingo de Pascua” … Vosotros sois los mismos hombres
que erais, ya no habéis traído caras nuevas, y, sin embargo, sois
nuevos; viejos por la apariencia del cuerpo, pero nuevos por la Gracia de
la santidad, esto sirve a la verdadera novedad. Así como veis esto es todavía
Pan y Vino y por la Consagración serán el Cuerpo y la Sangre de Cristo… Esto
hace el nombre de Cristo; esto hace la Gracia de Cristo: Que la realidad
parezca lo mismo que parecía y que, sin embargo, no valga aquello que valía.
(14).
RECURSO PARA
NUESTRA MEDITACIÓN PASTORAL.
SIGNO
|
CONTENIDO
|
CITA BÍBLICA
|
Inmundicia
|
La condición de este personaje es degradada al punto de estar por
tierra, es decir, de entrar en contacto con lo más bajo de la condición
humana y sus postraciones esenciales.
|
Job capítulo 30 versículo 19.
|
Desgracia
|
Literalmente el salmista describe un estado de infinita
frustración y amargura, su condición es tan aguda que el dolor se hace uno
con la causa.
|
Salmo 102,9.
|
Vergüenza
|
Fue retirada de su propia casa lo que implica perdida de
absolutamente todo lo que la hacía ser reconocida y estimada. Tal estado solo
es posible con la pérdida real de cuanto da identidad y dignidad a la
persona.
|
2 Samuel capítulo 13 versículo 18-19.
|
Humillación ante Dios
|
Abraham reconoce la dimensión de su ser, al punto de interactuar
con Dios sin olvidar su “poquedad” como él mismo lo manifiesta.
Quien se humilla delante de Dios por Dios será exaltado.
|
Génesis capítulo 18 versículo 27.
|
Arrepentimiento.
|
El Ayuno para Daniel como para todo creyente israelita es signo
de arrepentimiento y deseo sincero de cambio de vida particularmente de
aquello que considera no está bien realizado en su existencia.
|
Daniel capítulo 9 versículo 3.
|
CIBERGRAFÍA Y
FUENTES.
*** https://www.bibliatodo.com/la-biblia/version/Biblia-de-Jerusalen
Los Textos bíblicos son citados de la Edición Biblia de Jerusalen.
|
1-
El término "pascua"
proviene de la transcripción griega y latina, pasja; de una palabra de origen
hebreo y arameo, respectivamente, pesah y pasha; que remite a su vez al verbo
pasah, que significa "pasar", "saltar". De aquí procede el
significado del sustantivo: "fiesta" (danza) y "paso". La
celebración de la pascua está en el centro y en el corazón de la experiencia
bíblica, ya que está relacionada con el acontecimiento fundador del pueblo de
Dios: el éxodo y la alianza. Por medio de la celebración de la pascua se
actualiza el acontecimiento salvífico en su forma litúrgica. Al modelo o
esquema de la pascua bíblica se refieren también los textos del NT para
interpretar la acción salvífica de Jesús. En el culto cristiano como
"memorial" se prolonga el acontecimiento salvífico de toda la
historia bíblica, que culmina en Jesús, muerto y resucitado.
2-
Cuaresma.
La primera referencia a una preparación pascual de cuarenta días aparece en un
escrito de Eusebio de Cesárea que se remonta aproximadamente al año 332. En ese
escrito Eusebio habla de la cuaresma como de una institución bien conocida,
claramente configurada y, hasta cierto punto, consolidada. Esto nos permite
pensar que a principios del siglo IV la cuaresma era ya una realidad
establecida en algunas Iglesias.
3-
Nota del autor.
4-
Nota del autor.
5-
PASCUA. Llegados
al siglo IV, encontramos una formulación teológica litúrgica bien precisa del
triduo sacro. En san Ambrosio podemos leer: "Triduo en el que ha sufrido,
ha reposado y ha resucitado el que pudo decir destruid este templo y en tres
días lo reedificaré". Entre otras escogemos la conocida expresión de
Agustín por su tan adecuada formulación: Sacratissimum triduum crucifixi, sepulti
et suscitati. ANTECEDENTES. Hacia el año 57 d.C., Pablo, escribiendo a
los corintios, precisaba con exactitud el objeto de nuestra pascua:
"Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado" (1 Cor 5,7). En el
lenguaje del cuarto evangelio, Cristo es el cordero pascual que quita el pecado
del mundo (Jn 1,29) y, como a tal, no se le rompe ningún hueso (Jn 19,33.36).
Las tres pascuas escalonadas en el ministerio público de Jesús (Jn 2,13; 6,4;
11; 55), al insistir que se trata de la pascua judía, ¿no muestran acaso la
intención de aquel que con su muerte va a sustituir la pascua judía? Es normal
que el anuncio pascual sea el centro de la predicación apostólica (Lc 24,26,
etc.), y sobre todo los discursos kerygmáticos de Pedro y Pablo. Muy pronto el
memorial de la muerte de Cristo ocupará, sobrepasándolo, el memorial del Éxodo
(1 Cor 11,25ss). En el interior del NT, la progresiva "pascualización"
de Jesús será completa en el momento de captarse la novedad absoluta de la
inmolación pascual unida a la resurrección. La vida de la comunidad, nacida
justamente de la pascua de Jesús, transcurre precisamente anunciando y
celebrando el paso de Jesús de este mundo-al Padre por amor a los hombres (Jn
13,1).
6-
Fecha cercana al Concilio I de Constantinopla
en el año 381.
7-
Nota del autor.
8-
Nota del autor.
9-
Nota del autor.
10-
Antonio, Abad.
Nace en Coma - la actual Quemans- junto a Heracleópolis, en la orilla izquierda
del Nilo, en el Egipto central, hacia el a. 250, de padres patricios. Al
fallecer éstos (270), confía su única hermana a una comunidad de vírgenes y,
una vez distribuidos todos sus bienes entre los pobres, se retira a un lugar
solitario para emprender una vida de anacoreta. Allí vive cerca de 20 años.
Cuando tiene aproximadamente 35, lo encontramos en los montes Pispit, junto al
mar Rojo, donde organiza una auténtica comunidad monástica con todos aquellos que
desean seguir su ejemplo. Durante la persecución de Maximino (311) se
encuentra en Alejandría, consagrado al socorro y consuelo de los mártires
cristianos. Él, sin embargo, no llega nunca a ser encarcelado. Poco después abandona Alejandría y se establece
en Colztum, a unas 30 millas del Nilo, en un lugar totalmente aislado. Sus
fieles discípulos del cenobio de Pispit continúan, sin embargo, buscando su
nuevo paradero, hasta que lo encuentran. Hacia el 335, A. es requerido
en Alejandría por el obispo Atanasio a fin de que combata a los arrianos.
Enseguida vuelve a su retiro del mar Rojo.
11-
Nota del autor.
12-
Nota del autor.
13-
(In Ps. 60,3).
14-
LLEGA CUARESMA, LA CENIZA ESTA
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15-
CENIZA CAMINO DE ESPERANZA Y ... -
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