CLÉRIGO EPISCOPAL, TEÓLOGO DE LO MINISTERIAL.
INTRODUCCIÓN.
A diferencia de otras
ciencias y campos del saber humano, el conocimiento que brota de la praxis
teológica como experiencia de lo sobrenatural en la vida del clérigo se adorna
fundamentalmente de su relación vital entre Fe y Razón, (1) ( no pretendemos
desconocer el ser teólogo profesional expresión supeditada al ejercicio
académico reconocido y el erudito cuyos aportes son significativamente
importantes en la reflexión teológica) ambas realidades de lo supra y de lo
material construyendo juntas una realidad que suena extraño decir que es más
realidad que la realidad misma (2).
Tal argumento nos empuja literalmente a reconocer la diferencia entre
Teología Ministerial y Teologia Pastoral aunque ambas estén enfocadas en una
dimensión no paralela sino relacional y necesaria, es decir, juntas establecen
una contingencia tanto conceptual como en su praxis, solo que la primera es sistemática y aporta
los fundamentos para el desarrollo de la segunda. El desarrollo del concepto
pastoral al desambiguarlo y objetivarlo se remonta al oficio convertido en arte
del pastoreo primitivo en el que los individuos se compenetraban de una manera
profunda con su trabajo de cuidar rebaños enteros y esto implicaba no
abandonarlos nunca, generando con ello un estilo particular de vida y creencias
que los distinguía de oficios o artes estacionarios como por ejemplo la
carpintería, el cultivo de la tierra y las artesanías, entre otros… La pastoral
es la línea fundamental del cuidado de la Iglesia explicitada en los bautizados
y las congregaciones constituidas por estos. Las acciones de la Pastoral son incorporadas a
la memoria religiosa de la Iglesia y muchos de sus contenidos al igual que el
fundamento teórico y su praxis de lo Ministerial se convierten en el caldo de
cultivo que engendró nuestra definición eclesial de USOS Y COSTUMBRES, (3) pero aterrizada no en la práctica inevitable
de ritos y conceptos sino en la vida misma de la liturgia y nuestra cosmovisión
al interior de la congregación.
ESTABLECIENDO
LA CORRELACIÓN TERMINOLÓGICA.
La
Pastoral y la Ministerialidad se unen en concepciones de su naturaleza análoga pero
esto no implica que cada una de ellas posea un campo propio de acción y
facilidad intelectiva para accionar en la comunicación de sus ideas y
aportaciones y todas las implicancias que esto genera (4). El axioma
pastoral se encuentra también vitalmente unido al axioma de lo Ministerial,
este contenido no es estrictamente dogmático aunque verse casi siempre sobre la
manera de enfocar y traducir dialécticamente el dogma a la vida y conciencia
del bautizado pastoreado por el clérigo. La
relación intrínseca entre doctrina y Pastoreo como en referencia a la Ministerialidad
es clara y determinante en la vida de la Iglesia (5). Pretender justificar
la acción Pastoral sin darle el soporte estructural que solo la doctrina le
proporciona es peligroso si queremos construir una institucionalidad eclesial
eficiente y según los principios propios de la Tradición y Magisterio de la Iglesia
de Cristo. Desconocer esto último implica negar tácitamente que las
actuaciones de los apóstoles se desarrollaron en el ámbito del ser
eclesial y plasmar solo un componente sobrenatural a una acción determinada,
solo para citar el encuentro de Pedro y Juan con aquella persona que les miraba
fijamente y pedía ayuda, miremos el Texto Sagrado de Tradición:
1. Pedro y Juan subían al Templo para la
oración de la hora nona. 2. Había
un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los
días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a
los que entraban en el Templo. 3. Este,
al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una
limosna. 4. Pedro fijó en él la
mirada juntamente con Juan, y le dijo: Míranos.
5. Él les miraba con fijeza
esperando recibir algo de ellos. 6.
Pedro le dijo: No tengo plata ni oro;
pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazoreo, ponte a andar.
7. Y tomándole de la mano derecha
le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, 8. Y de un salto se puso en pie y
andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios.
(Hechos de los Apóstoles capítulo 3 versículos 1-8). (6). |
Superando los
determinismos (acción establecida de manera determinada, en este caso el
fenómeno se traduce en la invocación del nombre del Salvador) sobre el nombre del Señor, los apóstoles
Pedro y Juan testimonian poderosamente los consecutivos que implican el invocar la Divinidad
del Señor y de esta manera unen categóricamente tanto lo trascendente como las
expectativas en el plano de una realidad concreta (7), aquí el milagro tiempo espacial une la Fe con
el acontecer doctrinal que intrínsecamente expresa el contenido salvífico
relacionado con el Señor y su ministerio entre nosotros, la Iglesia asume su
función de comunicar toda gracia mediante sus ritos y oraciones como guardiana
y deposito a la vez. Estamos viendo como una acción tiene todo un soporte tanto
Ministerial como Pastoral sin que con ello se pierda de vista la diferencia
entre una y otra, esa diferencia se manifiesta mediando la necesidad de ayuda
con la enseñanza sobre el Señor y como los milagros son signo de su presencia
en la comunidad. Este componente maravilloso se relaciona vitalmente con lo que
la Iglesia primitiva enseñara sobre el Redentor de la humanidad (8).
En la vida del Señor es
factible observar como los nombres que
le asociaban con la promesa de redención eran categóricamente vitales, tenemos
el caso en particular del término “Buen
Pastor” miremos el Texto Jereminiano, Isainiano y Joanico sobre el Buen Pastor:
Jeremías
capítulo 23 versículos 1- 4.
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Isaías capítulo
40 versículos 10- 11.
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Juan capítulo 10
versículos 11-16.
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¡Ay
de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos!
- oráculo de Yahveh -. 2. Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a
los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado las
ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis. Mirad que voy a pasaros
revista por vuestras malas obras - oráculo de Yahveh -. 3. Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde
las empujé, las haré tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán. 4.
Y pondré al frente de ellas pastores que las apacienten, y nunca más estarán
medrosas ni asustadas, ni faltará ninguna - oráculo de Yahveh -.
|
10.
Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Ved que su
salario le acompaña, y su paga le precede. 11. Como pastor pastorea
su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con
cuidado a las paridas.
|
11. Yo soy el buen pastor. El buen pastor
da su vida por las ovejas. 12. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien
no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el
lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13. Porque es asalariado y no le importan nada las
ovejas. 14. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen
a mí, 15. Como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por
las ovejas. 16. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también
a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un
solo pastor."
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(9).
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(10).
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(11).
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Los Textos inspirados que
se relacionan convenientemente reconocen en
Jeremías el iniciador de esta propuesta de índole profética y para
nosotros con un fuerte componente tanto Ministerial como Pastoral. Los pastores
de la Iglesia entendidos desde la asociación categórica con el cuidado de la
feligresía no caminan solos, ellos actúan siempre en nombre de la Iglesia que
legitimiza su ministerio y por ende su Ministerialidad y el valor real de este
en la vida eclesial. El Conocimiento
teológico se constituye en la intuición de toda posible epistemología en la
formación de los futuros clérigos, la debida ciencia nos habla sobre la
necesidad de fundamentar el conocimiento a partir de la revelación y el
discernimiento de la Iglesia en su Magisterio y Tradición. Todo clérigo debe tener un conocimiento fundamental y aún más que ello
versado sobre la disciplina teológica, el sustento Pastoral del Hacer está
inserto en el Ser de la Iglesia y su categoría cognoscible (12).
Los Textos citados en el
recuadro a tres columnas nos muestran dramáticamente la evolución de las
funciones de lo Pastoral y como ese procedimiento que inicia en el tiempo con
un oficio se convierte en una opción eclesial gracias a la Ministerialidad.
Jeremías ve con absoluta claridad como el ser identitativo del Pastor sobrepasa
el intríngulis de sus ovejas y como al sobrepasar estas dificultades conoce
dinámicamente sus vidas y se adelanta a su impacto en el entorno somático de su
existencia. El enclave paradigmático nos ofrece la posibilidad de ver
decididamente las actuaciones y su Ethos reflejado en la escogencia de una
clara y rígida intencionalidad de la Pastoral.
Lo Ministerial llevado a la Ministerialidad ofrece ya un esquema
teológico que reproduce el alcance de la lógica de la misión eclesial en su estructura tanto Epistemológica como
Gnoseológica y que por ende llega a los
bautizados bajo el argumento de la síntesis doctrinal que comúnmente se conoce
con el nombre de Catequesis. En la línea teológica se relacionan vitalmente
tanto la Pastoral como la Ministerialidad en el entorno formativo de la
Iglesia.
La referencia profética
superando el mito no se trata solo de un argumento de profecía sino de una
coherente interpretación de los acontecimientos según la mutabilidad historica
de la relación humana con el Dios revelado. Los acontecimientos
espiritualizados se fraccionan según el momento de la revelación y nuestra
natural percepción.
La Pastoral y la
Ministerialidad desde la condición teológica de una y otra se relacionan históricamente
bajo el modelo eclesial de turno, desde las catacumbas hasta las comunidades
de base de los 60tas y 70tas décadas del siglo pasado, hoy son conocidas
como células pastorales.
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El oficio de ser pastor
en la Iglesia se transmite por medio de la Sucesión Apostólica, de lo anterior
se desprende que el oficio se convierte en Ministerio y vive su Ministerialidad
por una razón y una necesidad al servicio del Evangelio. El ser de un ministerio
se refleja en la praxis de su entorno, prueba de ellos es el contenido ahora de
lo virtual en el quehacer del ciudadano y por ende del creyente.
Edad Media. En esta época, los grandes continuadores de
los Santos Padres de la Iglesia, al
intentar una sistematización de la enseñanza cristiana, no dejaron fuera el
aspecto Pastoral. Para no recargar la exposición, nos referiremos sólo a tres nombres
clave: Bernardo, Buenaventura, Tomás de Aquino (13). La Pastoral en su concepción teórica se
concretiza grandemente en el momento en el que los bautizados incorporar sus
enseñanzas al escenario de su cotidianidad, una Pastoral que permea los modelos
de vida seguidos de cerca por los bautizados, la sistematización del
conocimiento como operación racional nos permite trazar una ruta dialéctica
practica a la hora de convertir en historia los acontecimientos que
interpretamos desde nuestra concepción de Fe. El ser de lo Pastoral entronca
perfectamente con el Ministerio y particularmente con la “cura de almas” o función salvífica de lo Ministerial. La mayor parte de la obra de Bernardo de Claraval la constituyen sus
Sermones, de los que se conservan más de 330, siendo un modelo de predicación;
también escribió más de 500 cartas sobre temas disciplinares, teológicos,
ascéticos, deberes de los fieles, etc. Es justo destacar el opúsculo De officüs episcoporum y el De
consideratione. Es un místico que se apoya en un sólido ascetismo;
preocupado por conducir las almas a Dios, insiste en la necesidad de progresar
continuamente en la perfección, a la que están llamadas todas las almas (14).
Bernardo de Claraval
vivió en pleno oscurantismo y los otros dos autores son los mayores exponentes de la
Escolástica como disciplina del estudio, reflexión, y especulación teológica
(15). La limitante de una Pastoral
mística que vivió Claraval contrasta grandemente ante una Ministerialidad
adornada de la más brillante especulación teológica de la Escolástica (16). La
realidad que une la Pastoral con la Ministerialidad supera los imaginarios
cambiantes de cada época o eón, los tiempos vitales de la Pastoral y la
Ministerialidad poseen una transversal como lo es el anuncio de Cristo Hijo de
Dios vivo. Esta radicalización del
mensaje constituye la sindéresis más veraz de la doctrina cristiana. Todo
anuncio pasa por proclamar la esencia del Kerigma revelado históricamente del
que nos da cuenta el propio Pablo y ampliamente en Textos evangélicos que
citaremos solo para tener una idea de su carácter total y totalizante en las
Sagradas Escrituras:
Marcos
capítulo 1 versículo 24.
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Lucas
capítulo 12 versículo 49.
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Filipenses
capítulo 2 versículos 6-11.
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Lucas
capítulo 4 versículo 34.
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Mateo
capítulo 9 versículo 13.
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1Timoteo
capítulo 3 versículo 16.
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Mateo
capítulo 8 versículo 29.
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Marcos
capítulo 2 versículo 17
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Romanos
capítulo 1 versículos 3-4.
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Mateo
capítulo 10 versículo 35.
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Mateo
capítulo 11 versículos 25-27.
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1Corintios capítulo
15 versículo 3b-5. Texto Kerigmatico
por antonomasia. (17).
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Aunque nos centramos en
el Evangelio es claro que la intención Paulina no solo apunta a la afirmación de Bultmann
sobre la inclinación de Pablo a anunciar a un Cristo glorioso, podemos dejar
por fuera los estadios del conocimiento Paulino sobre la obra del propio Señor,
no es tan acertado pensar solamente en un anuncio que catalice tanto la Pasión
como la Muerte y Resurrección del Señor (Kerigma) (18) porque si lo hacemos de
esta forma es grande el riesgo de ver su existencia desde un hacer
estacionario, sufriendo, muriendo y triunfando como cualquier personaje
encarnado por la literatura. Opinamos que en Pablo no existe un modelo
determinante de su predicación, acude a la vida y obra del Señor según sea la
necesidad de la comunidad a la que hace llegar sus escritos (19). La Pastoral
en Pablo toma de la doctrina su justificación pero la desarrolla según la
necesidad del entorno en el que se encuentra, Pablo centra su expectativa y la
de sus escuchas en el argumento del Cristo glorioso como quiera que si solo se
tratara de una descripción natural de su
vida eso último en nada aseguraría una dialéctica contundente en argumentos de
naturaleza humana, el triunfo de todo anuncio radica precisamente en mostrar a
Cristo vencedor del pecado y la muerte. Si observamos la concepción Pastoral
afirmados en el triunfo de Cristo entonces la Esperanza será factor afirmante
de la doctrina y el escucha tendrá para si un aliciente que le ubique en la
trascendencia de estos misterios. Pablo
conocedor de las Escrituras plantea una predicación Pastoral-historica de estos
acontecimientos de la vida del Señor y en cuanto a su Ministerialidad la enfoca
en el acontecer de la vida eclesial (20). Miremos pues, la relación en sus Cartas:
Un
solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Efesios capítulo 4 versículo 5) (21).
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La exhortación de Pablo
es clara y nos permite ver su concepción de la unidad e integralidad de una
sola Fe en orden al Señor como Salvador de la obra del Padre Dios (contaminada
por nuestro pecado) la falta de conciencia de Fe origina en nosotros la
secuencia de la marca del pecado, y la
Iglesia es en la visión Paulina la portadora de las gracias maravillosas de su
esposo, nos referimos al propio Señor. Pablo relaciona tanto en su predicación
la objetivación Pastoral como en el anuncio del bautismo la profundización de
su Ministerialidad que llega
dialécticamente impulsada por el conocimiento doctrinal, no hay Ministerio que
pueda implicar en su naturaleza ausencia de conocimiento, y Pastoral que no se sirva eficientemente de
un Ministerio bien formado. Si bien el Espíritu Santo opera pero para hacerlo
necesita “materia” de nuestra parte
y formada eficientemente dará frutos más deseados a la vida eclesial (22). Estamos
pues, llamados a establecer sociedades evangelizadoras que partan del
conocimiento iluminado en nosotros por el Espíritu Santo. Pablo no solo predica al Señor bajo la figura
del Kerigma sino que lo ubica en todos los escenarios de la vida y obra de los
creyentes a los que llama “santos”
como indicando con ello la profunda relación que establecemos con el Dios
revelado. La santidad es pues fruto vivo que solo llega en la medida en la que
esta relación se materialice en todos los escenarios de nuestra existencia.
La
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Romanos capítulo 5
versículo 5) (23).
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El primero de los frutos
del Espíritu en el alma del cristiano es el amor. En efecto, el amor de Dios ha
sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha
dado. Si, por definición, el amor une,
el Espíritu es quien genera la comunión en la Iglesia: es la fuerza de cohesión
que mantiene unidos los fieles al Padre por Cristo, y atrae a los que todavía
no gozan de la plena comunión (24). La unidad es parte necesaria en la Pastoral
ya que las sociedades que armamos con los feligreses y sus ministerios laicales
son síntoma de salud congregacional, donde no hay ministerios laicales
licenciados sin duda sucede algo con la concepción de una eclesiología donde el
laico comprometido es relevante. La
vitalidad de toda Pastoral necesita necesariamente ser inclusiva y totalizante
para dar los frutos deseados, los laicos son en expresión concreta fruto de esa
Pastoral y por ende brota de ella la posibilidad de fundamentar una
Ministerialidad viva y actuante (25). Los clérigos de esta Comunión
eclesial tienen claro que la dinámica de cada ministerio marca la pauta de los
desarrollos congregacionales y por ende aportan su compromiso en la formación
de los líderes laicos para los fines argumentados.
La vitalidad de una
congregación es el alma de los bautizados y el alma de los bautizados se nutre
del Espíritu Santo, como podríamos nosotros desarrollar una acción Pastoral sin
estar conectados Ministerialmente al Espíritu de Dios, es una cuestión vital a
la hora de hablar de crecimiento congregacional, sino estamos unidos y alimentados
de esta forma entonces solo eran esfuerzos humanos entre humanos y eso es todo,
solo la relación de la Ministerialidad y la Pastoral con el Espíritu Santo nos
asegura resultados vivos y concretos. Sin tener a Dios en el corazón no será
factible comunicarlo en el Ministerio y mucho menos en nuestra Pastoral (26).
A
fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor (1
Corintios capítulo 1 versículo 31) (27).
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El desempeño de nuestra Pastoral solo posee un
referente directo es el propio Señor y no puede haber panaceas por fuera de su
modelo sin importar que tanto éxito entrega a sus poseedores, muchas veces
sucede con las denominadas “mega
iglesias” que no poseen relación directa con el Señor aunque dicen anunciarlo, cuántas de estas estructuras son
simplemente negocios… El anuncio pasa por relacionar convenientemente como
hemos indicado nuestra Pastoral y su Ministerialidad, el Amor con la Doctrina
(28).
22
¿Que son hebreos? También yo lo soy. ¿Que son israelitas? ¡También yo! ¿Son
descendencia de Abraham? ¡También yo! 23. ¿Ministros de Cristo? - ¡Digo una
locura! - ¡Yo más que ellos! Más en trabajos; más en cárceles; muchísimo más
en azotes; en peligros de muerte, muchas veces. 24. Cinco veces recibí de los
judíos cuarenta azotes menos uno. 25. Tres veces fui azotado con varas; una
vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el abismo.
26. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de
los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en
despoblado; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; 27. Trabajo y fatiga;
noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y
desnudez. 28. Y aparte de otras cosas,
mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias.
(2
Corintios capítulo 11 versículos 22-28) (29).
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Pablo nos deja ver las
preocupaciones que emanan de su propio Ministerio y como se materializa su
Pastoral en todo ello, los sufrimientos
que en su momento padeció son consecuencia de su radicalidad en el anuncio, si
vivimos una Pastoral sin arriesgar nada o una propuesta Ministerial superficial
entonces no sucederá nada que demande mayor empleo de nuestras habilidades. La
radicalidad Paulina contrasta con la situación de confort propia de algunas
instituciones eclesiales del primer mundo en su grado exacerbado de
profesionalizar el Ministerio. La
connotación de una Pastoral de cara al mundo permite al clérigo Episcopal
dimensionar la intríngulis de sus congregaciones y de paso estructurar un
conocimiento certero de su entorno (30). Las prioridades de la misión
eclesial no siempre son concretadas en el territorio de una misión naturalmente
constituida sino en su praxis general con el medio en el que las personas se
desenvuelven. La inculturación de un Ministerio no nace en la academia
estrictamente, nace en la vivencia de una autentica experiencia de Fe iluminada desde la perspectiva de la
razón del creyente. Los bautizados actúan bajo la luz y guía de la Gracia y
esta presencia de Dios constituye el mayor sustento posible en la vida, obra y
misión de la Iglesia. Los
acontecimientos que celebramos se instalan en la sique del colectivo lo que da
validez a su praxis (31). Las pruebas son parte activa si se quiere ver de esta
forma de la lucha en los mejores términos de un cristianismo inserto en la
realidad del mundo sin que con ello pierda su originalidad o el mundo lo acepte
radicalmente (32).
OBJETIVACIÓN
DE LA PASTORAL EN UN MEDIO MINISTERIAL.
El medio de lo pastoral
se activa constantemente en todas y cada una de las acciones de la Iglesia, son
la manifestación de todo su potencial y riqueza sin desconocer el orden de las
cosas y sus implicancias. La Iglesia
como Institución tanto en lo humano como en lo Divino debe afrontar la
percepción de una realidad compuesta por fenómenos unos constatables y otros
absolutamente subjetivos (33). Lo
Ministerial entra totalmente en la esfera de lo perceptible dando forma a la
concepción de un medio doctrinal que articula su discurso paradigmático
conforme constituye la vivencia del Ministerio Ordenado. Los clérigos en su
dimensión sacerdotal trasladan al mundo una inquietud esencial como lo es la
Salvación y al plasmar esta consabida inquietud construyen todo un esquema de
compromisos en orden precisamente a su
misión esencial… La realidad del Ministerio se vive constantemente como
consecuencia de las funciones inherentes a este, nos referimos tanto a la
Liturgia como a las acciones Pastorales articuladas y mutuamente relacionadas.
Objetivando la Pastoral haremos del Ministerio su razón de ser, tal relación
retribuye en acciones lo percibido bajo un orden de doctrina. La epistemología inherente a la Pastoral y su praxis ya no es solo una teoria
formativa, ni una hipótesis de trabajo, se ha convertido en la razón lógica de
ser de una enseñanza en el ámbito de la congregación en representación de la perenne
presencia de la Diócesis como tal (34). Llevar el Evangelio implica
fundamentalmente la espiritualización tanto de una doctrina como de los medios
para materializarla en el ámbito de lo social y cultural, de esta manera el
Ethos cristiano se formula antropológicamente.
La formulación de una
enseñanza necesita de escenarios para ser comunicada, no se trata solo de
reunir personas en una congregación, pasa esto último por aflorar y darle a la
misma Asamblea un contenido doctrinal que sustente todas las acciones posibles
de la Pastoral. El qué de la cuestión,
como entronque idiomático nos asegura su inserción en el bautizado y en su
modelo de vida para evitar desconectar el ser religioso con el quehacer
cultural (35). Formular una praxis
de lo Pastoral implica en términos de la dialéctica eclesial el haber asimilado
las condiciones de nuestra propia naturaleza Ministerial ya que no es lo mismo
los procesos ideológicos de una comunidad evangélica coyuntural y actual con
relación al modelo y la estructura historica de una Iglesia de tradición
católica en un escenario muchas veces movido por la inmediatez de la trama
sociológica y psicológica de los individuos.
El medio
Ministerial no solo es la transmisión conceptual o litúrgica de la realidad
eclesial, es también, una forma de vida en el pueblo cristiano, como quiera
que el testimonio de vida es la materialización de una Iglesia movida por el
Espíritu en su Ethos, Sanador,
Reconciliador, y Evangelizador (36).
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La calidad del medio
ministerial es importante dado que su
influencia puede canalizar las energías y cualidades que un ministro gastaría
proveyendo a los suyos. Los argumentos que hablan de una iglesia particular
donde el clérigo es obrero no son siempre
los más positivos para la misión y los datos estadísticos de su
crecimiento parecen confirmarlo. El medio o entorno social es vital para
construir un mensaje-respuesta al mundo y las implicancias de hablar de Cristo
en distintos escenarios de lo social y
cultural donde el Ethos cristiano llega con el bautizado. La Familia como institución primaria de la vida eclesial reclama mayor
atención particularmente la conformada por los clérigos (37). El constitutivo social es imperante en las
relaciones de manifestar a Dios en el medio de nuestro Ethos, la referencia es
la familia como quiera que esta conduce a los niños en el conocimiento del Dios
revelado y los valores inherentes a la
revelación son aprendidos en casa. La
policromía que esgrime el clérigo en su obrar Ministerial pasa por la bendición
de su entorno familiar (38).
Aquí la promoción humana
es un imperativo categórico, conjugar tanto la familia como el aporte del
clérigo es también una forma dialéctica de trasmitir la trascendencia del
mensaje revelado (39). El misterio de Nazaret se actualiza en la vida familiar
cuando esta ha sido permeada por los valores evangélicos y la praxis del
clérigo que en actitud vinculante rodea los suyos con la doctrina y el carácter
sagrado de la Iglesia viviendo lo que profesa cada domingo en la Eucaristía. El
mundo moderno posee sus estructuras donde la trascendencia es la gran ausente
ya que el modelo material sustituye cualquier aspiración que no camine en su
dirección. La inculturación de esquemas exitosos en otras latitudes es también
enemiga de la familia en su connotación natural unida al modelo geográfico que
comparte. El Ethos de la familia
dependerá en gran medida de su aproximación a los contenidos salvíficos de la
Palabra revelada y la obra misionera de la Iglesia. El clérigo es en su
carácter social y familiar:
·
Esposo/Esposa.
·
Amigo/Amiga.
·
Padre/Madre.
·
Hijo/Hija.
·
Vecino/Vecina.
·
Ciudadano.
·
Criatura
de Dios.
·
Bautizado
(Aquí como el gran compilador de las manifestaciones de un Dios amoroso que se
inserta en su realidad para salvarle) (40).
El entorno somático es
definitivo para su aproximación a la realidad tanto revelada como construida
por su accionar. Una vivencia que le impulsa a descubrir a Dios presente en
todos los momentos de su existencia, es un principio relacional natural entre
la Persona Divina y la humana redimida (41)… La familia es parte de la vivencia
del Bautismo y su Pacto la incorpora a la comunidad redimida, la escatología
que se evidencia en el ministerio
ordenado no puede dejar fuera de su ser a la familia y sus contenidos
culturales tanto como sociales. El Ethos
que se articula a partir de la definición antropológica de la familia se une al
contenido sobrenatural de su elección por el Dios vivo y trascendente (42). Una
familia en el Ministerio no es anterior a una familia en su dimensión Pastoral.
La iglesia doméstica es la primera en vivir los lineamientos de la Pastoral
eclesial y su Ministerialidad se materializa en sus integrantes como quiera que
los bautizados son la perfecta expresión del ser eclesial. La familia está
constituida también en el contexto de los derechos naturales de los individuos
y no puede ser discriminada por énfasis contrarios a su manifestación natural
en los bautizados:
RECORDEMOS… que el Celibato no es Derecho Divino o
mandato del propio Cristo, es solo una política disciplinaria de la Iglesia,
que con el correr del tiempo la fueron haciendo divina al mejor estilo judío
de la Ley Mosaica y sus adicciones (43).
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Desambiguar una necesidad
de índole disciplinaria no puede afectar la raíz misma de la Iglesia primitiva
en cuanto a estas prácticas, Pablo desde su praxis expresa su sentir lo que no
implica obediencia universal a una concepción personal, Dios es un Dios de
Orden y sus leyes no contradicen el ser natural de las cosas antes por el
contrario las sublima como expresión de amor y la familia lo es. El Ethos que
se construye puede ser modificado según sea la práctica de sus componentes
sociológicos, los llamados CONSEJOS EVANGÉLICOS o votos religiosos (44), son solo eso una opción de vida pero no
podemos ahora suponer que son la condición ideal de una escatología que posee
fuertes vínculos con la humanidad revelada en el Señor. No obstante son una Gracia que sin
duda alguna Dios dará a quien lo desee vivir. La configuración de la Familia en
la tradición Anglicana respeta la Ley Divina y el Derecho Natural como
expresión precisamente de esa Ley. Todos tenemos el deber sagrado de educar a
nuestra prole en el amor y respeto como vivencia del Evangelio y su norma
fundamental en Cristo.
Aquí el amor es la fuente liberadora y
sublimadora de toda actividad humana, siguiendo la línea del Águila de Hipona
diremos: “La medida del amor es amar sin
medida” (45). Toda expresión que
reivindique los Derechos de la familia es acogida por esta Comunión, la familia
es determinante en la gestación de la Fe en sus integrantes, sin familia no hay Iglesia porque está en
su naturaleza Ministerial es una familia (46).
En la dinámica del medio
Ministerial la Iglesia debe proveer espacios formativos para la introducción
del estamento familiar en un ambiente sano y equilibrado donde los Derechos
sean exaltados y atendidas las necesidades de la familia por medio de la
instrucción y testimonio en valores así como la lucha por sus reivindicaciones
a nivel de la sociedad. La Iglesia Anglicana debe ser un territorio de seguridad
y bienestar para la familia y cada una de nuestras diócesis debe replantear
sobre las acciones que sigue en orden al bienestar de las familias de los
clérigos que tienen en ella su residencia canónica y están vinculados
laboralmente. No podemos hablar de políticas diocesanas o institucionales que
vulneren Derechos a la familia y sus integrantes. La defensa de la institución
familiar es uno de los pilares en la Iglesia de Cristo (47).
La presencia de la
familia en la vida del ministro ordenado es también motivo para profundizar en
los argumentos éticos que deben delinear las acciones de un clérigo evitando de
esta manera el “nepotismo” (48) en
sus distintas expresiones, es decir, hay quienes sin importar la dinámica de su
vida ministerial se olvidan de su vivencia como clérigo y solo actúan buscando
el bienestar de los suyos, o creen equivocadamente que los recursos son solo
para sus estilos de vida y no para sostener la misión de la Iglesia de Cristo.
La obra de la Iglesia es universal y su
gran paradigma es el Evangelio en la Persona de su autor principal o
intelectual aquí nos referimos desde luego al propio Cristo. Es importante tener un espíritu solidario y
coherente con el mensaje de Cristo dando cabida a los demás en nuestros estilos
y metas de vida, no podemos convertirnos en generadores de actitudes
excluyentes (49). La conquista de bienestar no es la fuerza primaria o
esencial de nuestro ministerio es parte pero no lo es todo, estamos pues, ante
posturas que pueden desvirtuar el valor intrínseco de la vocación y su vivencia
y convertir lo que aparentemente es santo en algo trivial y rudimentariamente
seguido por los instintos más básicos en una persona no evolucionada. La dinámica de nuestra Mayordomía desde la
perspectiva de la radical inclusión de la familia del ministro ordenado debe
hacerse bajo el espíritu cristiano y el valor de la misma en la promoción y
protección de la familia sin que la Iglesia quede fuera de estas expectativas y
necesidades por satisfacer (50), el
escenario de un clérigo para su familia debe y necesita ser promovido (51).
EL BIENESTAR… del clérigo
toca necesariamente a la familia y de esta forma el testimonio de vida queda
amparado en la satisfacción de los estándares de calidad de vida
indispensables a todo bautizado y particularmente a quienes hacen incidencia
en la vida de la Iglesia (52).
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La construcción de la
Justicia como modelo de vida irradia convenientemente la estructura familiar y
de allí salen los futuros continuadores de la obra de Cristo abordando el
testimonio en su condición de comunicadora de dones y valores. La extensión
intelectiva del testimonio de la vida familiar en el clérigo no es solo una
bendición para la Iglesia como institución defensora de la familia sino también
de los Derechos y Deberes del individuo en el medio social y su construcción. La epistemología que se plantea el valor
de la familia es en síntesis el asimilar o mejor aún, el articular los
fundamentos de esta en el conocimiento de su propia realidad (53). La
realidad abordada desde lo Ministerial se empapa del ser de la familia en el ser análogo de la Iglesia
como comunidad de los bautizados movidos por el amor. Tal descripción típica de
la familia es universal ya que el amor como conector de su ser/realidad es
descifrable por los bautizados que la constituyen y viven… El amor es el motor original de todo movimiento de la familia tanto en
sus relaciones Intra como Extra (54).
El clérigo se vincula a
la realidad de la familia humana ensayando a manera de comunicación vital en su
propia familia el cómo abordar las familias del mundo y las distintas
comprensiones de la realidad envolvente. La lógica que seguimos es la emanada
de los modelos exitosos particularmente lo que intuimos a priori de la FAMILIA DE NAZARET (55), supremo
arquetipo de todas las familias que fueron, son y serán en el tiempo (56). Los
dinamismos que hoy se han convertido en convencionalismos son también abordados
al mundo por la familia cristiana de donde el clérigo toma y vive
intencionalmente su modelo (57). El Ethos constituido a partir de la Buena
Nueva que encarna al resucitado dialécticamente hablando en la conciencia de
los bautizados es producto de la sistemática presencia de la familia en el
ámbito eclesial y sus aportes a la sociedad reflejan una cultura viva que es totalmente proclive al ser como
expresión de la obra creadora de Dios.
En pos de su revelación marchan los hijos y con ellos los esposos (58).
BIBLIOGRAFÍA/
ARTÍCULOS/ INSUMOS/ FUENTES.
1-
Nota del autor.
2-
Nota del autor.
3-
Nota del autor.
4-
Nota del autor.
5-
Nota del autor.
6-
https://www.bibliacatolica.com.br › La Biblia
de Jerusalén › Hechos.
7-
Nota del autor.
8-
Nota del autor.
12-
Nota del autor.
13-
Cortesía de Editorial Rialp. Gran
Enciclopedia Rialp, 1991// https://www.mercaba.org/Rialp/T/teologia_pastoral.htm.
14-
IGLESIA III, 6; PASTORAL, ACTIVIDAD.
15-
Nota del autor.
16-
Nota del autor.
18-
Los términos khrugma/khrusswse traducen
mejor por “proclama/proclamar”,
aunque también pueden traducirse por predicación/predicar (Diccionario conciso
griego-español del Nuevo Testamento, de Elsa Tamez, en The Greek New Testament,
Stuttgart: Sociedades Bíblicas Unidas, Sociedades Bíblicas Unidas, 1978, p. 99…
20-
Nota del autor.
22-
Nota del autor.
24-
Nota del autor.
25-
Nota del autor.
26-
Nota del autor.
28-
Nota del autor.
30-
Nota del autor.
31-
Nota del autor.
32-
Nota del autor.
33-
Nota del autor.
34-
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37-
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38-
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39-
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40-
Nota del autor.
41-
Nota del autor.
42-
Nota del autor.
43-
Nota del autor.
44-
Nota del autor.
45-
San Agustín de Hipona, llamado también “Águila de Hipona” por su profundo vuelo
teológico.
46-
Nota del autor.
47-
Nota del autor.
48-
Nota del autor.
49-
Nota del autor.
50-
Nota del autor.
51-
Nota del autor.
52-
Nota del autor.
53-
Nota del autor.
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55-
Nota del autor.
56-
Nota el autor.
57-
Nota del autor.
58-
Nota del autor.
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