SÉPTIMO DOMINGO
DESPUÉS DE EPIFANÍA. REFLEXIÓN EN ORDEN A Lucas capitulo 6 versículos 27-38.
"27. «Pero yo os
digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os
odien, 28. bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. 29. Al
que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el
manto, no le niegues la túnica. 30. A todo el que te pida, da, y al que tome lo
tuyo, no se lo reclames. 31. Y lo que queráis que os hagan los hombres,
hacédselo vosotros igualmente. 32. Si amáis a los que os aman, ¿Qué mérito
tenéis? Pues también los pecadores aman a los que los aman. 33. Si hacéis bien
a los que os lo hacen a vosotros, ¿Qué mérito tenéis? ¡También los pecadores
hacen otro tanto! 34. Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿Qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo
correspondiente. 35. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y
prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis
hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. 36. «Sed
compasivos, como vuestro Padre es compasivo. 37. No juzguéis y no seréis
juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
38. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán
en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os
medirá.»" https://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/lucas/6/
BREVE REFLEXIÓN
SOBRE EL TEXTO LUCANO.
Nadie como Lucas retrata
tan claramente el valor e importancia del otro en la vida del creyente. A Dios adoramos
tanto personal y comunitariamente, por esto último nuestra asistencia a la
congregación es parte de esa bella expresión comunitaria de amor y compromiso
de vida cristiana. El bautizado debe priorizar en su vida la realidad de su fe
y como tal valorar las expresiones de esta en su existencia. Los recursos
materiales son importantes, pero ellos no pueden convertirse en el único móvil
de nuestra existencia y tampoco condicionar nuestra relación con los demás. Lo
material es parte activa de nuestro acontecer, pero debe estar gobernado por la
ley del amor. Las túnicas son un recurso necesario para vestir al creyente y al
contemporáneo, pero también puede ser un factor de disparidad social. Los
judíos empleaban parte de esta para cargar sus provisiones de allí la nota que
nos comparte el evangelista.
La realidad de este
tiempo nos invita a trabajar por los recursos imperecederos y vivir con
dignidad empleando los perecederos. Crear armonía o Ataraxia entre unos y otros
debe ser siempre el papel conciliador del creyente episcopal que como bautizada
lucha por alcanzar su perfección antes de ser perdición o escandalo para otros
en este caminar que nos emparenta como obra del amor de Dios en peregrinación
hacia su Ser Santísimo. La perfección nos debe llevar a ver en el otro la Imago
Dei, o Imagen de Dios. Jesús pasó haciendo el bien nos ensañan las Escrituras
sagradas y ese bien no excluye a ninguno de imitarle y servir al otro en su
circunstancia. El juicio sobre los demás nos deja en una posición delicada y
franca, ente débil porque supone en nosotros un grado de perfección tal que es
posible no lo tengamos para nada o como canta la expresión popular “quien tiene
rabo de paja que no se acerque a la candela” porque las consecuencias no se
hacen esperar, por el contrario, mientras más perfecto es el
cristiano-episcopal mas consiente de su propia limitación y del amor que debe
tener por el otro. Aquí el amor traduce tanto respeto como acogida y
solidaridad. El amor es una bella analogía que desemboca en el mar amoroso de
Dios. Una autentica conversión estará provista de amor por el otro y ausencia
de juicios temerarios sobre su propia imperfección. La perfección del creyente
estará por sobre la circunstancia de vida y actitudes de quienes le rodean, por
el contrario, quien hace ruido estará lejos del abrazo consolador y misericordioso
de Dios. La solidaridad cristiana es consecuencia de la praxis del amor en
nosotros y en nuestros postulados de una más pura y autentica religión. Las
obras de Santiago y la Fe de Pablo. La Fe de Santiago y las obras de Pablo, son
en realidad elementos vinculantes de una única realidad posible materializar el
amor por medio de nuestra Fe y sus obras.
La Fe del bautizado no
busca el mérito por cuenta de su perfección sino de identificarse con la
voluntad amorosa del Señor que nos mostró el camino y como transitar por sus
sendas. La referencia siempre será el otro y su condición para recibir el
Evangelio predicado y anunciado por la Iglesia en todos los escenarios por
donde se mueven sus hijos bautizados.
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