REFLEXIÓN SOBRE
DOMINGO DE PALMAS O RAMOS.
“Al hacerse hombre no
perdió nada de su Ser de Hijo de Dios y Dios mismo, y al mostrase como Dios no
perdió nada de la humanidad ganada en el vientre de la Virgen Madre”. Agustín
de Hipona (Santos PP. de la Iglesia latina y post-niceno).
LIBRA MIS OJOS DE
LA MUERTE… dales la luz que es su destino, yo
como el ciego del camino pido un milagro para verte. Haz de esta piedra de mis
manos una herramienta constructiva cura su fiebre posesiva y ábrela al bien de
mis hermanos. Haz que mi pie vaya ligero, da de tu pan y de tu vaso al que te
sigue paso a paso por lo más duro del sendero. Que yo comprenda
Señor mío al que se queja y retrocede, que el corazón no se me quede
desentendidamente frío. Guarda mi fe del enemigo, tantos me dicen
que estás muerto y entre la sombra y el desierto dame tu mano y ven
conmigo. Himno de la tarde (Vespertina).
"1. Cuando se
aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos,
entonces envió Jesús a dos discípulos, 2. diciéndoles: «Id al pueblo que está
enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con
ella; desatadlos y traédmelos. 3.Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor
los necesita, pero enseguida los devolverá.» 4. Esto sucedió para que se
cumpliese el oráculo del profeta: 5. Decid a la hija de Sión: He aquí que tu
Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de
yugo. 6. Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había
encargado: 7. trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos,
y él se sentó encima. 8. La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el
camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. 9. Y
la gente que iba delante y detrás de él gritaba: «¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!» 10. Y al
entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. «¿Quién es éste?» decían.
11. Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de
Galilea.»"www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/mateo/21/
La teología lleva muchos
lustros hablando sobre estas celebraciones que se constituyen en el centro de
nuestra gravedad espiritual. Domingo de Ramos o Palmas es un oasis de frescura
y verdor en el mar de sufrimientos que aguardan al Salvador en Jerusalén. Su
entrada de ribetes y señalamientos mesiánicos llena de manifestaciones
pacíficas nos inclina a pensar en la naturaleza de su Reino donde la propuesta
está cargada de humildad en grado superlativo y donde la conciencia de Jesús lo
sitúa emocionalmente ante el sacrificio y ante el desprestigio que sufrirá
junto con su familia. Recordemos una vez más que los condenados a muerte en la
Cruz eran considerados “peligrosos” para la sociedad y sus familias eran
señaladas de por vida como signo de castigo y maldición. Pues a todo eso se
enfrenta el Redentor. Es aclamado bajo el símbolo de una forma primitiva
contenida en el Salmo 118 versículo 26: “Bendito el que viene en nombre de
Dios, desde la casa de Dios os bendecimos”. El termino Hosanna significa
Salvación son palabras de un contenido muy profundo pero que en el colmo de la
paradoja son olvidadas y condenado a la muerte de Cruz. Nosotros hoy
después de analizar nuestro proceder de fe debemos ser conscientes y reconocer
que muchas veces lo hemos aclamado y hemos dicho delante de los hombres y en
nuestras iglesias y congregaciones que deseamos proclamar con toda fuerza su
reinado, pero luego lo olvidamos y como los judíos testigos de sus muchas
acciones milagrosas nos gastamos el tiempo en cosas muchas veces banales… Este
domingo diremos Hosanna bendito el que viene en nombre de Dios… Y muy
probablemente el domingo que sigue le abandonaremos por una actividad
eminentemente social.
Es necesario ser coherentes
y manifestar el grado de responsabilidad en el drama de la Cruz. Jesús murió
por nosotros y no por pecados de su ser. Jesús fue llamado pecador y condenado
a muerte por una muerte que nos agobia a nosotros y por nuestros pecados
personales y comunitarios. Él, aclamado para luego ser vilipendiado. Él,
llamado mensajero de Dios para luego ser desconocido por la humanidad. Él,
llamado en el colmo de la hilaridad “hijo de David” para luego ser dejado solo
por los mismos descendientes de David rey de Israel. Mateo recrea la
forma como el rey David manda que procedan con su hijo Salomón: “Tomad con
vosotros a los veteranos de vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón sobre
mi propia mula y bajadle a Guijón. Libro primero de Reyes capítulo 1 versículo
33 y también: Se apresuraron a tomar cada uno su manto que colocaron bajo él”.
(Segundo libro de Reyes capítulo 9 versículo 13). Los honores rendidos a Jesús
son similares a los que se rendían a reyes y generales o militares destacados
después de un triunfo en el campo de batalla. Esta última aseveración nos hace
pensar que ellos más que reconocerlo como su Señor exaltaban la fama que
precedía al Señor. Nosotros hoy y después del signo santo del Bautismo debemos
caminar no solo en la vivencia de este tipo de signos de fe sino en la
coherencia de llamarle y aceptarle como nuestro único y suficiente
Salvador. Más que mantos y palmas debemos poner en su regazo
nuestros corazones y la humildad suficiente para reconocerle en el hermano que
sufre o que tiene conflicto con nosotros. Aclamarlo será un acto de profunda fe
y este acto debe consumarse en nuestra cotidianidad. No hay descanso para quien
vive de cara a Dios. El domingo de palmas desde nuestros hogares y llenos de
alegría le aclamaremos y reconoceremos como a nuestro único y suficiente Señor
y Salvador que reclama reinar íntegramente en nuestras vidas y relaciones con
el entorno. No podemos permitirnos solo manifestaciones de profunda alegría sin
su contenido espiritual. Estamos para vivir como signo de aclamación. Estamos
para unir tanto lo que celebramos como lo que vivimos fuera del templo. Nos
congregaremos este domingo y aclamaremos al Dios de la vida y lo más importante
lo llevaremos con nosotros al trabajo, a la calle, a la familia, al
restaurante, en fin, lo llevaremos con nosotros siempre. Mayor tributo
que vivir el amor no existe y mayor aclamación que hacer su santa voluntad no
puede haber. Bendito el Salvador que viene para ser nuestra autentica alegría.
Bendito sea el Señor nuestro Rey.
Consultar nuestra
liturgia indicada para esta celebración en el L.O.C pagina 189 en adelante.