SEXTO DOMINGO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS. Propio 9. Génesis capítulo 24 versículos
34-38, 42-49, 58-67. Romanos capítulo 7 versículos 15-25ª. Mateo capítulo 11
versículos 16-19, 25-30.
La escena que describe el libro
del Génesis sobre la búsqueda de esposa para Isaac está compuesta por
varios trozos de texto inspirado, sin duda el objetivo es sacralizar las
practicas parentales de la época puesto que para asegurar el futuro y fortaleza
de los clanes era indispensable entrelazar a los esposos que procedían de los
clanes hermanos. La misión de Labán es sin duda de estas características. Lo
interesante es la forma como la tradición se fundamenta o busca hacerlo en la voluntad
de Dios que termina guiando al mensajero de Abraham. Los demás componentes de
este relato son empleados en las distintas tradiciones para manifestar los
signos rituales de una unión esponsal. Las imágenes tienen pasajes en común con
la Samaritana a la que el Señor pide de beber (Juan capítulo 4 y ss) es pues
una vez más el agua signo de pureza como de acción humanitaria y fraterna, así
lo percibe el escritor inspirado. La niña descrita es Rebeca hija de Betuel
(versículo 47) los sucesivos relatos hasta terminar el presente capítulo (24)
son añadidura al texto original particularmente por la cita o mención de la
madre de Isaac. Lo fundamental aquí será siempre la voluntad de
incluir a Dios en toda empresa humana manifestando así la fe en su misericordia
y conformidad con sus mandatos.
Pablo muy a su
estilo afirma una vez más la responsabilidad personal tanto en el pecado como
en la gracia. Tiene claro que la respuesta de nuestra parte está motivada por
la magnitud que adquiere tanto el bien como el mal. La voluntad personal de
unirnos a Cristo no significa un camino de rosas implica por consiguiente una
confrontación constante entre la vieja naturaleza de pecado y la nueva que
motiva la presencia de la Gracia y la libertad que Dios nos da. El hombre
interior es distinto al exterior dominado solo por la razón, sus apetitos y
ambiciones estrictamente personales, es decir, egocéntrico, donde solo importa
el bienestar individual. La renovación del bautizado es precisamente el
cumplimiento o vivencia del “Pacto Bautismal” que se antepone a la
influencia destructiva del pecado. Nunca mientras respiremos dejaremos de caer,
pero tampoco nos quedaremos allí, diría el “Doctor de la Gracia”: Que
cuando Cristo vuelva no te encuentre revolcándote en el barro sino levantándote
del fango. Pablo nos invita a luchar contra el estado de vida contaminado
por el pecado y de esta manera ser auténticamente libres sirviendo solo a Dios.
Pablo remata este texto inspirado con una alusión directa a la racionalidad,
recordemos que una cosa es el espíritu en el pensamiento griego y otra en el
cristiano, no es el Pneúma sino el Nus presente en nosotros
por el ejercicio racional. Busquemos pues trabajar por
equilibrar nuestra concepción de la vida con nuestro actuar sabiendo que Cristo
estará para nosotros garantizando nuestra correcta elección si somos dóciles a
su gracia y Espíritu.
Mateo de una forma
directa nos muestra como la actitud de los judíos no tenía compasión y mucho
menos atención a la voluntad de Dios. Rechazan al Bautista y también al Señor.
La figura que emplea el Señor es propia de la cultura exequial o funeral como
matrimonial (versículo 17), los judíos no aceptan bajo ninguna circunstancia la
enseñanza del Salvador. Mateo describe la oposición cultural que el
Evangelio genera en medio del pueblo judío y como esa oposición reacciona
cuando se siente amenazada. Esa misma actitud sufrió el pueblo durante su
travesía en el desierto. El corazón duro solo produce alejamiento de las
instrucciones o mandatos de Dios. El testimonio de la autoridad de Jesús a
diferencia del Bautista es en sí alusión a los signos que realizó en medio de
ellos, y aun así no lo aceptaron y cuestionaron ampliamente. Los sabios que
argumentan conocimiento profundo de las Sagradas Escrituras en su tiempo eran
los Fariseos y Saduceos, pero aun así no podían comprender con claridad la
figura del Mesías. Los sencillos o pequeños son aquellos que con toda humildad
aceptan el mensaje de Cristo y lo viven a profundidad. La “Buena Nueva” llega
claramente a los discípulos y creyentes. El yugo de la ley es una temática
recurrente de las autoridades religiosas de Israel. La caridad por el otro no
había entrado en escena lo que implicaba una interpretación desconsiderada de
la vida y realidad del otro que su única referencia era la ley y no el amor.
Muchas veces nuestras actitudes rechazan el plan de Dios y sin
darnos cuenta obramos solo movidos por la concepción personal del mundo y
nuestro entorno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario